Netanyahu mantendrá la guerra en Gaza para evitar que le juzguen
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Netanyahu mantendrá la guerra en Gaza para evitar que le juzguen

jueves 30 de octubre de 2025, 09:08h

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El primer ministro de Israel aprovechó unos disparos contra sus soldados y un error en la devolución del cadaver de un secuestrado para volver a bombardear Gaza. No hay paz en la Franja y en Cisjordania cada vez hay más kibutz (colonias agrícolas de judios) ocupando más territorio. Netanyahu va a mantener la guerra todo el tiempo que pueda y le dejen para evitar que le juzguen los tribunales de Tel Aviv. La expansión inevitable del Estado de Israel, por mucho que la Comunidad internacional se dempeñe en defender la soluci´pon de los dos estados en el mismo espacio geográfico, es el deseo de mayoritario de un pueblo que no olvida, pese a los siglos trancurridos que Israel era lo que hoy es Palestina, más una parte de Libano, una parte de Jordania, una parte de Siria e incluso una parte de Egipto. El Israel bíblico es la razón de ser, el gran mito de la ultraderecha judia y no va a cambiar.

Lo que lleva ocurriendo en esa zona de Oriente Medio desde antes de la creación del Estado judio en 1948 por las Naciones Unidas hunde sus raices en el “alma” de Israel y la situación actual de la política global ayuda y mucho a que esa reivindicación de su pasado sea la mejor de las excusas utilizadas por el primer ministro. No se trata de ética, ni de moral, ni de conciencia tras haber aceptado y provocado la muerte de sesenta mil personas y la destrucción casi total de ciudades y pueblos. Gaza se reconstruirá pero los palestinos se convertirán en ciudadanos de segunda. Occidente lo ha aceptado y Oriente, también.

Desde Washington a Moscú, con Trumpo y con Putin e incluso con los que puedan suceder les, la realidad es que el poder militar y tecnológico de Israel es muy superior al de sus vecinos y muy superior al de una Europa que no encuentra otra solución a su crisis econñomica, social y política que producir más armas e invertir cerca de un billón de euros en preparar una defensa ante un enemigo que, hoy por hoy, no existe pero que si hay que crearlo y mantenerlo, se hará. La Rusia de Putín, la que también recurre a su glorioso pasado de Catalina la Grande para justificar la anexión de Crimea y de la mayor parte del Este de Ucrania, es el mejor de los aliados de los gobiernos de Polonia, Alemania, las tres Repúblicas bálticas y así hasta llegar a nuestro país, para trasladar a sus ciudadanos la necesidad de recortar el estado del bienestar e invertir en la defensa militar de su futuro.

Si durante la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del XXI se estuvo mirando hacia adelante, en todo lo que significaba progreso y bienestar para los ciudadanos, con la Ciencia como gran estandarte; ahora ha cambiado el rumbo de las miradas de los dirigentes, que encuentran en el pasado, en sus mitos y creencias, en sus viejos principios, la mejor de las armas políticas. Hasta el regreso a las religiones como instrumento de esperanza es parte de ese nuevo rumbo. La ciencia asusta y se presenta como el nuevo Satán dispuesto a llevarnos a todos al infierno, un abismo del que sólo podemos escapar si rescatamos del olvido a los antiguos dioses; el nombre que les pongamos en cada territorio es lo de menos.

Si millones de personas pasan hambre y viven en condiciones reales de esclavitud mientras unos centenares acumulan cientos de miles de millones en sus cuentas corrientes y en sus formas de vida, trasladar la recompensa por el sufrimiento al después de la vida es un truco que siempre ha funcionado.

Los dirigentes políticos lo utilizan ahora con tanta rapidez que asusta la velocidad con la que adoptan decisiones de muerte y poder sin consultar, ni preguntar a aquellos a los que dicen representar. Netanyahu es uno de los mejores ejemplos que se pueden poner. No el único. Putin hace lo mismo, Maduro hace lo mismo, Trump hace ya un año que decidió saltarse el derecho internacional y convertirse en juez y verdugo. El primer ministro israelí defiende sus problemas personales y coloca el bien de su pueblo como bandera; Putin los suyos y que cada uno ponga los nombres que desée.

Ya no vemos las imágenes de las bombas sobre Gaza, ni a los padres con los hijos muertos en los brazos. Se firmó una paz entre abrazos y sonrisas. Otra de esas grandes mentiras que sujetan a los poderosos en sus puestos. El cambio de era tecnológico, cada vez más acelerado, exige el cambio de los modelos políticos. Son éstos los que se resisten a cambiar.

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