José Manuel Pazos

Mientras que en un poco usual comunicado, la agencia de calificación crediticia Fitch advertía el viernes que la nueva administración norteamericana representa un riesgo para la economía global: “…prolongada volatilidad en los mercados de divisas y otros mercados financieros”, algunos de esos otros mercados financieros disfrutaban en la misma sesión de nuevos máximos de todos los tiempos en anticipo del “Plan fenomenal” que en materia de impuestos podría ser concretado por la Casa Blanca en las dos próximas semanas, según anunció el jueves el Presidente.
La promesa del presidente de EE.UU. de llevar el crecimiento a una tasa anual del 4% es más exigente ahora que sabemos que la economía creció un 1.6% el pasado año, un punto menos que en 2015 (2.6%), y el menor de los cinco últimos años.
Puede ser el desconcierto y no la calma la causa de la aparente estabilidad con la que se recibe la avalancha de acontecimientos cuyas consecuencias resultan imposibles a corto plazo de evaluar.
En estos tiempos, en los que comprar títulos de renta fija a muy largo plazo que devuelven menos de lo invertido, se ha convertido en uno de los mejores negocios financieros, es importante no perder el anclaje que da el sentido común, aunque tarde lustros en pasar factura. Ocurrió con la inversión inmobiliaria donde se hizo mucho dinero sin pensar en quién pagaría la cuenta; hasta que lo supimos.
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