Bajo la mirada del Rey, este viernes, seis de junio de 2025, comienza un duro y extenuante maratón cuya meta está en las urnas electorales de 2027. Serán 730 días de esfuerzos políticos en los que los dos grandes favoritos para ganar, Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez, no dejarán de empujarse en todas y cada una de las zonas por las que va a transcurrir, desde las embarradas cuestas judiciales a las necesarias zonas de avituallamiento que van a tener los participantes.
Llevamos dos años de batallas políticas en el ring público, que nos han ofrecido todas las formaciones y sobre todo los dos grandes partidos. Cada día más agresivos en sus estrategias, cada día más duros en sus puñetazos verbales. Ya se ha producido el gran cambio de escenario: a partir de este mes podemos contar cada paso por los controles y las sanciones que pongan los jueces de la competición.
Es una prueba de fondo, de resistencia política y social, en la que hay un favorito, Feijóo, que puede necesitar ayuda del que aparece como el tercero para subir al podio de los votos y de los escaños, Santiago Abascal; y un posible perdedor, Pedro Sánchez, que ostenta el actual título de campeón desde hace siete años y al que no parece que le vayan a ayudar en el final de la carrera los mismos que lo llevan haciendo desde junio de 2018 con el famoso sprint de la moción de censura.
La Conferencia de Presidentes, que presidirá el Rey, es la línea de salida. Trece presidentes, si contamos con Ceuta y Melilla, todos del Partido Popular, que van a hacer todo lo posible para que Sánchez fracase y sin que el resto de presidentes, incluido al menos uno de los cuatro que tienen en sus camisetas el escudo del PSOE, Emiliano García Page, que intentarán ayudarle en las cuestas que les esperan, no tengan decidido lo que van a hacer en los últimos tramos: ni Junts, ni ERC, ni el BNG, ni el PNV pueden en estos momentos asegurar su posición antes de las elecciones generales y menos aún tras los resultados de las mismas y la necesidad de los pactos. La hora de las medallas de la gestión pública siempre es complicada y poco vistosa, sea más o menos rentable para los partidos y para las personas.
Al Rey Felipe VI le vuelven a colocar en una situación incómoda por la agresiva posición de los políticos que tienen la obligación de ayudar a la Institución, que es la cúspide del sistema constitucional español desde el año 1978, y que afortunadamente se salva del descontento general y creciente de los ciudadanos ante el comportamiento de su clase política, en general, y de su gobierno en particular.
Viernes de caras larga y gestos agrios y domingo de miles de personas - las cifras que se den volverán a chocar en razón de quienes las proporcionen - gritando contra Pedro Sánchez y contra todas las personas que le rodean, tanto en el Gobierno, como en el partido e incluso en su propia familia.
Y así podemos seguir hasta junio de 2027, con granizadas judiciales, barrizales oratorios y daños casi irreparables en la convivencia. Se ha pasado de la discrepancia a la oposición en todo y para todo; de las opiniones distintas a los ataques personales, un clima muy dificl de reconducir sea cual sea el resultado electoral definitivo. Si llega el PP a La Moncloa con Feijóo se reorientará toda la actividad política, económica y social, pero ¿qué pasará si de nuevo una suma de escaños hace que el vencedor en las urnas no sea el que forme Gobierno?
Si (
No(