El Papa Francisco ya es historia, para la Iglesia católica, para los fieles de todo el mundo, y para las relaciones políticas de las grandes potencias y sus dirigentes. Habrá cambios como es lógico, lo que tendremos que comprobar es si el nuevo Pontífice mantiene la actitud del jesuíta y argentino, Jorge Bergoglio ante las guerras de Ucrania y Palestina, ante la carrera armamentística en la que se está embarcado Europa, ante el creciente poder económico, político y militar de China. Para los católicos y para los que no lo son, ha muerto un lider mundial y, al igual que ha pasado con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el equilibrio global se va a modificar. Rusia y China esperan al nuevo interlocutor global.
La convulsión mundial se va a prolongar durante meses. Si alguien piensa lo contrario debe ir con urgencia al oftalmólogo. Donald Trump ha hecho volar por los aires el andamiaje político, económico y militar del mundo. Y sus consecuencias, en España, son difíciles de analizar y menos aún de evaluar en las siempre socorridas encuestas. ¿Qué piensan loos españoles del presidente norteamericano‘, ¿qué opinan de las respuestas que están dando los dirigentes políticos?, ¿a cuál de ellos hace más daño la política arancelaria?. El CIS y el resto de empresas consultoras tienen un trabajo que hacer.
Es el arte el que se adelanta a la historia o la historia la que insiste mil veces en dar la razón a los artistas. Unas veces lo hace por escrito, otras a través de la pintura. La pelea a garrotazos entre Estados Unidos y China por los mútuos aranceles comerciales, en versión de siglo XIX y pintada sobre las desnudas paredes de su casa a las afueras de Madrid la plasmó el aragonés Francisco de Goya hace doscientos años. Se puede ver en el Museo del Prado y comprobar como la violencia no es monopolio de una generación y, ni siquiera, de unos países.
La historia pone condiciones y obliga a estudiar lo ocurrido enre 1955 y 1975 en esa parte de Asia a la que ha viajado el presidente español, Pedro Sánchez, con la intención de lograr un imposible: que China y Vietnam se conviertan en aliados indispensables de Europa para combatir comercialmente a Estados Unidos.
Necesitan intentarlo por pura supervivencia. Si acuden por separado y cada uno con sus propias listas el resultado será catastrófico. No se fian de las intenciones del otro y si no se miraran al hombligo, ni defendieran sus posiciones personales, dejarían que fuesen otros los que lo intentaran. Un imposible. Tanto Irene Montero, como Antonio Maillo y sobre todo Yolanda Díaz desean tener o mantener una parte del poder. Por mínima que sea. Sin su colaboración, sin su ayuda para lograr una mayoría en el Congreso, la izquierda en general perderá en las urnas y perderá en el Congreso. Será el PP de Feijóo, en solitario o con ayuda del Vox de Abascal el que gobierne. Pura y dura matemática electoral.
Entre buscar la paz y mantener la guerra en Ucrania la Europa que lidera el presidente francés, ayudado por el fugado Reino Unido, opta por lo segundo. El resultado sólo puede ser uno: terminar por destruir el territorio que se dice querer defender. El grave problema para los ciudadanos de los 28 países ( contando con el que se marchó tras el Brexit) es que sus dirigentes lo saben pero prefieren mirar para otro lado: para la Rusia de Putin, para la América de Trump y hasta para la China de Jian Ping. ¿Por qué lo hacen entonces?, es la pregunta. Y la contestación: por hacerse el avestruz y creer que el tiempo arreglará lo que ellos no se atreven a hacer: decir la verdad a los que los han elegido.
La gran guerra de Donald Trump, que se explica por los dos billones de euros de déficit que tiene Estados Unidos, va a afectar de manera muy diferente a cada país y a a cada sector. Y permitirá camuflar los gastos disparatados en burocracia que tienen, con la Europa de los 27 a la cabeza. Nos sobra grasa burocrática y nos falta músculo tecnológico de quinta generación.
Todo lo que está pasando en la Unión Europea tras la legada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, desde la aplicación de aranceles a casi toda la industria, a las negociaciones con Vladimir Putin para alcanzar una paz en Ucrania, le vienen muy mal a España y en concreto al actual Gobierno.
