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Todo comenzó cuando Yolanda Díaz decidió vetar la presencia de Irene Montero en las listas electorales de Sumar en julio de 2023. Aquello supuso la ruptura total de la nueva organización montada en torno a la ministra de Trabajo con el Podemos de Pablo iglesias. Fue un auténtica declaración de intenciones pero Yolanda no pudo acabar con Podemos que se quedó con cinco diputados y que en las próximas elecciones pretende batir a Sumar para recuperar el liderazgo de la izquierda.
El presidente del PP ya tiene a su peor enemigo a las puertas de su casa política y no es Pedro Sánchez. La fiesta que está acompañando a la llegada de Donald Trump, junto a su inseparable Elon Musk como cabeza de la nueva oligarquía tecnopolítica que ha tomado el poder en la primera potencia mundial, demuestra que Estados Unidos puede que no quiera nada al actual gobierno español, en el que coloca a socialistas y comunistas de la mano, pero que tampoco lo convence el primer partido de la oposición. El amigo español de Washington se llama Santiago Abascal.
El presidente del PNV quiere dejar resuelto el problema de su sucesión antes de la Asamblea general del partido, que se celebrará a finales de marzo. Su candidato es el portavoz en Madrid, Aitor Esteban, quien ya ha dicho que para él “sería un honor presidir el partido” en el que milita desde siempre. Si Andoni Ortuzar consigue su objetivo, que es impedir que el ex-lendakari Iñigo Urkullu ocupe su cargo, lo anunciará en los tres próximos días. Tiene todo a su favor pero si ve las dificultades puede que de marcha atrás y se vuelva a presentar.
Los votantes del PSOE y del PP hace tiempo que se han convertido en forofos de sus respectivos partidos, algo parecido a lo que ocurre en los partidos del Barça y el Madrid donde domina más el amor al escudo y a la camiseta que a la razón. El líder del PP, Feijóo se ha metido en una estrategia falsa, quiere ganar un centro político que ya no existe en España y que va a ser muy difícil de recuperar ya que los ciudadanos que están dispuestos a seguir votando, pase lo que pase, no atienden a más razones que las de su partido.
En una semana Donald Trump tendrá a su lado para intentar cumplir con sus deseos de cambiar el mundo a nueve de los diez hombres más ricos del mundo, todos ellos dueños de las principales empresas tecnológicas de ese mismo mundo. Los algoritmos son la auténtica fuerza del poder y desde Elon Musk a Steve Banner ese mundo que avanza a enorme velocidad, con la Inteligencia Artificial aplicada a todos los procesos económicos, sociales y personales, es el que quiere desafiar Pedro Sánchez. Un imposible incluso para China y Rusia. Para el presidente del Gobierno español otra forma de mirar a Europa y a América Latina como si del gran escapista Houdine se tratara. Europa se ha convertido en el último cadaver de la Democracia que ha regido en Occidente desde hace doscientos años, tanto por su falta de visión como por sus enormes defectos internos a la hora de repartir el poder. La descomposición es interna.
El presidente del Gobierno va a dedicar todo este año a colocar a Francisco Franco y la Dictadura como estandarte de la bandera de la izquierda contra la derecha que representan el PP y Vox. Con Presupuestos Generales o sin ellos, Pedro Sánchez está decidido a mantenerse en La Moncloa, por lo menos, hasta las primeras elecciones autonómicas de 2026, las primeras grandes batallas que van a definir el resto de la Legislatura hasta el verano de 2027.
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE está dispuesto a controlar todo el aparato del partido en quince de las diecisiete autonomías. En el proceso de elecciones internas ya ha logrado que sea el alcalde de Soria, Carlos Martínez, el favorito para sustituir en el liderazgo de Castilla y León al dimitido Tudanca. Lo mismo ha logrado en Andalucía con la retirada de Espadas y la casi segura elección de la vicepresidenta María Jesús Montero.
