Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal norteamericana.
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Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal norteamericana.

Business as usual

viernes 07 de mayo de 2021, 01:09h

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La segunda mitad del año va a traer un incremento considerable de actividad, al sumarse a la recuperación de la industria, la del sector servicios

Después de unas semanas de recuperación, el dólar ha vuelto a depreciarse, aunque sin gran entusiasmo. Lo ha hecho a la par que los tipos de interés de largo plazo en EE.UU. dejaban de subir e incluso corregían levemente a la baja.

Este es un escenario del gusto de casi todos, porque significa que se mantiene a raya la tensión que amenazó en febrero a la renta fija y supone la continuidad de la actividad de los bancos centrales como grandes compradores de bonos, y por lo tanto como proveedores de liquidez que los agentes destinan a lo que creen que les dará dinero, entre otros activos, a la renta variable. Es decir, que no se altera esa ecuación de equilibrio en la que cada uno mantiene su actividad en modo “business as usual”.

Esto es lo que los dos principales bancos centrales del mundo han ratificado estos días. Había casi ninguna duda sobre el BCE, y se temía algo más a la Reserva Federal, pero tampoco los norteamericanos han querido que se moviese pieza alguna en el tablero. Y más o menos es lo que ocurre.

Si fuesen capaces de mantener ese equilibrio, el pronóstico sería sencillo, los tipos de largo plazo se quedarían dónde están, las bolsas mantendrían su vigor razonable y seguirían acumulando más alzas que bajas, el euro/dólar se movería en el rango que ha dibujado en el año con poco riesgo de irse por encima de 1,25 o por debajo de 1,18, las divisas emergentes sin materias primas y con pocas vacunas, sufrirían algo, y las que tienen materias primas detrás, seguirían al alza.

La muerte del covid

Siempre hay un “pero”. En este caso, y cuando ya se habla de la “muerte del Covid”, viene del ritmo de recuperación y de los riesgos que lleva asociados.

La segunda mitad del año va a traer un incremento considerable de actividad, al sumarse a la recuperación que ya está en curso en la industria, la del sector servicios.

Habrá divergencias de varios tipos en las tasas de crecimiento, cuellos de botella en las cadenas aprovisionamiento, y los consumidores dispuestos a hacer un uso creciente del ahorro forzado acumulado durante la pandemia.

El repunte de precios es inevitable y aun en la confianza de que parte se deba al efecto calendario, muchas economías desarrolladas van a encontrase con tasas de inflación en la segunda parte del año con variaciones interanuales más cerca del 3% que del 2%.

Dos precedentes

Esto pondrá de los nervios a unos cuantos, y resultará más difícil a los bancos centrales mantener el modo actual. La Reserva Federal es quién tiene el papelón mayor, porque allí, además de la frugalidad tradicional de los consumidores y los sucesivos planes de estímulo fiscal, el PIB habrá recuperado pronto el nivel previo a la pandemia.

Mantener que los tipos de interés van a seguir bajos y no subirán hasta 2023 es un discurso que, dentro de siete semanas, cuando vuelva a reunirse, va a resultar difícil. No hay dos casos iguales, pero el Banco de Canadá, que va por detrás en la recuperación, ya anunció que no va a mantener los tipos bajos durante tanto tiempo como pensaba, algo que sus colegas de Noruega anunciaron semanas atrás. Solo hay que ver lo que han hecho una y otra divisa.

Que los bonos no hayan seguido subiendo está bien, pero las expectativas de inflación continúan cotizando al alza.

La pregunta es cómo se comportará el dólar si la Reserva Federal se ve forzada a sumarse a noruegos y canadienses; porque de momento en esto, el BCE puede seguir detrás de la barrera. Para que el dólar no se aprecie, hará falta un poco de coordinación, y cabe confiar, pero está lejos de estar asegurada.

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