Mejor en julio
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Mejor en julio

martes 26 de abril de 2022, 08:17h

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Van emergiendo los halcones en el BCE. Muy a pesar de su presidenta, que se ve obligada a contrarrestarles diciendo que no tiene sentido “estar obsesionado con un día, una hora del día” en referencia a si la primera subida de tipos tendrá lugar en julio, como apuntan cuatro miembros del directorio, o en septiembre como fecha más probable. El mercado se ata ahora a los halcones y asigna una probabilidad del 70% a que el alza se producirá en julio.

Más allá, los mercados están descontando que la tasa de depósito en la eurozona habrá subido 95 pb a final de año. Actualmente en -0.5%, supondría que el tipo que los bancos reciben por sus depósitos a un día en el BCE pasaría a ser positivo por primera vez desde junio de 2014.

PONER FIN A LA QE

Consistente con lo que descuentan, los mercados están asumiendo el calendario del final definitivo del programa APP de compra neta de activos en junio, tal y como estaba previsto, y que según el BCE no pasará todavía a la fase de no reinversión de los títulos que venzan, incluso a pesar de que suban los tipos de interés. De ahí que la expectativa de la primera elevación se fije en julio. Si así fuese, en julio, el BCE certificaría el final de la compra neta, confirmaría la continuidad de la reinversión, y decretaría la primera alza de tipos de interés oficiales.

¿Por qué esto es importante? Porque hay que poner fin a una forma de política monetaria, conocida como expansión cuantitativa (QE), y que, aplicada desde la crisis financiera, supone en la práctica (formalmente no de forma directa) la monetización de los déficits públicos, convirtiendo al BCE en el principal financiador de los gobiernos. Su retirada desequilibra el mercado y provoca que la deuda baje de precio y la rentabilidad suba. Cualquier emisor, gobiernos incluidos, se ve obligado a pagar más a los inversores.

DEUDA PUBLICA Y DEUDA PRIVADA

Los gobiernos han aprovechado estos años de tipos negativos para alargar el plazo medio de su deuda pública, de modo que el impacto de una subida, si no se prolonga en el tiempo, afecta únicamente a aquello que ha de emitir para atender a los vencimientos de la deuda actual. Si la vida media fuese de ocho años, (es el caso español), afectaría el primer año a 1/8 de la deuda de modo que puede temporalmente hacer frente a la subida sin sufrir un encarecimiento importante de su carga financiera. La deuda privada tiene una vida media de duración más corta, de modo que el sector privado sufre considerablemente más el impacto del cambio. Además, si suben los tipos de corto plazo, también el coste de la deuda referenciada a tipos variables sube. A ello puede sumarse el incremento de los diferenciales por riesgo de crédito, alterando las condiciones financieras, encareciendo la inversión y afectando al crecimiento. En EE.UU., las condiciones financieras dependen menos de los tipos de corto, la subida que se precisa es allí mayor y puede tener que acompañarse de una venta acelerada de las carteras de títulos adquiridos por la FED provocando una caída deliberada del valor de los bonos y de otros activos (RV), endureciendo súbitamente las condiciones financieras.

EL EURO NO RESPONDE

Es por esto por lo que el euro no responde, como podría suponerse en primera lectura, al asomo de los halcones. Tiene razón la presidenta del BCE en que las situaciones en Europa y en EE.UU. son diferentes, y aquí es más compleja, pero es un momento en que los mercados necesitan referencias claras. En su defecto, pueden calentarse, sobre reaccionar, y equivocarse, volviendo la situación aún más compleja.

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