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Si el todavía presidente de la Generalitat no tuviese miedo a terminar condenado y con petición de cárcel por su NO gestión de la Dana, que causó más de doscientos muertos y cuyo coste de reconstrucción en los pueblos afectados pasará de los cien ml millones de euros, ya habría dimitido o el presidente de su partido, Alberto Núñez Feijóo, le habría obligado a ello.
La presidenta del Congreso, Francina Armengol, ya tendría que haber planteado a todos los grupos parlamentarios de la necesidad de una sesión extraordinaria de la Cámara, con un punto único en el debate: Ucrania, y lo que los 350 parlamentarios, representantes de la soberanía nacional, creen que debe hacer nuestro país en estos momentos en los que la posibilidad de alcanzar la paz se ve como cercana.
Ellas se abrazan y sonríen a las cámaras pero su alejamiento es total. Las vicepresidentas no se aguantan pero el presidente necesita a las dos. Seguirán así el resto de la Legislatura, trufado el choque laboral y fiscal con los problemas judiciales de Ábalos, Koldo, Begoña y García Ortiz. El mundo y Europa se convulsionan por el nuevo reparto del poder global, Francia toma una ventaja posicional - la que buscaba Sànchex - y España vuelve a perder en su posición en el mundo.
La escenificación fue perfecta. Yolanda Díaz, en su papel de vicepresidenta segunda del Gobierno y “poli buena” en su defensa del salario mínimo, aseguró que no se había enterado de la propuesta fiscal de María Jesús Montero, vicepresidenta primera del mismo Gobierno y “poli mala” al querer que los que perciban el SMI tengan que tributar a Hacienda dentro del IRPF. Dos millones y medio de personas en toda España a los que la subida, si tienen que trasladarla a sus impuestos apenas les proporcionará entre cien y trescientos euros más al año. En términos nacionales, la representada pelea entre la número dos y la número tres del Gobierno, se mueve en una media de 500 millones más de gasto para el Estado. Doscientos cincuenta por debajo, setecientos cincuenta por arriba, una minucia para un techo de gasto en este año se 195.353 millones de euros. En lenguaje de la calle, una mierda.
Entre el 28 de octubre de 1982 y el 23 de julio de 2023 nada ha cambiado en la fuerza política que tienen en el Congreso de los Diputados los partidos nacionalistas catalanes y vascos. Si en las primera victoria del PSOE, con mayoría absoluta de 202 escaños, Convergencia i Unió conseguía 12 escaños, el PNV 8, Euskadiko Esquerra 1 y HB otro, para un total de 23; en la derrota socialista de las últimas elecciones generales, convertidas en victoria parlamentaria para mantener a Pedro Sánchez al frente del Gobierno, ERC consiguió 7 escaños, Junts los mismos, Bildu 6 y el PNV 5, en total 25. Conclusión: el mapa nacionalista en las dos grandes Comunidades con mayores señas identitarias no hay cambios en 40 años, con una gran importancia a la hora de formar Gobiernos del Estado salvo cuando el PSOE o el PP han logrado mayorías absolutas.
Entre marzo y mayo de 2021 Pablo Iglesias dejó la vicepresidencia segunda del Gobierno presidido por Pedro Sánchez y la dirección de Podemos. Dos de sus grandes errores como político. En esos dos puestos dejó a Yolanda Díaz como heredera. Debió pensar que la entonces ministra de Trabajo, ex dirigente de la Izquierda gallega y militante del PCE era la persona indicada para mantener al entonces Unidas Podemos como tercera fuerza política a nivel nacional.
Si Pedro Sánchez está dispuesto a mantener viva la actual Legislatura, que terminará en el verano de 2027, ya sabe que tendrá que aguantar las investigaciones, los posibles cierres de los sumarios que están en curso y la apertura de juicios orales - salvo que se acumulen los recursos ante cada una de las iniciativas judiciales por parte de las defensas - contra la mayoría de los investigados, entre los que se encuentran su esposa y los que son o han sido dirigentes políticos de su máxima confianza.
El fin de semana del dos de febrero de 2025 para el socialismo español aparecerá como una fecha a recordar en su historia. Su Secretario General y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conseguía colocar dos nuevos pilares en el futuro del PSOE y en el suyo propio.
