La extraña relación de Ayuso con la super rica familia Koch
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La extraña relación de Ayuso con la super rica familia Koch

sábado 01 de octubre de 2022, 04:08h

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Una vez más en nuestra historia, para entender lo que pasa en España hay que mirar lo que sucede en Estados Unidos, al igual que para descubrir las razones que le llevan a la derecha española a proclamar sus objetivos económicos, sociales y políticos se tiene que mirar a la parte más activa de la derecha norteamericana, en el centro de la cual está la muy, muy rica familia Koch. Sin ella no habría nacido el Tea

La presidenta madrileña es el mejor ejemplo de las “virtudes políticas” anarcocapitalista que les encanta a Charles y David Koch, cada uno de ellos con una fortuna superior a los 50.000 millones de dólares y con una cifra de ingresos anuales en su holding empresarial cercano a los 120.000 millones según la revista Forbes. Para entender esa relación de larga distancia pero con la misma base ideológica hay que colocar a los “intermediarios filosóficos” españoles que emiten los mensajes que deben convertirse, según ellos, en la única salida para la crisis que padecemos, en nuestro país y en el mundo entero.
Por seguir una cronología temporal que explique en parte el pensamiento de nuestra derecha patria, desde las mezclas que habitaron en la UCD de Adolfo Suárez a las que hoy coexisten dentro del Partido Popular de Nuñez Feijóo y del Vox de Santiago Abascal, tenemos que irnos a los años setenta y ochenta del siglo pasado, colocar al catedrático Pedro Schwartz en el epicentro y dejar que sus discípulos vayan apareciendo en la actual escena mediática: Jesús Huerta de Soto, que imparte doctrina en la Universidad Rey Juan Carlos y es tan rico de familia que se permite el lujo de ir en un lujoso Bentley al campus; Juan Ramón Rallo, al que no hay tertulia y medio informativo que le de más oportunidades de desplegar sus recetas económicas; a los que siguen con más o menos visibilidad pública, Miguel Iñigo Breña Lajas, Albert Esplugas, Juan Pina y Fernando Nogales. Y dejo en lugar aparte por el afecto de muchos años a Carlos Rodríguez Braun. Todos ellos aspiran a lo mismo, a ir más lejos de lo que predicaba Thomas Jefferson, el tercer presidente de los Estados Unidos, hace más de doscientos años: “ el mejor gobierno es el que menos gobierna”.
Nuestros anarcocapitalistas van más lejos: lo mejor para la sociedad es dejar todo en manos de la iniciativa privada, desde la seguridad a la sanidad, desde la enseñanza al comercio. El Estado es en su misma esencia un mal que hay que erradicar lo antes posible. Es fácil de decir y hasta de intentarlo desde la enorme “Caja Negra” que los hermanos Koch han levantado en Wichita para desde allí intentar gobernar - con intermediarios - Estados Unidos y el mundo. Que ayudaran a Joseph Stalin a industrializar la naciente Rusia comunista entre los años veinte y treinta del siglo XX, como “escape” a sus pleitos judiciales en su país por sus prácticas de “craqueo” del petróleo,( ¿les suena en estos tiempos en las costas españolas? ) es un pecado a olvidar lo antes posible.
Mucho más cerca en sus orígenes de John Locke que de Adam Smith, más fieles a Hayek y Friedman que a Keynes - ya unos y otros amortizados por la rapidez de los cambios - las mercancías y el valor de las mismas se alza como un poderoso Dios Mammon frente al Estado benefactor que, para sobrevivir, convierte en esclavos a todos sus habitantes. Si Locke es su padre espiritual, su profeta sería el austriaco Hans Hoppe, capaz de nutrir ideológicamente tanto al italiano Instituto Leoni, que premiaba hace unos meses a la presidenta madrileña con la “Llama de la Libertad”, como a nuestro Instituto Juan de Mariana. Dos brazos europeos muy eficaces del Cato Institute creado por los hermanos Koch.
Su “Biblia”, de la que todo arranca y en la que todo encuentran es la “Sociedad sin Estado”, obra de Murray Rothbard, un “todoterreno” de la política, la economía y los medios de comunicación, que nace en el Bronx de Nueva York entre las dos Guerras Mundiales y funda el Partido Libertario con la imprescindible y más que generosa ayuda económica de la familia Koch, y en la que entre otras ideas absolutamente heterodoxas defiende que “el capitalismo es la forma más completa del anarquismo y el anarquismo la forma más completa del capitalismo”. Siempre con permiso de Bakunin, el cual puede que se removiera en su tumba si lo escuchara o leyera.
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