Así ha sido siempre y antes de que existiera la televisión, que hasta hace poco era la máquina más poderosa de manipular de los hechos, las historias literarias más bellas se han escrito en los periódicos que atraían a sus lectores para entretenerlos con una noticia sensacionalista, la lectura de una gacetilla o el pasatiempo del crucigrama.
La prensa libre ha sido el principal instrumento crítico de la democracia, pero también el espacio para las coartadas que justificasen intereses privados, comerciales o políticos y, en esa mezcolanza de intereses fue apareciendo la prensa amarilla, la prensa rosa o la prensa marrón que ha llegado para hacer el antiperiodismo en una contra revolución en la que se pelea por negar los hechos y convertir en dogmas las consignas del poder.
Esta etapa de aduladores sanchistas que defienden a gritos el honor mancillado de sus jefes la están protagonizando en los medios de comunicación periodistas comprados, militantes políticos y activistas indocumentados.
La labor de los famosillos sin estudios y las consumidoras de tranquilizantes sin argumentos está llegando a su fin porque los hechos ganan y las consignas son insuficientes.
Ex dirigentes socialistas que han guardado un sepulcral silencio – salvo algunos como Tomás Gómez que mantiene su dignidad crítica contra Sánchez desde el principio – se están movilizando ahora contra el secuestrador de la democracia y los principios de su partido que es el único político español que no puede salir a la calle sin que le insulten.
Algunos han tardado en creérselo y otros, por fanatismo o cobardía, han callado como puertas, pero entre los socialistas honestos, no hay quién aguante tanto fraude contra ellos mismos ni tanto chorizo metido en negocios mafiosos.
El panorama no es fácil y la situación política solo se arregla con decencia, sentido patriótico, lealtad constitucional y un casting que seleccione a españoles honrados. La dosis de fanatismo e histeria que existe en la política está en máximos.
Feliz Navidad