No se darán tregua. han decidido que la política en España se base en la destrrucción y no en el diálogo. No se miran como contrincantes en las urnas, se observan como enemigos detrás de sus respectivas trincheras. No se disparan con propuestas económicas y sociales, se lanzan bombas judiciales. No hablan los partidos, hablan los dirigentes, que tampoco tienen una única voz. La Democracia del disenso ha sustituido a la del consenso. Y no hay marcha atrás. Así hasta que se escuché la voz de las urnas. Debería ser otro el camino, pero ese ya no existe. El barro lo ha hecho impracticable.
La permanente campaña electoral de los partidos políticos, con sus correspondientes encuestas electorales semana tras semana, han logrado que España esté prisionera de un grave ataque de nervios de su clase dirigente. Desde
Pedro Sánchez a Alberto Nuñez Feiojóo pasando por todos los demás todas sus declaraciones y movimientos se basan y se dirigen a las citas con las urnas. Les da igual que se celebren dentro de mes y medio o dos años. Si los dos principales dirigentes de los dos principales partidos han decidido que el sillón de La Moncloa se conquista con la guerra política más sucia que ha tenido lugar en España desde hace cincuenta años, el resto sigue esa misma consigna. El poder por el poder y no al servicio de los ciudadanos.
El contagio de esta enfermedad claramente política es general y los ciudadanos sólo contamos con una vacuna para combatirla, pero el virus es tan mortífero en términos culturales y de pensamiento que la administración del fármaco podría destruir al organismo democrático en el que nos movemos. Se llama abstención, que en dosis muy fuertes se llevaría por delante al enfermo. Aquí en España y en el resto de la llamada Unión Europea, pese a que la primera de las dos palabras tenga cada vez menos significado y sea más difícil ver cómo se propaganda la enfermedad que desfigura la democracia.
Los signos del deterioro democrático son evidentes. Un primer ejemplo de estos días: el presidente francés se va de viaje urgente a Vietnam, tras estar en Ucrania y China y recibe una bofetada de su mujer antes de bajar del avión y ante las cámaras de todo el mundo. A la primera negación sigue la segunda de la mentiras. Su entrevista con Xi Jianping, para pedirle que intervenga en la imposible pacificación de Ucrania, se cerró haciendo un sucedáneo de declaración de independencia respecto a Estados Unidos. Mientras tanto, en su país, el rechazo social a la reforma de las pensiones lanzó a miles de manifestantes a las calles, por más argumentos favorables al proyecto que salgan de su Tribunal Constitucional; una pérdida electoral en los comicios para la Asamblea y un intento de mantener la presidencia por encima de cualquier otra circunstancia.
En aquel mismo viaje, a la presidenta de la Comisión Europea, la aristocrática Ursula von der Layen, el mandatario chino no le hizo ni el más mínimo de los casos. Algo parecido le ocurrió a nuestro presidente del Gobierno, él mismo atrapado en sus citas electorales y sus socios de gobierno, por un lado, y sus compromisos firmados con Estados Unidos y, por otro, con su lucha dentro de la UE por lograr que el catalán, el vasco y el gallego “suban” en su importancia como lenguas de uso en los órganos europeos.
En Gran Bretaña, a la conservadora Liz Trust, que soñó con ser una segunda Margaret Thatcher, se la quitó de enmedio el propio Partido Conservador para colocar en su lugar a un muy rico y culto primer ministro de origen hindú, casado con una aún más rica heredera del mismo origen y que tributaba fuera de Gran Bretaña. Los dos fueron arrastrados por los votos en las urnas y el liberal-socialdemócrata Starmer asumió un riesgo que le está arrastrando a negociar por debajo de la mesa con la misma Europa a la que abandonó David Cameron cuando habitaba el 10 de Downing Street. Y en uno de los territorios que integran el Reino Unido, con deseos independentistas, como es Escocia, a la recalcitrante Nicola Sturgeon, le sucedió al frente del SNP, el partido que reivindica al histórico Rey Jacobo, un musulman como es Humza Yousaf, para volver a empezar con otro apellido de raices claramente escoceses y las mismas reivindicaciones nacionalistas.
