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De acuerdo con lo anunciado por la Reserva Federal el 4 de mayo, cuando elevó los tipos en 50 pb -el primer aumento de este tamaño desde el año 2000- y apuntó que “habrá más sobre la mesa en las dos próximas reuniones”, se inicia un proceso paulatino de reducción de su balance, no mediante la venta de los títulos acumulados durante los años de crisis financiera y de la pandemia, sino dejando que los bonos y las letras lleguen a su vencimiento sin adquirir nuevos títulos para reemplazarlos.
Si los gobiernos no afrontan que llega el tiempo del sacrificio y que no estamos en el escenario de 2020, el ajuste fiscal, se hará más tarde, pero habrá de hacerse igual. Mientras se llega a aguas menos revueltas y confiando que el temor no llegue a sismo, el dólar seguirá siendo un lugar donde encontrar algo de refugio y se apreciará más contra casi todo
Van emergiendo los halcones en el BCE. Muy a pesar de su presidenta, que se ve obligada a contrarrestarles diciendo que no tiene sentido “estar obsesionado con un día, una hora del día” en referencia a si la primera subida de tipos tendrá lugar en julio, como apuntan cuatro miembros del directorio, o en septiembre como fecha más probable. El mercado se ata ahora a los halcones y asigna una probabilidad del 70% a que el alza se producirá en julio.
Más allá de las incógnitas conocidas que solo puede despejar en parte el final de la guerra, no se debe, y sin embargo se está dando por hecho, la victoria electoral del actual presidente francés. Otro resultado sería una sorpresa mayúscula y estaría muy lejos de ser bien recibida. La respuesta del euro, de las bolsas y de los mercados de bonos no sería menor, al margen de que incluso en el caso de que la sorpresa no salte,
| William Dudley, gobernador del Banco de la Reserva Federal de Nueva York hasta 2018. |
La inversión de la curva del rendimientos del Tesoro norteamericano, que ya se da, podría interpretarse como muestra del temor emergente a una recesión, pero los indicadores, incluso los de alta frecuencia, aunque los hay que empiezan a debilitarse, no dan síntomas en absoluto claros de que se esté gestando. De ahí que la complacencia domine sobre la inquietud
Acaban de publicarse los PMI (Purchasing Managers Index / Índice de Gestión de Compras) de la eurozona de marzo. Todavía bastante por encima de 50 cuya ruptura anunciaría un periodo contractivo, pero en mínimos de 14 meses. Cae a 56.5 desde 58.2. En España, el mínimo es de 13 meses, y cae a 54.2, el más bajo de los principales países europeos. Las perspectivas no son buenas de cara a abril, y es que la confianza de las empresas en el futuro cae a su mayor ritmo desde el inicio de la pandemia.
Veremos hasta qué punto, y durante cuánto tiempo, los mercados consideran que se mantiene la independencia de los bancos centrales respecto al poder político. Las expectativas de inflación a 5 y 10 años, tanto en EE.UU. como en Europa, se mantienen en un rango entre el 2% y el 3%. Eso es señal de que hay confianza en esa independencia. Y más nos vale…
Los que estén más vinculados al mundo de las materias primas habrán seguido con atención la crisis que está viviendo el LME a consecuencia de lo ocurrido con el Nickel. El mercado que marca precios mundiales hubo de cerrarse el día 8 de marzo porque no funcionaba. Ahora, en su mayor crisis en sus 145 años de historia, está luchando por reabrir. Sin éxito. La sesión del viernes que tenía que iniciarse a las 9.00 am, retrasaba su apertura en 45 minutos por supuesto problemas técnicos, para tener que cerrase inmediatamente después.
Extraña que el dólar, que es la moneda refugio, se haya apreciado tan poco tanto durante la pandemia como ahora con la guerra de Ucrania
El mercado asume que el conflicto puede prolongarse entre 3 y 6 meses, con la consecuencia de reducir el crecimiento, retrasar la moderación de la inflación y la normalización de las cadenas de suministro, el aplazamiento de la consolidación fiscal al menos un año, y la moderación de la normalización monetaria en Europa
| El economista jefe del BCE, Philp Lane, con Christine Lagarde. |
| Emmanuel Macron y Vladimir Putin negocian sobre Ucrania. |
En periodo de descuento para la primera subida de tipos de interés en EE.UU. en este ciclo, los mercados apenas acaban de empezar a incorporar la crisis con Rusia. El precio de la energía en Europa es la gran inquietud.
