Cataluña sigue igual pero peor

martes 21 de octubre de 2014, 21:41h

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La aventura soberanista emprendida por el presidente de la Generalitat ha terminado igual que empezó, pero con una Cataluña más dividida socialmente, más empobrecida económicamente, más radical políticamente, y menos capaz de organizar su futuro desde un Parlamento y un futuro Gobierno que deberán afrontar medidas de ajuste más duras y menos populares, que ahondarán en dos factores: en el descrédito de más dirigentes políticos, por un lado, y en mayores conflictos sociales y mayor violencia entre las seguras manifestaciones de protesta y las fuerzas de orden público.

Artur Mas es el único que puede formar gobierno pero como él mismo reconoció necesita uno o dos compañeros de viaje. Buscaba la mayoría absoluta y se ha dejado doce diputados en el camino. Antes lo tenía mal para sacar adelante los Presupuestos autonómicos y ahora lo tiene peor. Una Legislatura de dos años que por la ambición de un presidente y la corte que le acompaña se ha alargado otros cuatro merced a la convocatoria adelantada de las urnas, y en la que el líder de CiU- además de defender su imagen interna en la coalición- tiene que convencer a uno de estos tres "novios" que le pueden dar la mayoría absoluta en la Cámara: Pongamos primero a la Esquerra Republicana de Oriol Junquera, que ya le está exigiendo dar marcha atrás en el euro sanitario y que le obligaría a acentuar el carácter independentista de su mandato, junto a medidas de carácter social que no encajan en el programa de la coalición de derechas; el siguiente por orden de votos sería el PSC de Pere Navarro, que no está para muchas florituras, ni pactos de gobierno, cuando ve que la pendiente por la que se desliza el socialismo español en todas y cada una de las últimas convocatorias electorales no parece tener ni fin, ni fondo; y por último la más improbable de las alianzas, el PP de Alicia Sánchez Cámacho, que luce con orgullo el haber ganado 84. 000 votos, un escaño más y en la "independentista" Gerona, y haberse convertido por encima del PSC en la referencia estatal de España en ese territorio.

Con ese escenario, la gobernabilidad de Cataluña se presenta difícil y muy difícil por más llamados a la responsabilidad que realice quien no la ha tenido al emprender el "camino a la gloria" que quiso vislumbrar tras el éxito indiscutible de la Diada. Hoy por hoy la dimisión de Mas no está en el calendario pero no es descartable ( o bien una renuncia a presidir el futuro gobierno en favor de otro compañero de viaje ) si las consultas para sacar adelante la investidura no prosperan. En esa opción, que insisto es posible pero muy poco probable, el candidato ideal para recomponer relaciones con el resto de los partidos y ordenar el futuro imperfecto, pero obligado, de Cataluña sería Duran Lleida, pero tiene un "defecto" casi insalvable: es de Unió y no de Convergencia, algo que no permitiría el núcleo duro del "pinyol" con Oriol Pujol a la cabeza.

Dado que ninguno de los tres socios posibles está en condiciones de entrar en el Ejecutivo o "prestar" su apoyo directo a CiU y a su líder, lo más probable es que dejen que su elección en el Parlament sea en minoría y con un calendario de negociaciones y de fecha para el anunciado Referendum. Con la abstención le bastaría para empezar, a la que podrían sumarse otras fuerzas "ganadoras" como la ICV de Joan Herrera o la CUP de David Fernandez, dejando que al españolismo de Sánchez Camacho y el PP se sumaran los Ciutadans de Albert Rivera.

Si en 2010 las fuerzas de CiU y ERC sumaban 72 escaños, ahora se han quedado en 71. La diferencia está en el carácter del independentismo que representan: más de derechas y moderado el de CiU; más radical y progresista el de ERC. Y si la primera perdía 90.489 votos, la segunda ganaba 278.246, más por efectos de la participación que por el simple trasvase de los sufragios. En ese orden de cosas, la pérdida de 51.900 votos del PSC iban a parar tanto a Ciutadans que ganaba 169.098, el porcentaje más alto de todos, como a ICV que sumaba 128.033 más, e incluso hasta puede que a una pequeña porción de esos 84.131 que aumentaba el PP, el único partido que mantiene el carácter estatal de sus siglas de todos los que se han presentado.

Si miramos los grandes bloques, podemos ver que el independentismo catalán contaba en 2010 con 76 escaños ( CiU, ERC y SI ) y ahora cuenta con 74, dos menos; y que si el "españolismo" tenía 49 ( PSOE, PP y C's ) hoy tiene 48, uno menos. Dónde está la clav en ese aspecto: en ICV y el vaivén que pueda protagonizar desde los 10 que tenía a los trece que ha conseguido.

Si tenemos en cuenta el aspecto social veremos que la derecha sumaba 84 parlamentarios ( CiU, PP y SI ) por los 72 en los que se han quedado las mismas fuerzas ( cambiando CUp por SI ), mientras que la izquierda ha aumentado de 48 a 54 ( PSC, ICV, ERC), dejando a los partidarios de Ciutadans en esa franja de centro progresista en la que parecen estar sus votantes.

Conclusión: hoy Cataluña es menos nacionalista pero más radical en esa aspiración, es más de izquierdas o de centro izquierda; y el punto de encuentro de todas las tendencias está en el deseo mayoritario de que se celebre un Referendum o consulta popular sobre la soberanía dentro de la Legislatura que va a comenzar: 87 parlamentarios, por lo menos. 107 si sumamos los del PSC, e incluso 116 si pensamos que los nueve de C's podrían apoyar la celebración de la consulta en el momento en que se plantee. Y sólo se quedarían fuera del envite los 19 del Partido Popular. Con estas cifras el Gobierno de Mariano Rajoy va a tener muchas complicaciones si se opone frontalmente a que los ciudadanos de Cataluña, con sus representantes políticos al frente, opinen sobre su futuro. Y los ejemplos de Quebec y Escocia volverán a colocarse sobre la mesa.
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