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odo el abanico político que Yolanda Díaz ha conseguido englobar bajo el difuso paraguas de Sumar logró en las elecciones de noviembre de 2019 tan sólo 38 escaños, los 35 de Unidas Podemos, los dos de Más Madrid y el solitario de Compromís. Esa es la cifra casi imposible que la actual vicepresidenta del Gobierno espera alcanzar. Para llegar a ese objetivo no basta con que sume los votos conseguidos por las formaciones muy pequeñas que se quedaron sin escaños, merced al castigo de la Ley D´Hont, debería “recibir” desde el área del actual PSOE un flujo de votos que es más ilusión que realidad.
Olga Heras
La caída a los infiernos de la ministra de Igualdad se ha ido fraguando a lo largo de una legislatura, en la que ha pasado a ser el verso más incómodo del Consejo de Ministros. La estrella de Irene Montero, que brilló en todo su esplendor en los primeros compases de su relación con Pablo Iglesias, se ha oscurecido conforme legislaba desde su Ministerio y emitía sus encendidas arengas desde el Hemiciclo del Congreso, contra jueces, políticos o medios de comunicación, que disintieran de sus propuestas. Tras la “tocata y fuga” de su compañero Pablo iglesias se convirtió en la “bestia negra” de la derecha española y de gran parte del PSOE.
Todo un doctor en Ciencias Políticas y profesor de esa materia debe o debería conocer lo que ocurrió hace 157 años en las costas sudamericanas y que dió lugar a que un gallego y contralmirante de la Armada Real pronunciara una de esas frases que llevamos repitiendo a lo ancho y largo de ese siglo y medio. Puede aplicársela a sí mismo, comentarla con dos ministras que están a punto de dejar de serlo dentro de unos meses, y utilizarla para responder a los que fueron compañeros y ahora enemigos, desde a Yolanda Díaz a Ada Colau pasando por supuesto por Iñigo Errejón.
El 23 de julio no habrá ganador claro, sino simplemente un perdedor. Eso ourre cuando las eleccionse se celebran sin líderes carismáticos que es lo que las sociedades occidentales modernas demandan a los políticos que de esta manera tienen que buscar convertirse en estrellas y cuando no lo consiguen los comicios se convierten en algo gris donde todo se dilucida a los puntos y por cansancio de los electores.
| Pedro Sánchez con la exsecretaria de Estados de Estados Unidos, Hillary Clinton. |
En el mundo del boxeo es el aspirante el que renta al poseedor del título la mayoría de las veces. Sólo cuando el dueño del cinturón está convencido de su victoria élije al contrincante que cree más débil y le deja subir al cuadrilátero. En la política española de estos días está ocurriendo todo lo contrario, es el campeón, Pedro Sánchez, el que renta al aspirante, Alberto Núñez Feijóo, no por considerarlo el más débil; lo que busca el actual presidente del Gobierno es acentuar ante los ciudadanos el mismo mensaje que le llevó hasta el palacio de La Moncloa: la izquierda no tiene otra alternativa, o me vota de forma masiva a mí o le entrega el poder a la dura derecha.
La misma pesadilla que tenía Pedro Sánchez a comienzos de 2019, con Pablo Iglesias paseándose por sus sueños con el cargo de vicepresidente del Gobierno a cambio del apoyo de sus 35 escaños, la tiene ahora Alberto Núñez Feijóo con Santiago Abascal exigiéndole lo mismo. El presidente del PP quiere que los escaños que consiga Vox le den la mayoría absoluta en el Congreso a cambio de incorporar exigencias de Vox pero sin ninguno de sus dirigentes en el Ejecutivo.
Tras el batacazo socialista y la euforia popular tanto Pedro Sánchez, con su convocatoria de las generales por la vía rápida, como Alberto Núñez Feijóo con su llamada a mantener el espíritu de victoria, buscan lo mismo: seguir avanzando hacia el bipartidismo perdido.