Para cerrar ese círculo británico, en la Irlanda del Norte, renacen hasta con tímidos gestos de violencia los sucesores del IRA. Esa es la herencia que ya tiene Carlos III, el monarca que recibió a su “primo de sangre”, Juan Carlos I, para que pudiera asistir al funeral de Isabel II, pero al que mantiene lejos del trono británico como medida de precaución mientras luchas contra el cancer que puede convertirse en uno de los Reyes más breves en la historia del Reino Unido.
En Italia, mientras su antiguo protector, Silvio Berlusconi, volvía a luchar por su vida en un hospital y perdía esa batalla, la primera ministra Giorgia Meloni vuelve a intentar cerrar la puerta a los emigrantes que llegan en viejos barcos y hace, junto a Pedro Sánchez, vacías declaraciones de amistad e intereses comunes que nuestro presidente - al igual que Núñez Feijóo - nunca firmaría con Santiago Abascal.
Y para no seguir desgranando la lista de ejemplos de “unidad” que nos da Europa cada día, Hungría y Polonia cierran sus puertas a las exportaciones de cereal de Ucrania y se pelean por controlar la energía que necesita Europa, junto al liderazgo militar frente a la Rusia de Putin.. Les pueden mandar balas, cañones y tanques, pero primero están sus agricultores y luego la solidaridad con el pueblo atacado. El cariño a Volodomir Zelensky se circunscribe a las armas y a mantener lo más alejado posible de sus fronteras a Vladimir Putín. La poderosa Alemania, dispuesta a invertir más de cien mil millones de euros en Defensa asusta tanto a Mateusz Morawiecky como a Victor Orbán y, sin decirlo tan claramente, a los tres países nórdicos. La memoria de dos Guerras Mundiales es eterna.
La posición de España, en esta parte del tablero mundial es esencial. Pedro Sánchez utiliza como mejor puede y le dejan sus socios de Gobierno, la baza estratégica mucho mejor que sus oponentes de la derecha y la izquierda. Poco o nada tiene que ver con el resto de sus compañeros del PSOE ( un poco más con Rodríguez Zapatero ) que tienen la vista puesta en ese futuro y largo 2026 lleno de citas electorales al que tanto temen. Ni García Page, ni Moreno, ni Ayuso ven más allá de sus territorios. Su mundo empieza y termina dentro de Castilla la Mancha, Andalucía y Madrid.
Los nervios políticos, que son producto de la enfermedad contangiosa del poder, aparecen en las soluciones y propuestas que se hacen dede el poder. Ante un problema sin resolver desde hace años y que ha empeorado en las últimas Legislaturas, desde el Gobierno se lanza la idea de convertir la SAREB y la SEPI , uno de esos escándalos bancarios sumergidos en el abandono, una en la mayor empresa de alquiler barato de España, sin medir las consecuencias que tendrá en el resto del sector inmobliario; al igual que se hace el “baile de la yenka” - que conocerán los más veteranos - la otra en instrumento para intervenir en dos empresas estratégicas como son Telefónica e Indra; ambas, junto a las batallas bancarias de fusión como la del BBVA y el Sabadell, como ejemplo de la falta de conciencia patria de los poderosos mientras se defiende la necesidad de una Europa transnacional más unida en torno a las leyes comunes en los temas económicos y fiscales. Siempre que no se toque a ese semi paraiso fiscal que son los Países Bajos, claro.
La OTAN espera a su reunión con Trump de este mes de junio para insistir en esas inversiones en defensa, del 5% del PIB de cada país, que resultan imposibles para todos pero que cambia el reparto de los Presupuestos. Puede que el no tener los hasta el venga bien al presidente Sánchez para convencer a la militarista Europa,siempre bajo la velada amenaza de Israel de aplicar las viejas grabaciones del Pegasus para desestabilizar un poco más al ya desestabilizado sistema político español.