El mejor resumen de la guerra bancaria entre el BBVA y el Sabadell se hace en apenas nueve palabras, tras comprobar que la OPA hostil la han rechazado tres cuartas partes de los accionistas del banco catalán. Año y medio de peleas ante la CNMV, el Gobierno central y el Gobierno de la Generalitat; año y medio de entrevistas y declaraciones triunfales por parte de los dos contendientes, y los dos presidentes de los dos bancos ofreciendo la mejor de sus sonrisas, con unas correcciones en la Bolsa que eran tan esperadas como lógicas y que han arrastrado al resto de valores financieros y empresariales.
Las nueve palabras claves para que se entienda el final: Carlos Torres pierde; Josep Oliu resiste; y Ana Botín gana. La entidad vasca no ha sabido moverse con agilidad en las espesas aguas que unen los negocios con la política, algo que si han hecho y muy bien en el Sabadell, y aún mejor en el Santander, que vió la oportunidad de crecer en Gran Bretaña con un coste mínimo: el Sabadell puso en venta el TSB Bank para poder repartir un dividendo a sus accionistas de dos mil quinientos millones de euros y de paso poner otro palo en las ruedas de la OPA vasca.
Para que no le quedara ningún clavo suelto, Oliú ofreció al Gobierno socialista de Salvador Illa el regreso de la entidad a su sede social catalana, desde la que se había trasladado a Alicante tras el lamentable intento de independencia protagonizado por Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en 2017. Era julio de 2025 y mientras el resto de entidades financieras se quedaban a la espera del resultado final, creyendo que tras los intentos fallados de fusión pacífica de 2023 y la agresiva OPA hostil del 2024, la victoria final la conseguiría Carlos Torres.
La única que decidió aprovechar la ventana de oportunidad fue la presidenta del Santander que, sin dudarlo ofreció tres mil cien millones por el TSB británico, ese batallón semiescondido que tenía el Sabadell y que utilizó en el momento oportuno. Las explicaciones serán largas y puede que a medio plazo asistamos a un nuevo intento de compra o fusión con el Sabadell de protagonista. Caixabank ya se ve ante otro escenario. No se queda de única entidad financiera catalana y tras los movimientos internos que se han producido en sus principales socios, como son La Fundación La Caixa con Criteria, con un 31,69%, y el Gobierno de España con un 18,029, lejos los dos de l 4,63% del Fondo BlackRock y el 2,68% de Capital Reseach o el 2,29% de Vanguard. Con las guerras políticas y judiciales por medio es difícil sabe dónde terminarán las futuras hostilidades y el papel que puedan jugar desde Luís de Guindos en el Banco Central Europeo o Salvador Illa desde el sillón de mando de la Generalitat, sin olvidar a esa familia de equilibristas del poder que son los Godó, con La Vanguardia como gran altavoz de la burguesía catalana, hoy a medio camino entre los verdaderos representantes del espíritu de CiU, que no son Puigdemont y Junts, y el PSC que ha vuelto al poder como primera fuerza parlamentaria.