Los candidatos a suceder a Aguirre afilan cuchillos

martes 21 de octubre de 2014, 21:41h

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Los candidatos a suceder a Aguirre afilan cuchillos
No hay nada más violento que las luchas por el Poder en la derecha española donde todo vale para llegar a la cima. La sucesión de Esperanza Aguirre al frente del PP madrileño no ha hecho más que empezar y los verdaderos candidatos afilan sus cuchillos para acabar primero con Ignacio González y luego para liquidar también a los otros posibles contendientes. La sorpresa ha sido el mejor aliado del sucesor nombrado por Aguirre, lo que le ha permitido ganar el tiempo suficiente para ser elegido en la Asamblea de Madrid y nombrar su primer Gobierno. A sus enemigos no les ha dado tiempo para reaccionar, empezando por el propio Mariano Rajoy al que siempre le cuesta mucho arrancar.

Esto le va a dar a Nacho González un tiempo precioso que quizás le permita llegar ileso hasta las próximas elecciones autonómicas de mayo de 2015. Ese es, por ahora, su primer objetivo. Todo va a depender, claro está, de lo que ocurra en el PP a nivel estatal y del futuro del propio Rajoy al que todo el mundo daba como máximo un año de vida política y que está a punto de cumplirlo, el 20 de noviembre. Por medio van a estar los resultados de las elecciones gallegas y vascas, además de los comicios catalanes para días después, el 25 de noviembre. Su idea es resistir como sea, lo mismo que hizo en los ocho años en los que estuvo en la oposición frente a Zapatero teniendo que tragar carros y carretas sin inmutarse.

Como las casas en ruina Rajoy amenaza con caerse en cualquier momento, pero la realidad es que, si descontamos las manifestaciones del 15-M y de los sindicatos, no parece tenerle miedo ni a Rubalcaba, que tiene su morada tan ruinosa como la suya ni siquiera a Artur Mas que se ha parapetado tras los manifestantes de la Diada intentando engañar a su propio electorado echando la culpa de sus problemas a Madrid.

Una vez pasada la primera sorpresa, Los verdaderos candidatos a suceder a Aguirre irán emergiendo, unos por su propia iniciativa y otros alentados por las camarillas que se mueven siempre en Génova y ahora en La Moncloa. Una de las que aspira a todo es la mujer de Aznar, Ana Botella, que ya consiguió su ansiada alcaldía de Madrid y que incluso sueña con ser la primera presidenta de un Gobierno español, siguiendo la estela de Cristina Fernández de Kitchner en Argentina o de Hillary Clinton en Estados Unidos, aunque ésta última fracasó frente a Obama. Botella ha pedido la convocatoria de un Congreso para elegir ala sucesora de Aguirre al frente del partido, pero Dolores de Cospedal le ha contestado que no corre prisa.

Otro peso pesado frente a Ignacio González será el actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, al que parece que se le ha pasado el arroz en la política pero que siempre sueña con un “milagro” que le devuelva a la primer línea. El ex alcalde de Madrid ha apostado todo su futuro a esa alianza con Aznar, que le debe el favor de dejar de alcaldesa a su mujer, y con Rajoy, al que ha prometido servir con fervor para que le bendiga como su sucesor.

Rodrigo Rato llegó a controlar, en sus tiempos de vicepresidente del Gobierno Aznar, muchas agrupaciones madrileñas, pero tendría primero que superar los problemas de la investigación judicial que hay en marcha sobre Bankia-Caja Madrid, cosa que no le va a permitir actuar con tanta libertad. La ex consejera de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, Ana Isabel Mariño, que ha pasado ahora a llevar Turismo, es una de sus antiguas colaboradoras.

Entre los “valores jóvenes” con pretensiones destacan tanto Lucía Figar, actual consejera de Educación, hija de una amiga íntima de Aguirre, casada con el ex secretario de Aznar, Carlos Aragonés, y miembro del “clan de Becerril” donde se crió también políticamente Alejandro Agag, casado con Anita Aznar, la de la boda por todo lo alto en el Monasterio de El Escorial con toda la trama Gürtel presente.

Con mucho menos posibilidades, aunque ella lo intente, está la actual delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que se ha ganado a pulso el título de superpolicía por sus declaraciones y sus órdenes de reprimir las manifestaciones ligadas al 15-M. Su metedura de pata, y la del ministro del Interior, Jorge Fernández, de reprimir a los manifestantes del 25-S frente al Congreso como si fueran la “kale borroka”, le ha hecho caer en picado e incluso se cuenta de que desde La Moncloa se le quitó la idea a Nacho González de nombrarla vicepresidenta de la Comunidad de Madrid. Las fotos de la represión policial en toda la prensa internacional y en circulando por todas las redes sociales mientras el Rey y Rajoy intentaban vender en Nueva York una visión tranquilizadora de España, pueden haber sido su puntilla política.