El “omnibus” que atascó durante unos días la aprobación de las medidas sociales del Gobierno sigue su camino, con alguna vagón suelto que se ha quedado en el camino, pero con la estructura principal sin tocar. El presidente del Gobierno ha ganado mientras que el presidente del PP ha perdido. Sánchez dijo que no lo cambiaria, ni se sometería a una moción de confianza y ha logrado ambas cosas tras volver a pactar con Carles Puigdemont, la enésima vez y que no será la última. El fugado a Waterloo es una especie de vicepresidente en la sombra al cual se le consulta antes de que salga decreto alguno del Consejo de Ministros. Por el contrario, Alberto Núñez Feijóo ha tenido que aceptar la situación por miedo a enfrentarse a los colectivos más débiles, pensionistas, jubilados y ayudas a Valencia por la Dana, tal y como le pedían algunos de sus barones territoriales, con el andaluz Juanma Moreno en cabeza.
Los votantes del PSOE y del PP hace tiempo que se han convertido en forofos de sus respectivos partidos, algo parecido a lo que ocurre en los partidos del Barça y el Madrid donde domina más el amor al escudo y a la camiseta que la razón. El líder del PP, Feijóo se ha metido en una estrategia falsa, quiere ganar un centro político que ya no existe en España y que va a ser muy difícil de recuperar ya que los ciudadanos que están dispuestos a seguir votando, pase lo que pase, no atienden a más razones que las de su partido.
El éxito del chantaje de Trump al presidente colombiano Petro: “Si no aceptas a los inmigrantes que te mando te subiré los aranceles” es un indicio claro de por donde van a ir los tiros –nunca mejor dicho- de la nueva era norteamericana que afectará no solo al patio de Estados Unidos, el continente americano, sino a yodo el mundo incluida Europa y también España.
En esta especie de Casino Royal en el que se ha convertido la vida pública española, desde la aprobación del super decreto “Omnibus”a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2025, las negociaciones para que el Gobierno consiga vencer, por 176 votos al menos a ese nuevo acuerdo enre las derechas españolistas de Feijóo y Abascal, y la derecha independentista de Puigdemont, se parecen a una parodia del final estruendoso de las tragaperras escupiendo millones de dólares en la tercera parte del “remake” que rodó Steven Sonderberg entre 2001 y 2007. Solo hay que cambiar a Geoerge Clooney por Pedro Sánchez, algo difícil pero la imaginación no tiene límites.
El intento del Gobierno de aprobar de una tacada varios decretos leyes, que nada tenían que ver los unos con los otros, ha fracasado. La nueva “operación Omnibus” se parece más a una trampa parlamentaria que a un deseo real de sacar adelante los decretos más sociales, los que hacen referencia al aumento del salario mínimo, las pensiones, las ayudas gubernamentales a los afectados por la Dana y las ayudas al transporte.
Laa presidenta de la Comunidad de Madrid vuelve a tomar la delantera a su jefe político. Mientras Alberto Núñez Feijóo y su equipo e confianza se plantean qué hacer ante el ciclón político que ha llegado a la Casa Blanca, Isabel Díaz Ayuso ha felicitado a Donald Trump por su llegada a la presidencia de Estados Unidos y le ha dicho que en Madrid tiene su “segunda casa” frente a ese BRICS encubierto que según Trump es Pedro Sánchez. No se trataba de una equivocación o de un error grosero en la política internacional. En washngtón saben muy bien que los BRICS son Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, juntos pero no revueltos en sus intereses y situaciones internas, la intención de colocar en ese espacio global a España. Es una amenaza a tener en cuenta.
Todo comenzó cuando Yolanda Díaz decidió vetar la presencia de Irene Montero en las listas electorales de Sumar en julio de 2023. Aquello supuso la ruptura total de la nueva organización montada en torno a la ministra de Trabajo con el Podemos de Pablo iglesias. Fue un auténtica declaración de intenciones pero Yolanda no pudo acabar con Podemos que se quedó con cinco diputados y que en las próximas elecciones pretende batir a Sumar para recuperar el liderazgo de la izquierda.
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