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La Apertura del Año Judicial coloca al Rey Felipe VI ante una coyuntura parecidas a la que tuvo su padre hace 48 años. En el inicio de la Democracia el “ruido de sables” en la vida pública era evidente, con seguimiento puntual en los medios de comunicación, hasta desembocar en el intento de golpe de estado protagonizado por altos mandos militares y con la presencia de un grupo de guardias civiles, a las órdenes del teniente coronel Antonio Tejero, mandando a los parlamentarios al suelo a la espera de un cambio en el Gobierno que sustituyera a Leopoldo Calvo Sotelo - que iba a ser elegido presidente - por un militar que parara la deriva constitucional que habían iniciado el Rey Juan Carlos y Adolfo Suárez, en su papel de primer ministro.
Con una vicepresidenta candidata en Andalucía y otros tres ministros teniendo que enfrentarse a las urnas en territorios hostiles, en Moncloa se les ha ocurrido la operación casi imposible: convertir al presidente de Castilla la Mancha en vicepresidente primero del Gobierno, en una remodelación del Gabinete que parece obligada y hasta urgente. De la oposición interna al poder y a colocarse como posible sucesor. Un caramelo tan dulce como envenenado.
El mejor resumen de la entrevista que Pepa Bueno le hizo al presidente del Gobierno como gran arranque de la nueva temporada informativa lo hizo, durante una rueda de prensa en 1999, el entonces entrenador del Barcelona, Louis Van Gaal, al dirigirse a uno de los comentaristas que críticaban el futbol que hacia el equipo: “Siempre negativo, nunca positivo”. La frase tuvo éxito y durante años se aplicó a todos aquellos que siempre ven la botella medio vacía, por más líquido que contenga. Para Pedro Sánchez eso mismo es lo que lleva haciendo Alberto Núñez Feijóo desde que ganó las elecciones generales de 2023 en número de votos pero perdió el Gobierno por carecer de los apoyos parlamentarios que necesitaba.
Sigue el fuego quemando hectáreas de bosque y destruyendo el futuro de miles de familias y todo lo que se le ocurre al jefe de la oposición es pedir una registro de pirómanos y convertir el Senado, la Cámara de representación territorial en una “comisaria política” en la que la mayoría absoluta de la que goza el Partido Popular someta a interrogatorios a varios ministros, comenzando por la titular de Defensa. Error sobre error para intentar, de nuevo, tapar la realidad. Margarita Robles les dió una lección de eficacia y responsabilidad a los que tenían la misión de no escuchar, no entender, no avergonzarse por su comportamiento.
El presidente del PP y único aspirante con posibilidades de vencer a Pedro Sánchez y sentarse al frente del Gobierno ya ha encontrado a los dos mejores puños que tiene dentro de su partido para golpear una y otra vez al inquilino de La Moncloa y a todo aquel ministro que se interponga en su camino. Auténticos pesos pesados en su categoría, con experiencia y que se disputan entre ellos cual de los dos tiene mejor pegada frente a sus adversarios. Miguel Tellado, actual Secretario General, llegó desde Galicia como hombre de confianza de Alberto Núñez Feijóo, al que había ayudado a ganar varias elecciones autonómicas con mayoría absoluta; Elias Bendodo era un fichajes externo, recomendado por el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, y con su propia experiencia política desde sus inicios como concejal en Málaga.
Para entender las razones que tiene Vladimir Putin para no destruir Kiev y acabar con la guerra es necesario leer la gran novela del conde Nicolaievich Tolstoi escrita a partir de 1865 por entregas en la revista “El Mensajero ruso” y editada como libro cuatro años más tarde. En “Guerra y Paz” están todas las claves que explican el deseo del presidente ruso de ganar la guerra de Ucrania sin tener que destruir su capital. En Kiev nació el “alma” de un Imperio que abarcaba gran parte de la actual Polonia, toda Bieolorusia, parte de Turquía y proporcionaba a los Zares una posición de privilegio en el Mar Negro y su salida al Mediterráneo.
Le hace una estupenda entrevista Javier Menendez en La Razón y el gitano que es cantaor y filósofo José Soto Soto, que colocó el Mercé como bandera para subirse a un escenario, inventa una palabra que describe a la perfección el sentimiento que domina a la España de hoy:”tragirrabia”, esa fusión creativa que se esconde en el flamenco para que se entienda el caminar del desgarro, que arranca en la entrepierna, sube por la garganta y estalla en ese idioma de palabras rotas y gritos que susurran entre palmas y cuerdas de acero y bronce, para que el arañazo se convierta en música, y el duende salga de su invisibilidad.
Se niegan a reconocer en público la evidencia. Todos los líderes políticos, todos con independencia de su credo político , desde Washington a China, pasando por la inquieta América del Sur, el Africa de las guerras tribales y la Europa que intenta mantener una posición en el mundo que ya no tiene, ni parece que lo vaya a tener, saben que ni el presidente ruso, ni el primer ministro Netanyahu van a parar en sus dos caminos en Ucrania y en Gaza y Cisjordania e incluso en el sur del Líbano.
