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Pedro Sánchez nombró a Máximo Huerta ministro de Cultura y Deportes con la voluntad de cesarlo a los escasos días de su toma de posesión. Necesitaba aparentar que comenzaba su presidencia degobierno con una total intolerancia contra la corrupción, aunque contrariamente a esa apariencia la principal seña de identidad de su mandato está siendo lo contrario.
Emmanuel Macron, Presidente de la República Francesa, se ha llevado una hostia de una señora 25 años mayor que él, pero como ambos tienen “derecho a roce” se supone que esa agresión ha sido un asunto privado.
Pablo Iglesias es un tipo inteligente capaz de desviar el foco del insulto que le ha dirigido Pedro Sánchez, cuando le ha llamado «maltratador» , al convertir esa agresión verbal en una metáfora. El tabernero de Lavapiés, consciente de que está fuera de juego de la política institucional, ha evitado meterse en ese jardín del que sabía que no podía salir airoso, pero de haber tenido agallas le habría dicho : “Pedro, el maltratador eres tú”, porque cada uno de ellos tiene una especialidad distinta sobre los abusos que cometen.
La relación de periodistas asesinados en el ejercicio de su profesión o muertos en las guerras que cubrían para sus periódicos es amplia y en ocasiones imprecisa, porque no siempre ha sido posible acreditar las circunstancias en las que perdieron la vida pero , como se dice en este trabajo que algún día fue romántico e incluso honesto, esos accidentes son gajes del oficio.
José Bono es un travestido integral, un personaje de opereta, un aprovechado sin principios al estilo de Groucho Marx, que decía “estos son los míos, si no les gusta, tengo otros”. En el fondo ni siquiera sabe quién es, aunque al final ha descubierto quién quería ser… y lo ha conseguido.
La sultana Aixa, madre de Boabdil el chico, le recriminó su falta de gallardía cuando derramó lágrimas por haber perdido la ciudad de Granada. Sus palabras fueron “lloras como mujer lo que no has sabido defender como hombre”.
El escaparate de macarras del pensamiento que pueblan los programas de las televisiones en España no es la consecuencia de una errónea selección hecha por los directivos de esas cadenas, sino un plan de devaluación del pensamiento crítico de la sociedad.
Bernard Shaw escribió que “ el odio es la venganza de un cobarde” y yo añado que también es la rabia incontrolable de un mediocre fracasado. Por eso Pedro Sánchez y su banda no pueden soportar el éxito social y político de Isabel Díaz Ayuso que gobierna con mayoría absoluta y es referente dentro y fuera de nuestras fronteras.
En coincidencia con el liderazgo oficial de dos psicópatas contradictorios que se han puesto de acuerdo para dominar el mundo hasta que la muerte los separe, a los europeos nos ha explotado entre las manos la peor crisis de seguridad y defensa desde la Segunda Guerra mundial.
Va camino de los 89 años y las crónicas cuentan que millones de personas rezan para que sane. En un hospital de Roma está muriendo un hombre que se llama Jorge Mario Bergoglio. Es un Cardenal que fue cura argentino y al ser elegido Papa de Roma cambió su nombre por el de Francisco.
El ministro José Manuel Albares es un hombre cortito y esa escasez de centímetros le trae a mal traer porque no puede evitar compararse con la gente que le saca dos cabezas. En pocos días ha cesado a los embajadores de España en Croacia y en Bélgica (Juan González Barba y Alberto Antón Cortés) por publicar, el primero, un artículo en defensa del Rey Felipe, Jefe del Estado, y el segundo por haber dado una cabezada mientras el ministro recitaba una soporífera conferencia en una reunión de embajadores.
Donald Trump ha indultado a 1.500 delincuentes que asaltaron el Capitolio, y Joe Biden lo ha hecho preventivamente con cinco de sus familiares por si un día les pillan traficando con droga. En cambio aquí en España, Pedro Sánchez, está pasando las de Cain porque los jueces se han empeñado en investigar a su compañera y a su hermano por presuntos delitos. Por ahora no ha encontrado la fórmula jurídico política para que salgan de este entuerto limpios de polvo y paja (espero que mis lectores entiendan la metáfora y no interpreten esta frase al pie de la letra)
Pedro Sánchez lleva camino de obtener la condición del político más despreciado por los ciudadanos residentes en España. Prácticamente no puede salir a la calle sin que le abucheen de forma reiterada y manifiesten su desprecio llamándole mentiroso o insultándole con otras expresiones ofensivas. Este fenómeno sociológico y político ha ido a más hasta el extremo de que la policía que le escolta evita que camine por la calle más allá de unos pocos metros.
El periodismo en España tiene hoy una deuda con la ética y la cultura porque este oficio que fue digno se ha convertido en algunos casos en un instrumento de la lucha por el poder y ha renunciado a pelear por la verdad.
Para saber cómo es el Presidente del gobierno hay que empezar por conocer a sus más cercanos colaboradores y muchos coincidirán conmigo en que se han ido convirtiendo en clones obedientes, sin una pizca de sentido crítico y con un cierto temor a terminar como apestados de la política en el momento que el César baje el dedo pulgar.
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