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Era inevitable la entrada de Estados Unidos en la guerra que inició Israel contra Irán. No es la primera vez que el fuerte hace ver al débil que si no se rinde sin condiciones le golpeará cada vez con más fuerte. Ha pasado con enorme frecuencia en Oriente Medio, desde Irak a Siria y desde Libano a Egipto. Pasó en Europa en la guerra de los Balcanes con la OTAN bombardeando Serbia. Y pasó con el escenario asiático de la II Guerra Mundial con las dos bombas atómicas lanzados por Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki cuando ya había ganado la guerra contra Japón. Tras la victoria tenía que demostrar que poseía el arma de destrucción más potente y terrible de la historia. Comenzó una carrera nuclear que no ha parado hasta hoy.
Existe tal deseo de destruir a Pedro Sánchez en su doble condición de presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE que cualquier declaración o amenaza directa contra él se utiliza en el hoy, sin ver que existe el mañana y que dentro de diez años el actual inquilino de La Moncloa ya no estará en ese palacio, se habrá ido o le habrán expulsado las urnas. Estamos en el teatro de las mentiras y los engaños: se firma una cosa y se dice la aparente contraria, que no lo es. El tiempo es el que permite al presidente jugar en el escenario.
Tiempo de guerras sucias en la política, de resoluciones judiciales e investigaciones de las fuerzas de seguridad y de alianzas y cambios en las grandes empresas que marcan la posición de España en dos sectores tan estratégicos como son la Defensa y las Telecomunicaciones, con Indra y Telefónica en el centro de la tela de araña que explica una buena parte de la posición de Pedro Sánchez dentro de le OTAN y la necesidad de invertir el 5% del PIB, sin que se pueda dejar a un lado otra de las grandes bazas con que cuenta España de cara a Estados Unidos y las exigencias de Donald Trump, la base de Rota, pieza esencial para que los bombardeos de la aviación norteamericana sobre Iran hayan tenido lugar, al igual que lo tiene para el despliegue naval de sus buques de guerra. La Casa Blanca necesita mantener Rota y Moncloa necesita una buena relación con Estados Unidos. Al margen del color del partido que ocupe la presidencia del Gobierno.
Primero juntos y luego por separado, tanto el que fuera Secretario General del PSOE y presidente del Gobierno como el que fuera su segundo para todo, hasta que el Felipe González mató políticamente a Alfonso Guerra para cambiar de forma definitiva al socialismo español, no dudaron en acabar de forma metódica e implacable con cualquier mínima e insignificante disidencia interna. Lo pueden atestigar desde Joan Raventos a Nicolás Redondo y desde Pablo Castellano a Joaquín Leguina, pasando por Rafael Escudero y hasta José Bono, por no hacer más larga la lista. Sus grandes adversarios no fueron ni Manuel Fraga, ni Santiago Carrillo, ni Adolfo Suárez, al que llamaron de forma reiterada “tahúr del Mississippi” en el Hemiciclo del Congreso. Rompieron en pedazos, junto al resto del “Clan de la tortilla” sevillano, al PSOE que intentaba regresar del exilio para hacerse con el poder interno y sentar las bases de catorce años de poder en España.
Utilizar a la OTAN para posicionarse electoralmente es un viejo truco de los líderes del PSOE. LO utilizó Felipe Gonzalez ante el referendum que convocó Leopoldo Calvo Sotelo, con su estudiado y ambivalente: “de entrada, no”, para ganar las elecciones y mantener a nuestro país en la Organización. Pedro Sánchez ha hecho lo mismo: no al 5% del PIB para invertir en Defensa y en detrimento de otras áreas. Es un movimiento obligado ante el deterioro de la situación política en la que vive, una forma de posicionarse a favor de las tesis que defienden la mayoría de sus socios de investidura.
Tras casi cinco horas de reunión del Comité Ejecutivo del PSOE y otras tres de preparación de su rueda de prensa, el presidente del Gobierno dejó su cargo público a un lado y se presentó ante los periodistas como el líder de un partido en el que la traición de dos de sus principales colaboradores y amigos le habían dejado confuso y muy dolido. Pedro Sánchez no lo dijo de forma textual, pero el resumen de sus explicaciones y las respuestas a las pocas y endebles preguntas que le hicieron, es el siguiente: “no me quiero ir, y los que opinen lo contrario que me derroten”.
El 25 de abril de 2015 Pedro Sánchez celebraba el Día De la Rosa asistiendo a una exhibición de aizcolaris en compañía de Santos Cerdán y con Koldo García como estrella. El baracaldés le enseña al entonces secretario general del PSOE el filo del hacha. Ninguno de los tres podía imaginar que diez años más tarde el filo del hacha de la corrupción comenzaría a romper en pedazos al Gobierno y al partido.
