Sánchez pedirá a Gallardo que deje el mando del PSOE pero mantenga el escaño
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Sánchez pedirá a Gallardo que deje el mando del PSOE pero mantenga el escaño

martes 23 de diciembre de 2025, 05:38h

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Perder más de cien mil votos y diez escaños es motivo más que suficiente para que el candidato del PSOE al Gobierno de Extremadura dimita de forma inmediata, algo que Miguel Angel Gallardo no parece muy dispuesto a hacer. Su derrota estaba escrita al igual que estaba escrito que era un mal líder para ir a las urnas. Lo sabía él, lo sabía Pedro Sánchez y lo sabía todo el espectro político. El secreto de su permanencia estaba en el juzgado de Badajoz que lleva el caso del hermano del presidente. Ser aforado y mantenerse durante año y medio más era primordial, una condición innegociable para el inquilino de La Moncloa.

Gallardo tendrá que dejar la Secretaría General del PSOE extremeño, de la misma forma que dejó Carlos Mazón la presidencia autonómica del PP valenciano, pero manteniendo ese “escaño dorado” que le permite mantenerse aforado y no tener que declarar como imputado ante el juzgado ordinario. Ir directamente al Tribunal Superior de las respectivas autonomías es un privilegio que deberían cambiar los partidos, al diferenciar a los políticos del resto de los ciudadanos.

En el PSOE esperaban la derrota y que ésta fuera contundente, tal y como ha sido. Se ha impuesto el interés de Sánchez al interés general del partido. Una noticia que no es noticia. Era lo esperado. Su único objetivo no era ganar —algo imposible—, era intentar que el Partido Popular de Núñez Feijóo tuviera que pactar con Santiago Abascal y Vox para mantener el discurso de la “derecha ultra” de cara a las próximas elecciones autonómicas en Aragón, Castilla y León y Andalucía. Una forma de mantenerse hasta el fin de la Legislatura y un argumento para intentar que la suma de apoyos que le convirtieron en presidente del Gobierno en junio de 2018 se mantenga. La “derrota dulce y la victoria amarga” que le sirvió a Felipe González para explicar su derrota frente a José María Aznar en el lejano 1996. Todo se repite en el socialismo hispano por mucho que la vieja guardia del partido mantenga sus duras críticas al actual Secretario General.

os dos grandes feudos políticos del PSOE desde las elecciones generales de 1977 han sido Andalucía y Extremadura. Perdieron en el territorio andaluz frente a Juanma Moreno y todo indica que lo van a seguir haciendo con María Jesús Montero en el próximo junio de 2026, salvo que ocurra lo impensable en los próximos seis meses. Comparar a Miguel Ángel Gallardo con Juan Carlos Rodríguez Ibarra o Guillermo Fernández Vara es un intento que sonroja por lo imposible. Sin carisma y perdedor hasta en el pueblo del que fue alcalde, toda su fortaleza está en su relación “musical” y contractual con David Azagra cuando era presidente de la Diputación de Badajoz, y tras la denuncia de Manos Limpias, la investigación de la UCO y la decisión de la jueza Beatriz Biezma desde el Juzgado de Instrucción nº 3 de Badajoz.

El presidente del Gobierno ya está preparado para el aluvión de críticas y peticiones de dimisión y convocatoria de elecciones generales. Ni quiere ni puede hacer ninguna de las dos cosas. El “Manual de Resistencia” está impreso en piel de elefante, que camina despacio sin perder la orientación y tiembla cuando olfatea el peligro. La nariz de Pedro Sánchez lo lleva haciendo desde hace diez años, cuando se convirtió en líder del PSOE gracias al mal cálculo que hicieron tanto Susana Díaz como José Luis Rodríguez Zapatero en 2014. De aquel desastre “interesado” ha venido todo lo demás. Lo decía Miguel Boyer, tras equivocarse con su dimisión como superministro: “el poder no se abandona, te tienen que echar”. Pedro Sánchez, que vivió su ascenso político desde la tercera línea, no estaba —ni está— dispuesto a romper esa norma no escrita, pero muy efectiva.

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