Pedro Sánchez y Nadia Calviño presentaron al Rey Felipe VI el Plan de Recuperación Económica.
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Pedro Sánchez y Nadia Calviño presentaron al Rey Felipe VI el Plan de Recuperación Económica.

Entre VUCA y TINA

lunes 17 de mayo de 2021, 21:52h

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Superado en gran medida el miedo a la histéresis que podría causar la pandemia, y en marcha el proceso de recuperación económica que entra ya en la fase en la que el consumo comienza a acelerarse en las economías europeas de mano del impacto de las vacunas, (en España el gasto con tarjetas de crédito ya fue en marzo un 12% superior al de marzo de 2019), la atención se centra cada vez más en la evolución de los precios.

Las fuertes subidas que se registran en los indicadores adelantados del sector servicios (PMI), que en el caso de la economía española ya entra en abril en zona de expansión (55 frente a 48 en marzo), anuncia que el punto de inflexión económico de la pandemia queda atrás. Lo certifica que el sector servicios haya creado en España más de 30.000 empleos en el mes de abril.

Cada vez con menores restricciones, la rampa de salida, atendiendo a lo que ocurrido en aquellas economías que van más adelantadas en el proceso de vacunación, va ganando aceleración, y el exceso de ahorro que sobre los valores medios de los últimos años se ha generado durante la pandemia, augura junto al resto de estímulos monetarios y fiscales, que los dos últimos trimestres del año van a arrojar cifras de mejora ostensible.

los unos y los otros

La cara B de esta recuperación está en la preocupación que va a venir de la mano de los indicadores de precios.

Al margen del debate, que está sobre la mesa, de si la tensión de precios es un fenómeno pasajero que será controlado o responde al inicio de un proceso inflacionista que puede acabar por hacer descarrilar la recuperación, lo cierto es que los grandes bancos centrales del mundo parecen claramente dispuestos a una política de riesgo apostando por lo primero, aunque se inquieten por lo segundo.

Ahí están los datos de EE.UU. de variación interanual del IPC (+4,2% en marzo) y del Índice de Precios Industriales (+6,2% en abril). Bien es verdad que los datos de abril de empleo (+266k) y ventas minoristas (sin cambios tras el +10,7% de marzo) han sido mucho más modestos de lo que descontaba el mercado, de modo que estamos aún carentes de datos que refuercen las tesis de los unos sobre los otros.

En España, la recuperación solo está empezando, y la alza del 2,2% interanual de precios en abril, -la mayor desde octubre de 2018- se debe a los precios de la energía, manteniendo el índice subyacente una tasa interanual del 0%, lejos por tanto de cualquier inquietud inflacionista.

LOS QUE IMPORTAN

En la raíz del debate, está como hacer frente a la deuda generada por la pandemia, que de media ha crecido 20 puntos porcentuales del PIB.

Con un crecimiento potencial muy modesto, no hay forma de ajustar las ratios de deuda a través del crecimiento, y la deuda solo puede ser “devorada” por la inflación, de modo que, aunque podemos dejar atrás la histéresis, no ocurre lo mismo con el entorno VUCA (Volatilidad, incertidumbre -uncertainty en inglés-, complejidad y ambigüedad), tan propio de estos tiempos.

No hay duda de que los bancos centrales no tienen otra alternativa (TINA) que permitir más inflación, priorizando el crecimiento y reprimiendo el ahorro, de modo que poco puede esperarse de los tipos de interés, que más allá de leves ajustes nominales, tendrán que mantenerse en niveles negativos reales durante mucho tiempo.

Es en los tipos reales y no en los nominales donde radicará mucho de lo que ocurra en los mercados de activos en general y en el de divisas en particular.

Más inflación, significa tipos reales más bajos, y si los manuales todavía sirven, con tipos más bajos, divisa más débil, pero también una renta variable más atractiva.

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