Como un camaleón político en esencia, Pedro Sánchez se prepara para hacer frente a los cambios que provocará la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. No será fácil, pero tiene ya la experiencia de haberlo tratado en la anterior legislatura y de haber soportado sus desaires. De todo se aprende.
La iniciativa del presidente del Gobierno y Secretario general del PSOE de resucitar la memoria del franquismo, en lugar de la memoria democrática que comenzó a instalarse apenas 48 horas más tarde, ya ha colocado al hijo del principal responsable del regreso de la Democracia en tiempo récord, en una delicada situación institucional. Si Felipe VI acude el próximo día ocho al primero de esos actos, estará apoyando la iniciativa de la izquierda; si no va se presentará su figura en sentido contrario. Una crisis entre el papel de la Mnarquía y de la presidencia del Gobierno, que no debería haberse puesto en marcha de la forma en la que se ha hecho.
El martes, 31 de diciembre de 2024, durante veinticuatro horas el mundo se despidió de uno de esos años que nacen para demostrarnos que la crueldad, la maldad, la avaricia, la muerte y el poder en su forma más terrible siguen formando parte de la llamada condición humana. Un segundo más tarde de que sonaran las campanadas de medianoche en Haway y Los Angeles, tras haber lo hecho en Sidney y Tokyo, había nacido el 2025.
El último de los grandes males de la vida pública española ha llegado justo cuando este 2024 agoniza. El Senado denuncia al Congreso ante el Tribunal Constitucional. Así llevamos toda la Legislatura y así parece que va a seguir hasta el 2027, fecha en la que se deberán convocar nuevas elecciones, salvo que Pedro Sánchez se rinda y adelanta el calendario electoral. Política y Justicia encadenadas y sin visos de solución.
El PSOE que dirige Pedro Sánchez y el PP que dirige Alberto Níuñez Feijóo - el resto son si les compañeros de viaje por mucho que se nieguen a aceptarlo- aplauden el discurso navideño del Rey y esperan 24 horas para repetir en sus comportamientos todo aquello que Felipe VI les ha pedido que no hagan. Ese es el grave problema que tiene el Monarca y el grave problema que tiene España. Los políticos no dan ninguna muestra de serenidad en sus comportamientos y declaraciones; no buscan nngún pacto de convivencia, tan sólo se acercan para pactar la destrucción del contrario; hacen todo el ruído que pueden dentro y fuera de las instituciones y dejan fuera de los debates las auténticas reclamaciones de los ciudadanos: vivienda,paro, sanidad, ediucación, emigración.
Todo el mundo cree, incluido Núñez Feijóo, que Pedro Sánchez se irá de La Moncloa cuando él quiera y que dada la situación del Congreso nadie le puede echar, ni siquiera Puigdemont con sus regates en corto para que parezca que tiene en sus manos al gobierno socialista, pero su marcha no será tan tarde como algunos pronostican. Elegirá el primer momento de calma para intentar irse en las mejores condiciones para su persona. Otra cosa es lo que le pase al PSOE como ocurrió cuando se marcharon Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que necesitó ocho años para recuperarse de la herencia envenenada.
En todo el asunto de la trama Koldo-Abalos ha quedado en el aire una de las interrogantes más sabrosas de lo que de verdad ocurrió entre Pedro Sánchez y su número dos hasta ese momento, José Luis Abalos, para que le echara del gobierno, en julio de 2021 después de haberle defendido a capa y espada tras la crisis de la llegada a Barajas de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez e19 enero de 2020, solo una semana después de que se formara el gobierno Sánchez - Pablo Iglesias.
Ni Pedro Sánchez, ni Alberto Níñez Feijóo pueden hacer otra cosa que lo que ya están haciendo. El presidente del Gobierno es consciente de que debe resistir el acoso constante de la oposición e intentar que sus socios de investidura le aguanten, con concesiones, hasta las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2027, que serían la antesala de las generales unos meses más tarde.
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