En las filas de Podemos parece claro que cada vez se abre más la posibilidad de que en unas nuevas elecciones generales, el voto socialdemócrata vaya a sus filas si el PSOE se descompone tras la inevitable marcha de Pedro Sánchez. La persistencia del actual presidente en mostrarse radical frente a la derecha española, calificándola de extrema derecha, ha calado en gran parte del electorado de la izquierda y si Sánchez cae no parece haber ningún sustituto que pueda mantener esas convicciones, ni siquiera la vicepresidenta Yolanda Díaz que pudo ser la alternativa a Sánchez, pero que ha perecido en el intentó.
Podemos se mueve actualmente entre dejar caer a Sánchez, con el miedo de que se le acuse de estar a favor de un gobierno de la derecha, o mantenerlo como una momia hasta las elecciones de 2027, un largo camino en el que intentarán volver a mostrarse como la única alternativa real de una izquierda radical frente a la extrema derecha. Es volver a la situación de 2015, pero sin un Sánchez que les copie.
Un gobierno del PP, apoyado por Vox, daría a Podemos las condiciones precisas para liderar a la izquierda, un juego peligroso para un partido que hoy tienen poco que perder. Jugársela a una carta era fácil en 2015, hoy podría no no ser entendido por el electorado de izquierdas.