En Extremadura se ha celebrado el primero de los asaltos de cara al combate final que serán las elecciones generales. Habrá que ver cómo transcurren los otros tres asaltos que están previsto en Aragón, Castilla y León y Andalucía. Sumar no suma y parece que el “Unidas por Extremadura" tiene recorrido.
La izquierda a la izquierda del PSOE no ha recibido ningún castigo externo, el de las urnas, y sus luchas internas tendrán que solucionarlas a partir de los resultados de Extremadura. Un problema de egos mucho más que un problema de objetivos políticos. Incluso a
Pedro Sánchez le viene bien que esa parte del mapa electoral y sociológica no se derrumbe; la necesitará para la cita en las urnas de las generales y la posibilidad de repetir la suma de escaños en el Congreso; con la condición, claro, de que entre el PP de
Feijóo y el Vox de
Abascal no consiguieran la mayoría absoluta. Perder en las urnas y ganar en el Hemiciclo. Así pasó en 2018 y ha seguido pasando. Los socios prefieren ese esquema que entregar el poder a la derecha del Estado y tener menos capacidad de maniobra.
Sin la abstención de ocho puntos menos que en 2023 ninguno de los partidos con representación parlamentaria,tendría los porcentajes y los escaños que han logrado. La implacable Ley D´Hont se hace sentir sobre el último escaño que se consigue en cada circunscripción electoral. Todo lo que va perdiendo Sumar desde la ruptura con Podemos lo va ganando la formación que lidera Belarra, con la Izquierda Unida de Antonio Maillo a la espera como auténtico representante de lo que fue el Partido Comunista hasta la llegada de Julio Anguita.
Con la apuesta segura de Irene de Miguel esa parte del electorado extremeño demuestra que un cambio de rostros en el socialismo, que ya está sufriendo el electorado extremeño castigo que se ha trasladado a un candidato tan especial como Gallardo y su procesamiento, puede alentar una futura victoria que parecía y que parece imposible.