Una larga noche de recibir golpe tras golpe en toda España han llevado al presidente del Gobierno a tomar la decisión que entraña más riesgo para él y para su partido. La más democrática y la más estratégica para intentar el milagro de la supervivencia. Fiel a su manera de comportarse desde que consiguió la dirección del PSOE, Pedro Sánchez ha lanzado un auténtico órdago a su partido y por encima de todos los dirigentes políticos, a España.
Lo esperaban y lo han conseguido. Tanto la presidenta madrileña como el alcalde de la capital no necesitan a Vox para gobernar. Tienen mayorías absolutas, pero es muy posible que en la negociación global en la que se va a embarcarse el PP, el precio de algunos escaños y concejales en otros puntos impliquen concesiones a Santiago Abascal que puede estar contento. Vox es la única de las tres fuerzas que surgieron desde el 15M que se mantiene en pié.
Comienza la etapa de los pactos en la mayoría de las doce Autonomias y los más de ocho mil Ayuntamientos que estaban en juego este domingo. Habrá ganadores que no gobernarán y ganadores que sí lo harán pero a costa de caras cesiones a sus necesarios compañeros en las mayorías absolutas. La ola azul que pedía Núñez Feijóo se ha convertido en un tsunami en la Comunidad de Madrid, en Andalucía y en la Comunidad Valenciana. Cabalgando sobre élla el presidente de los populares está más cerca de La Moncloa.
España, de cara a las elecciones que marcarán 2004, desde las europeas a las rusas y ucranianas, para terminar en las norteamericanas, se ha convertido en la aguja necesaria para recoser el Continente y, también en la tijera para terminar de romper una UE que hace aguas de la mano de dos mujeres, una alemana, Úrsula von der Layen, y otra francesa, Christine Lagarde, que amenaza con romperse en pedazos políticos y financieros.
La misma izquierda que el 15 de mayo de 2011 ocupó las calles y sirvió, con sus protestas, que el PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero perdiera las elecciones generales que se celebraron cinco meses más tarde, puede que consiga lo mismo en este 2023. Ahora está dividida como entonces, el pequeño grupo de dirigentes universitarios que se convirtió en su “representante” se rompió por las ambiciones internas, pero logró lo que parecía imposible de conseguir en la España que zozobraba en mitad de la mayor crisis del capitalismo desde hacia cien años, llegar al poder con una Vicepresidencia y cuatro Ministerios en el Gobierno de España.
Seis candidatos para conquistar el palacio de La Cibeles y nada nuevo bajo los focos de Tele Madrid. Tampoco dicen nada nuevo las encuestas y menos las que intentan trasladar los datos a nivel nacional a la realidad de cada Municipio. Las cifras de votos conseguidos por cada formación en 2019, actualizados de cara a lo que puede ocurrir el próximo domingo, arrojan una victoria Indudable para la derecha, con la única duda de si José Luís Martínez Almeida necesitará o no a Javier Ortega Smith para la mayoría absoluta.
La presidenta madrileña y el presidente de Castilla la Mancha se han unido de nuevo en sus ataques a la izquierda que representan Podemos y Bildu. Para Isabel Díaz Ayuso y para Emiliano García Page es una necesidad conseguir la mayoría absoluta en las elecciones del 28 de mayo. La primera sabe que va a ganar y que va a gobernar pèro quiere hacerlo sin la mlestia de Vox; el segundo cree que los votos que necesita para mantener se e el poder tienen que llegar de aquellos que rechazan tanto al PP como al Gobierno de Pedro Sánchez.
En esta carrera de fondo en la que se ha convertido 2023, las doce citas autonómicas y las 8131 de otros tantos Ayuntamientos, son tan sólo una muestra de hasta qué punto los deseos de conservar el poder o alcanzarlo logra que las mentes de los dirigentes políticos se nublen, casi tanto como los de miles de aficinados al futbol que no dudan en insultar y denigrar a los adversarios de sus equipos. Y el escándalo de Valencia de este domingo es un excelente ejemplo, con el árbitro ejerciendo de pirómano sobre el cesped. El socialista Illa espera que una subida del PSC lleve al presidente Pere Aragonés a conovocar elecciones o, al menos, cambiar el Gobierno.
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