Hace 40 años y tras más de otros 25 de coqueteos España formaba su adhesión a la Europa que nos quitaba la verja política que había puesto al franquismo. Los europeos podían venir de vacaciones y llegaron en masa; podían comerciar con las empresas españolas pero políticamente el régimen de Francisco Franco seguía fuera de las normas democráticas que se impusieron por los vencedores tras la II Guerra Mundial. El 12 de junio de 1985 Felipe González firmaba en el Palacio Real, bajo la mirada del Rey Juan Carlos, el ingreso en el exclusivo club de la Europa de Mitterrand y Olof Palme.
Decir quién era José Enrique Serrano es tan fácil como imposible. El profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad Complutense se convirtió con 35 años y durante otros cuarenta en un consejero indispensable para tres presidentes del Gobierno, para dos vicepresidentes, para varios ministros, para varios Secretarios Generales del PSOE y hasta para muchos adversarios políticos, que le respetaban por su característica esencial: la defensa del diálogo como norma de la democracia.
Si el presidente de Francia, el primer ministro de Reino Unidos, el primer ministro de Polonia, el primer ministro de Alemania….y el secretario general de la OTAN, el inefable, dúctil, independiente, objetivo y amigo histórico de España como es el holandés Mark Rutte, dicen que en menos de cinco años Rusia atacará a los países de la Unión Europea habrá que creerlos. Si nos mienten deberían dimitir de forma inmediata y marcharse por utilizar el miedo colectivo para intentar revitalizar las decadentes industrias de los principales países; si aciertan de poco valdrán las descomunales inversiones que significan los 500.000 millones de euros en Defensa a costa de rebajar de forma muy importante el llamado estado del bienestar.
Llevar al Rey a un combate de boxeo es otro disparate más de nuetra clase política, simbolizada por los líderes de los dos únicos partidos que pueden gobernar en España. La Conferencia de Presidentes de este viernes en Barcelona, 48 horas antes de la gran concentración en Madrid que ha convocado el PP, no servirá para nada, no resolverá ningún problema, no ayudará a la gobernabilidad en ninguna Comunidad Autónoma y volverá a colocar a Felipe VI ante la disyuntiva de cumplir con el papel de moderación entre las fuerzas políticas que le adjudica la Constitución.
Bajo la mirada del Rey, este viernes, seis de junio de 2025, comienza un duro y extenuante maratón cuya meta está en las urnas electorales de 2027. Serán 730 días de esfuerzos políticos en los que los dos grandes favoritos para ganar, Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez, no dejarán de empujarse en todas y cada una de las zonas por las que va a transcurrir, desde las embarradas cuestas judiciales a las necesarias zonas de avituallamiento que van a tener los participantes.
El presidente de Ucrania presenta la incursion en Rusia y la destrucción de aviones estratégicos a miles de kilómetros como una gran victors, mientras los negociaciones en Estambul intentan firmar una paz casi imposible; y lo mismo ocurre en Palestina. Se instalan mas colonos en Cisjordania y se mantienen los bombardeos en Gaza y se acepta la paz que propone Trump. La muerte es mal comienzo y peor final. La próxima cumbre de la OTAN, que consagrará el aumento de la contribución financiera europea hasta los 500.000 millones de euros chocará con la realidad: ningún pais puede dedicar el 5% del PIB a Defensa sin recortes muy severos en otras áreas. Toda esa intrincada tela de araña la puso en funcionamiento USA hace cien años con la teoría de los anillos.
Sentarse en un palacio construido a la sombra de la Inquisición, y en el que durante más de trescientos años se tejieron y destejieron todo tipo de conspiraciones que incluían el asesinato como arma de escalar hasta el poder y luego mantenerlo, es como sentarse en una butaca de cine para ver una película de Wes Craven, Darío Argento o Guillermo del Toro. El último en descubrirlo ha sido Juan Manuel Moreno Bonilla, el hombre sin atributos, el antihéroe, el político que parece sacado de la novela inacabada de Robert Musil y que habita entre las dos destemplanzas que definen a Sevilla y Andalucía.
No se darán tregua. han decidido que la política en España se base en la destrrucción y no en el diálogo. No se miran como contrincantes en las urnas, se observan como enemigos detrás de sus respectivas trincheras. No se disparan con propuestas económicas y sociales, se lanzan bombas judiciales. No hablan los partidos, hablan los dirigentes, que tampoco tienen una única voz. La Democracia del disenso ha sustituido a la del consenso. Y no hay marcha atrás. Así hasta que se escuché la voz de las urnas. Debería ser otro el camino, pero ese ya no existe. El barro lo ha hecho impracticable.
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