Mónica García es una anestesista, que dice ser doctora en medicina, pero por suerte para sus eventuales pacientes clínicos, se ha dedicado a la política y no ejerce su profesión.
Su talante acredita que reúne las condiciones imprescindibles para ser ministra de Sanidad en el gobierno de Pedro Sánchez porque su vocación es el activismo político al que ha dedicado más tiempo y recursos económicos al Día del orgullo Gay que a los Enfermos de ELA.
A su indiferencia por el sufrimiento de las mujeres y los hombres que padecen esta enfermedad incurable que les conduce a una muerte dolorosa, ha añadido un gesto de absoluto desprecio cuando el periodista Victor Quiles le ha preguntado por las ayudas que reclaman y necesitan para llevar una vida menos cruel, y con una sonrisa cínica ha respondido “Pobrecitos. Lo estamos negociando”
No se puede ser más miserable pero es coherente con mezquina forma de ser porque la boticaria García representa como nadie el nivel de podredumbre del gobierno que ha conseguido que algunos de sus ministros añadan a su curriculum el grado de indecencia cum laude.
La esclerosis lateral amiotrófica o ELA, es una enfermedad de las neuronas en el cerebro, el tronco cerebral y la médula espinal que controlan el movimiento de los músculos voluntarios.
Esta enfermedad afecta aproximadamente a 7 de cada 100,000 personas en todo el mundo y uno de los afectados por el ELA que se ha convertido en un activista para concienciar a la sociedad y al gobierno es el ex futbolista del Barcelona Juan Carlos Unzúe, que ha sido capaz de sensibilizar a miles y miles de ciudadanos… pero no a este gobierno.
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