Fueron 202 los escaños que consiguió el PSOE de Felipe González el 28 de octubre de 1982. Han pasado 43 años y los socialistas de Pedro Sánchez siguen en el centro de los escándalos, con una estrategia por parte de la derecha política, que dice y hace todo lo que puede siguiendo el llamamiento de José María Aznar; y una derecha judicial que existe y no dice pero hace a través de los distintos sumarios que siguen abiertos. Los que imlican a dirigentes y ex dirigentes del PSOE son de largo recorrido y pasarán años antes de que puedan llegar a juicio y tener una sentencia; los que afectan al PP aparecerán para ser contados de nuevo en las vistas orales en un par de meses. Si los dos grandes partidos se empeñan en mantener las guerra de destrucción los ciudadanos presenciarán el peor de todos los espectáculos políticos de nuestra democracia: el lanzamiento desde los dos lados de la trinchera ideológica de misiles con una palabra en su costado: corrupción.
Se trata de que el nuevo curso político se parezca lo más posible al anterior. Debates sin sentido como los de las titulaciones profesionales mientras siguen recorriendo los pasillos judiciales las mismas acusaciones y los mismos protagonistas. Las cacerías personales y políticas continúan, con el Fiscal General, como el gran trofeo a conseguir. Su cabeza tiene un precio, como lo tiene la de Santos Cerdán y la del resto de acusados.
El presidente de Estados Unidos no ha necesitado abrir ningún balcón para que los nobles de la Corte que acompaña al hombre que se sienta en el gran sillón de la Casa Blanca vieran sus cañones. A Donald Trump le ha bastado con extender su brazo sobre el enorme campo de golf de 36 hoyos de Aberdee, en Escocia, mientras le decía a Ursula Von de Leyen, la flamante presidenta de la Comisión Europea: “estos son mis poderes”. Los aranceles del 15% sobre los productos que Europa venda a Estados Unidos son, en palabras de la débil representante de los intereses europeos: “el mejor acuerdo posible”.
Cambian los titulares y sus protagonistas pero no los formatos que utilizan los partidos españoles y sus dirigentes, la inmensa mayoría convertidos en ágrafos tecnológicos, incapaces de entender y aún menos utilizar las auténticas armas de destrucción masiva. Aparecen los curriculum falsos y se mantienen las corrupciones; aparecen Noelia y Cristobal y se mantienen Begoña y Santos. Los jueces siguen en el centro de las batallas. Y todo es diferente desde hace más de diez años. La mejor referencia está en Estados Unidos y las dos victorias de Donald Trump, bien acompañado en la última de ellas por las mayores fortunas tecnológicas del planeta Tierra. Aquí asistimos a las peleas a garrotazos mientras que tanto en USA como en China se construyen gigantescos almacenes de datos con detallados perfiles de miles de personas, las mismas a las que se lanzarán los drones invisibles del pensamiento inductivo.
El último ejemplo está en la derrota parlamentaria del Gobierno. Hemos visto a las minorias nacionalistas emplear cada una de sus lenguas. El disparate contínua y es la principal arma que tienen desde Junts al BNG o el PNV para avanzar en sus deseos separatista, que terminarían con la España que conocemos. Paso a paso, sin desmayo y con chantajes legalizados se avanza de forma imparable en contra de la razón, la solidaridad y la economía de los recursos públicos. Somos el único país en toda Europa, en la que existen unas abundantes lenguas de caracter regional o autonómico, que se permite ese “lujo desintegrador” que ningún partido se atreve a cortar. Tampoco ese Tribunal Constitucional que debería velar, de verdad, por el bien común y no por los intereses coyunturales de unas minorías. Su actual presidente, Conde Pumpido, pasaría a la historia si diera ese primer paso.
En dos años, los que transcurren entre 1992 y 1994, el sistema político italiano que se estructuró tras la II Guerra Mundial saltó por los aires. El bipartidismo imperfecto que se repartió el poder durante cincuenta años dejó paso a una investigación sobre cinco mil personas y a unas condenadas que afectaron a mil doscientas de ellas. La Democracia Cristiana de Aldo Moro (asesinado), Giulio Andreotti y Francesco Cossiga se deshizo; y el Partido Socialista de Sandro Pertini, Pietro Nenni y Bettino Craxi desapareció con este último huído a Túnez antes de ser detenido por corrupción. Hasta el Eurocomunismo que puso en marcha Enrico Berlinguer junto al francés George Marcháis y el español Santiago Carrillo tuvo que transformarse y cambiar de nombre.
El presidente del Gobierno y su “Comité de Salud Pública” sigue ofreciendo cabezas a la guillotina sin tener en cuenta que la afilada hoja sirvió para cortarle la cabeza al mismísimo Robespierre. Una vez que se instala en la plaza pública para deleite de los ciudadanos se convierte en un Moloch sediento de sangre. Para no viajar tan lejos y mientras la vieja Europa se inclina con reverencia ante uno de los sucesores de aquella Revolución que se trasladó al llamado Nuevo Mundo, podemos quedarnos en el último tercio del siglo XX cuando los sueños de los pobres de la Tierra eran aplastados por la gerontocracia del que presumía de ser la interpretación realista del marxismo teórico de dos burgueses alemanes.
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