No puede salir bien
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No puede salir bien

miércoles 16 de abril de 2025, 05:32h

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La economía mundial estaba (todavía está) organizada para vender e invertir en EEUU La pretensión de que mediante aranceles todo se va a reorganizar inmediatamente para que el resultado sea la reducción del déficit comercial y que la economía se reindustrialice, simplemente no va a funcionar. Lo que sí tendrá con carácter inmediato son precios más altos y una economía más débil.

LA CARA B

El capital es lo primero que se pone en marcha y está huyendo de EE.UU. Los inversores se deshacen de los activos que hasta ahora compraban y que servían para reciclar el dinero que el resto del mundo enviaba a los EE.UU., dinero obtenido mediante la venta de la producción de sus fábricas localizadas en cualquier lugar del mundo. Esto le daba la posibilidad de canalizar la inflación generada por el dinero abundante hacia todo tipo de activos financieros, (bonos, acciones, inmuebles…) permitiendo que la economía renunciase a producir bienes baratos y desarrollar otros bienes y servicios que el resto del mundo disfrutaba y demandaba.

En esto consiste disponer del privilegio exorbitante de una divisa de reserva, en que puedes imprimir dinero en la cantidad que precises para sostener la compra de bienes y en que ese mismo dinero regrese de nuevo en forma de inversiones que te permiten realimentar el ciclo. Nadie te castiga por tus déficits, y puedes mantenerlos sin que eso encarezca el precio del dinero.

La cara B de esta ventaja es que tu divisa se aprecia, contribuyendo a reforzar el proceso. Ningún otro país puede replicarlo si su divisa no dispone de ese privilegio. Pero del mismo modo que el ciclo de apreciación de la moneda se refuerza atrayendo el capital, su salida genera la consecuencia contraria y el dólar se deprecia. Es la manifestación más temprana que produce el que se esté rompiendo el privilegio exorbitante.

LOS MÁS PERJUDICADOS

Si impones de la noche a la mañana una barbaridad de aranceles, rompes la cadena y fuerzas al resto del mundo a buscar otros mercados, deteriorando el crecimiento global mientras tanto, pero obligas a tus consumidores a renunciar a bienes que tu no produces y que, en el mejor de los casos, durante mucho tiempo no podrás producir.

La complejidad de las cadenas de suministro actuales no puede replicarse si no es a muy largo plazo y difícilmente con igual eficiencia. Es por eso por lo que salvo el desafortunado equipo que asesora al presidente, pocos más pueden dejar de compartir que serán los ciudadanos norteamericanos los más perjudicados. Miles de empresas en todo el mundo tendrán que adaptarse, y tendrán un tiempo durante el que venderán menos mientras reorientan sus productos a otros mercados, pero muy pocas abandonarán sus lugares de producción para relocalizarse en EE.UU.

Es posible, e incluso aceptable, que el paso a un mundo multipolar te lleve a plantear la necesidad de una reindustrialización que reduzca una dependencia que puede llegar a ser tan grave como la que se puso de manifiesto con la pandemia, pero difícilmente lo harás sin un enorme coste en forma de inflación y crecimiento, y peor aún, contando a la sociedad a la que pretendes someter a ese coste, que no solo no lo tendrá, sino que será “maravilloso”. No puede salir bien.

Antes del 2 de abril parecería increíble, pero los mercados lo están entendiendo así. Si persisten en este desenfreno, podemos estar ante el fin del sistema del patrón dólar que ha regido el mundo desde la ruptura del patrón oro, y los más perjudicados serán los EEUU.

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