Feijóo y Sánchez coinciden en la condena al gobierno israelita por los asesinatos en Gaza pero los ven desde dos ángulos distintos. Y si le preguntan a la actual titular de Defensa y al responsable de Industria les dirán que detrás de las palabras de condena y de las amenazas del ministro Albares, está la realidad de las compras y ventas que se han producido, se producen y seguirán produciéndose entre los dos países.
El inquilino de La Moncloa necesita mantener la ficción de un Gobierno unido y dispuesto a llegar hasta el final de la Legislatura, razón que le obliga a darle su parte de protagonismo a la vicepresidenta Díaz como una forma de que ésta mantenga controlados los imprescindibles votos que se aglutinan en Sumar. Tarea compatible con intentar que detrás de Cerdán y Zapatero sea Salvador Illa el que trate que Carles Puigdemont y su equipo de confianza digan si a los Presupuestos Generales del Estado para 2026 a los que se ha comprometido presentar la titular de Hacienda y futura candidata para las elecciones autonómicas en Andalucia. Antes, la guerra de las urnas se habrá resuelto en Castilla y León a mediados de marzo, tiempo en el que las bombas políticas, judiciales y periodísticas seguirán cayendo de forma ininterrumpida.
Si se acaba, que no parece el caso, el tema de la cátedra de Begoña Gómez y todo lo que rodea su puesta en marcha, su desarrollo tecnológico y las aportaciones económicas necesarias, aparecen las saunas de Sabiniano y las relaciones que pudieron tener tanto Begoña como Pedro Sánchez en la explotación de las mismas. Si Sánchez creía que todo el fuego del enemigo se iba a centrar en Santos Cerdán, en José Luís Abalos y en ese infiltrado que era Koldo, ya ha descubierto que se equivocaba. El gran objetivo para la oposición era y es lograr su renuncia con la máxima presión familiar o su conversión en investigado en alguno de los sumarios abiertos en el Juzgado 41 de Madrid o en el Supremo.
Cogiendo un versículo de la Biblia, Isaías:22, el director Enrique Urbizu, filmó “No habrá paz para los malvados”, con José Coronado en una de sus mejores interpretaciones, la del corrupto y borracho inspector de policia que intenta acabar con la vida del testigo que puede involucrarle en un triple asesinato. Tampoco en la realidad de la España política de hoy existe la paz y se ven a demasiados malvados lanzando palabras como balas para acabar con sus oponentes, los que pueden impedirle triunfar en sus soñadas metas.
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