Diego Armario

La simpleza no es la sencillez: es la ausencia de criterio, el desconocimiento del pudor y el calentamiento global de la única neurona de la que disponen los lenguaraces.
“Si hubiera nacido en un país salvaje, sin literatura, sin novelas, sin leguaje escrito, habría hecho por las mañanas varias leguas de marcha para llegar a la cabaña del vecino más próximo y decirle: compañero vengo a contarte una historia muy interesante que se me ocurrió anoche…”

Este oficio de escribir todos los días me obliga a tener la mente abierta, los ojos y oídos atentos, la imaginación engrasada, el lenguaje presto, la conciencia no hipotecada y las espaldas anchas, por lo que me pueda caer encima.

Los cachos, que es como se llama a los cuernos en la América que mejor habla el castellano, forman parte de la historia de la humanidad desde que Adán engaño a Eva por primera vez, probablemente con una cabra, de forma nocturna y alevosa.
Hónrome con la amistad de un hombre del teatro que cuando comenzó, años ha, en el oficio de comediante, cómico, caricato y actor dramático, estudió arte escénico y recibió clases de vestuario, consistentes en aprender cómo debía moverse en escena, dependiendo del traje o ropas que su personaje llevase puesto.
El astronauta del Apolo XIII, Jack Swigert, dijo una frase algo parecida a la que se ha popularizado cada vez que nos enfrentamos a un riesgo, y hoy en política internacional existen similares sensaciones con el acceso a la Casa Blanca de su nuevo inquilino.
Hoy ya no es día de felicitaciones porque han pasado las fechas en las que unos se deshacen en buenos deseos y otros despotrican contra la bondad humana, pero entre la chuparquía y la respuesta malaje siempre quedará un espacio para la educación y las buenas costumbres.
En estas fechas hay gente que se esmera en ser amable porque más vale cruzar la frontera del fin de año y comienzo del siguiente con buena cara y mejores sensaciones que con el carácter agriado, pero hay algunos tipos que, por más violencia que se hagan son incapaces de esbozar una sonrisa y dar una respuesta que no sea un improperio.

Ya sé que no se estilan las tradiciones porque lo que mola en España es ir por la vida denostando cualquier costumbre añeja, sobre todo si tiene alguna connotación religiosa, a pesar de que en el mundo desde hace 2016 años se viene celebrando la Navidad.

Pablo Iglesias siempre supo lo que quería ser de mayor.

He guardado silencio durante estos días sobre la situación que vive el partido socialista porque cuando escribo intento dar más importancia a los datos que a las impresiones y por eso he evitado sumarme a la orgía desenfrenada de quienes se excitaban con la sangre salpicada que manchaba los cristales de la calle Ferraz.
Desde que Penélope Cruz gritó el nombre de Almodóvar en la ceremonia de los Oscars no se había oído nada similar hasta que Miquel Iceta, en la fiesta de la rosa de Cataluña, durante la jornada de reflexión, fuera de sí ,y ésta vez sin bailar, pronunció el nombre de Pedro… Sánchez, pidiéndolo por Dios que aguantase a las presiones y que nos librase del PP y de Rajoy.
La teoría del caos explica que el resultado de algo depende de distintas variables y que es imposible de predecir. Por ejemplo, si colocamos un huevo en la cúspide de una pirámide no sabremos hacia dónde caerá.

El otro día leí un artículo de un joven periodista que sostenía que en España está mal visto ser de izquierdas, y me pareció una simpleza digna de un simple porque por suerte en nuestro país la gente es muy plural, los medios de comunicación atienden intereses ideológicos y económicos de un lado y de otro, la sociología dice que nuestra sociedad es políticamente de centro izquierda, y el partido que más años ha gobernado aquí ha sido el Psoe .

Conozco a un vecino que tiene un amigo que es funcionario de carrera al que le habría venido muy bien que le nombraran Director Ejecutivo del Banco Mundial, que es un puesto con un sueldo anual de 226.000 euros, libres de impuestos.

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