El BCE ha generado un cambio de expectativas. La repercusión ha sido general en los precios de todos los activos directamente implicados. Es conocido. También en el euro. Básicamente pasamos de un escenario incierto (eso que llaman flexible), solo en la Reserva Federal, a un escenario también incierto en el BCE.
| Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal norteamericana. |
Si las tasas intermensuales de inflación se moderan, lasinteranuales irán en progresivo descenso y los precios irán perdiendo protagonismo económico
| Susan Athey, actual presidenta de la Asociación de Economistas norteamericanos. |
Desde el inframundo
Entre los motivos más sólidos que pueden enumerarse para que una divisa se aprecie, de un modo más o menos consistente, es muy poco probable que se mencione la inflación. De hecho, habría de aparecer en la lista de lo contrario. ¿Qué otra cosa es la inflación sino la pérdida de valor de la moneda?
Que cambie el último dígito del calendario, no cambia esto, como tampoco lo está haciendo la opinión de los actores del mercado, que continúan, en su amplia mayoría, vinculando la mayor o menor fortaleza de la divisa norteamericana a su diferencial de inflación con el resto del mundo.
Vale, no se presenta de este modo, pero es en lo que consiste. Precios más altos y una divisa más fuerte es la mayor contraindicación para una economía que quiera corregir su déficit exterior, y si para atraer el capital que necesita, se ve obligado a pagar más a los inversores, entonces el problema no hace sino aumentar. Así ha sido siempre. Al menos hasta que los tipos empezaron a manipularse del modo que se ha hecho.
Ahora, con poco más que se pague, o se espera que se pague, la balanza de movimientos de capital, bascula, y el tipo de cambio, fiel de esa balanza, lo hace en sintonía. Es el inframundo de los economistas, donde habitan fuerzas misteriosas de difícil interpretación racional, pero que se utilizan como argumento para explicar cómo y porqué se mueve el dinero.
AUMENTA EL CONSENSO
Podría aparentar que, ante la dificultad de conciliar la ciencia económica con los hechos, las visiones entre estos científicos sociales tenderían a ser cada vez más discordantes. Pues no. Según la última encuesta a sus miembros de la Asociación de Economistas norteamericana, el consenso en aspectos considerados clave aumenta de forma singular. Efectuada una vez cada 10 años, en la correspondiente a 2021 más de un tercio de los encuestados estaban “muy de acuerdo” con las tesis que se les planteaban.
Hace 10 años (2011) este caso se daba en el 15% y diez años antes (1991) no llegaba al 10%. El consenso es muy amplio (86%) cuando se trata de dar importancia a la inadecuada distribución de la riqueza, o a la excesiva concentración del poder empresarial (85%). También en que la Reserva Federal no puede manejar por si sola el ciclo económico y que precisaba de la asistencia fiscal del gobierno; o en la importancia económica del cambio climático.
Y LA CULPA ES DE...
Aparenta que los economistas, al menos los norteamericanos, se están alejando de las tesis más cercanas al liberalismo económico para acercarse a otras más proclives a la intervención de los gobiernos. No es extraño entonces que, desde una publicación liberal tan influyente como es The Economist, HYPERLINK "https://www.economist.com/leaders/2022/01/08/democrats-seem-drawn-to-hare-brained-schemes-to-control-inflation" se reproche al presidente de EE.UU. la tendencia a culpar de la tensión en precios, -que tanto disgusto le causa en las encuestas-, a los mercados manipulados y a las grandes corporaciones que buscan ampliar sus márgenes.
Nada que ver con el incremento de la deuda y la impresión masiva de dinero y su consecuencia en los mercados de valores, que multiplican por cuatro el crecimiento del PIB, o con la ausencia de mejoras de productividad. Parece que las sociedades, sus gobernantes y por lo que se ve, sus científicos sociales, se han hecho adictos a la deuda y a la vista de cómo van las cosas, no ven el momento de regresar del inframundo donde resultó que sí existía el árbol del dinero. Algunos en Europa, sin mucho ruido y menos eco, advierten que este sueño no puede durar para siempre, y es que ya advirtió Goya en una de sus obras, que “el sueño de la razón produce monstruos”. Veremos dónde está el dólar al despertarnos.
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