La guerra de los impuestos entre las dos vicepresidentas se ha resuelto con una tregua anual, la de este año, que les permite a las dos mostrarse como ganadoras. Un primer asalto para la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, que presumirá de haber conseguido que los perceptores del Salario Mínimo Interprofesional no tengan que pagar impuestos este año; y victoria final para la vicepresidente primera y ministra de Hacienda, que ha impedido que ese mismos salario crezca por encima del actual. Yolanda Diaz logra ese pequeño triunfo, vital para sus propios intereses políticos dentro de la crisis que arrastra Sumar; y María Jesús Montero evita que la subida base del SMI obligue al Estados a gastarse dos mil millones más en los salarios, justo cuando Pedro Sánchez tiene que justificar ante Europa su apoyo al aumento del gasto en Defensa hasta el dos por ciento del PIB.
La penúltima mentira que han puesto en marcha los gobiernos de la Unión Europea es la necesidad de que en todos los hogares cuenten con un kit de supervivencia para tres días, a ser posible con unas dosis de todo por la posible radiación que sufriríamos si se detonaran armas atómicas en su territorio. Las posibilidades de que la Rusia de Putin ataque a uno o a varios países de la Unión son muchas, según los servicios de intelegiencia de Dinamarca, hecho que se produciría antes de 2030.
La deuda pública de los 27 países que integran la Unión Europea está por encima de los 17 billones de euros, de los que 1,6 billones corresponden a España. En ese mismo periodo, el año pasado, la deuda pública de Rusia alcanzó los 364.000 millones y la de Ucrania los 160.000, un poco menos de la mitad. Si miramos a Estados Unidos la cifra de dispara a los 30 billlones , mientras que la de China es exactamente la mitad. Son datos en bruto, que tienen su correlacición con el PIB de cada país y su capacidad industrial y financiera, pero sirven de base para explicar la razón profunda del mantenimiento de la guerra en Ucrania al margen de las intenciones anexioanistas de Vladimir Putin y de la defensa territorial de Volodomir Zelensky.
En octubre de 2011 se estrenó en España una de las mejores películas de este siglo. La dirigió Enrique Urbizu y tuvo a José Coronado como protagonista principal. El título está cogido del Antiguo Testamento judío, concretamente del salmo 48:22 del profeta Isaías: “No habrá paz para los malvados”. Han pasado dos mil cien años y las palabras que escribió el poeta, escritor y asesor de varios reyes de Israel son tan válidas como entonces.
Los políticos españoles no saben salir del barro judicial y territorial en el que están metidos. Da lo mismo que se mire al Gobierno como a la oposición, que se piense en una retirada imposible de Pedro Sánchez antes de que termine la Legislatura, o que se intente cambiar a Alberto Núñez Feijóo por otro líder que tenga más capacidad de arrastre entre los votantes de la derecha . Hay jueces para todos y eso es lo peor de la historia. No es que sobren los administradores de la Justicia, todo lo contrario, el problema es la utilización de los mismos en el terreno político. Los tiempos de unos y otros son muy distintos.
El presidente de Vox ha salvado políticamente al presidente de la Generalitat y al presidente del Partido Popular. Santiago Abascal ha dado el sí al acuerdo de su partido con Carlos Mazón para que haya Presupuestos en la Comunidad Valenciana y, la mismo tiempo, le permite a Alberto Núñez Feijóo mantener ante los suyos su defensa del presidente valenciano. Nada ha cambiado socialmente tras el desastre de la Dana, pero la nueva unión de las dos derechas la ha proporcionado a Mazón la única salida que tenía para llegar al final de la Legislatura.
Es la “lady halcón” de la política europea, la más beligerante frente a la nueva posición de Estados Unidos, pese a aceptar que la UE apruebe 800.000 millones de euros en Defensa para crear un ejército propio, paralelo a la OTAN, y dispuesto a llevar a soldados de varios páñises a combatir a Ucrania. Máxima sostenedora de Volodomir Zelensky se lleva bien e incluso muy bien con Pedro Sánchez, pero su “nuevo amigo político” es el francés Emmanuelle Macrón.
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