El primer enemigo declarado que va a tener Ignacio González va a ser, sin embargo, el número dos de Cristóbal Montoro y actual secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, que es el que vigila que las Comunidades Autónomas cumplan los objetivos del déficit y que tuvo sus más y sus menos con Aguirre cuando ésta trató de ocultar que en 2011, Madrid había ingresado mil millones menos de los previstos. La realidad es que Beteta conoce al dedillo las finanzas madrileñas porque ha sido consejero de Hacienda tanto en los Gobiernos de Gallardón como de Aguirre.

Para tratar de contrarrestar la ofensiva de Beteta, que este año ha decidido darle a Madrid un 8% menos dinero que el año pasado, Nacho González ha nombrado consejero de Economía y Hacienda, a un estrecho colaborador del secretario de Estado, Enrique Ossorio, un tecnócrata, que ha estado en el núcleo duro del equipo que ha hecho las cuentas para ajustar el déficit autonómico.

Ambos, González y Beteta, comparten sus afinidades con la derecha más dura, pero mientras el primero se confiesa liberal y de Aguirre, el segundo es de la línea estatalista de Fraga y Rajoy. El candidato de Beteta para suceder a Aguirre a medio plazo es el alcalde de Alcorcón, David Pérez, municipio donde muy posiblemente acabe asentándose el macroproyecto de Las Vegas madrileñas del norteamericano sionista Sheldon Adelson. Pérez fue el número dos de Beteta durante su etapa en la Asamblea de Madrid y está muy bien relacionado con la cúpula de los obispos españoles que curiosamente están, de boquilla, en contra del proyecto de los casinos.

No hay, sin embargo, que descartar algún paracaidista enviado directamente desde La Moncloa, como al actual ministra de Sanidad, Ana Mato, que maneja muy bien las luchas internas en el partido, donde siempre ha salido muy bien librada y que contaría con el apoyo del ex presidente del PP andaluz, Javier Arenas, que ya se ha asentado en la sede del partido en Madrid, restando poder a la secretaria general Dolores de Cospedal, que también podría dejar Castilla La Mancha para rehacer su vida política, hoy muy maltrecha, en Madrid. El apoyo de De Cospedal ha dado a Ignacio González ha sido personal y con pocas posibilidades de prosperar.

Un Gobierno del clan

El primer Gobierno de Nacho González tiene pocas novedades precisamente porque no se ha atrevido a tocar a ningún de los consejeros importantes de Aguirre. El otro detalle importante es que tampoco ha querido colocar un número dos claro, un vicepresidente, para no herir susceptibilidades en Génova y en La Moncloa. Solo ha prescindido de Percival Manglano, el consejero de Economía, un político sin pasado que se había formado empresarialmente en el mundo de las ONGs de derecha, y de Regina Plañiol, que llevaba Justicia. Todos los representantes de los clanes más importantes del PP siguen: Javier Fernández Lasquetty, colaborador de Aznar, se mantiene en Sanidad; Lucía Figar, la niña bonita de Aguirre, sigue en Educación; Ana Isabel Mariño, del clan de Rato, deja Medio Ambiente para llevar Turismo; y el consejero de Transportes, Pablo Cavero, hijo del ex ministro de la UCD, Iñigo Cavero y representante de las familias históricas de la élite madrileña, descendiente de los espadones de Isabel II.

Lo más importante del nuevo Gobierno es el ascenso de sus amigos y consejeros, Salvador Victoria, que será consejero de Presidencia y portavoz del Gabinete; y Borja Sarasola, que llevará Medio Ambiente y Vivienda. El primero es el que organizó, entre otras muchas cosas, el reparto de las TDTs regionales que fueron todas a parar a manos del presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo (11), a la Iglesia Católica (4), a Jiménez Losantos e Intereconomía.

Borja Sarasola está casado con Pilar Martín, hija del poderoso ex secretario de Comunicación de Aznar, Pedro Antonio Martín Marín, que fue señalado en su momento como el hombre que había puesto en contacto a Ignacio González con el dueño de la empresa de Seguridad Segurisa, Enrique González, que le habría pagado un viaje de lujo a Sudáfrica. Ignacio González afirmó que la visita de turismo, más 12.000 euros, los abonó él mismo de un dinero que tenía ahorrado. Es uno de los varios escándalos de los que el nuevo presidente madrileño ha sido acusado y de los que hasta ahora ha conseguido salir ileso.

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