Más o menos, los socialistas están siguiendo la misma pauta que utilizó el Pp de Mariano Rajoy para desmentir primero cualquier ilegalidad en sus dineros, y cuando se detuvo al tesorero Luis Bárcenas, se replegaron para decir que era un caso de oveja negra, y finalmente cuando éste cantó la Traviata siguieron insistiendo que ellos no sabían nada.
La nueva trinchera sólo funcionará si no siguen apareciendo nuevas grabaciones, nuevos indicios –cosa harto difícil porque se ha abierto la veda y, como le ocurrió al rey Juan Carlos, ya va a valer cualquier cosa para atacar a Sánchez- y si los socios del Gobierno se mantienen unidos bajo el lema: “Más vale un PSOE corrupto que un gobierno PP-Vox”.
La lucha contra la extrema derecha es el argumento sobre el que se construyó la coalición PSOE- Sumar-IU- Podemos- ERC- PNV- Junts-Bildu y las últimas manifestaciones de todos los protagonistas corroboran que es casi lo único que mantiene a Sánchez en La Moncloa. Eso y lograr sacarle al gobierno todo lo posible, cosa que sollo tienen asegurado los independentistas porque ni Sumar, ni IU, ni Podemos van a lograr nada salvo sus puestos en el gabinete.
No es seguro, pero tanto el PP como el PSOE creen que la batalla electoral siguiente la decidirán con sus votos las mujeres, de ahí el empeño de Feijóo en ligar a Äbalos, Koldo y Cerdán con la prostitución y hasta a Sánchez con los negocios de su suegro en las saunas.
Hay que insistir en que el futuro de Sánchez, aunque depende de no perder los apoyos de sus aliados, está también muy ligado a lo que sea capaz de soportar personalmente en los próximos meses y en lo que pueda repercutir en su familia. Y eso nadie lo sabe, ni siquiera él mismo que se muestra dispuesto a arriesgar su vida personal … por ahora.