Soldado Ryan Sánchez

Me lo imagino por las noches en Moncloa hablando con Begoña Gómez y diciéndole “¿Te apuestas algo a que mañana si les digo que afirmen que Felipe es maricón y Alfonso un chapero lo repiten todos y todas?” , y a su señora respondiéndole “¡No hay huevos!”

El tipo es un crack y hace bien sometiendo a sus servidores porque puede hacerlo y sabe que efectivamente no hay huevos para llevarle la contraria, ni ganas de hacerlo porque la pela es la pela y el euro mucho más.

Estoy persuadido de que Pedro Sánchez desprecia a Paxti López, no aguanta a Isabel Rodríguez y le da grima Marlaska, al que hace tiempo nadie le llama por su primer apellido. Tampoco le echa cuenta a la peña del griterío que se rompe las manos al aplaudirle. Sabe que también lo harían si dijese lo contrario, y no crean que el señor Bolaños – que sí tiene estudios superiores – no es prescindible, porque en el reino absolutista del jefe de la tribu, cualquier ministro es vasallo.

Los únicos que se han atrevido a decir “esta boca es mía” han tardado demasiado tiempo en darle a Pedro Sánchez un pellizco de monja acobardada, porque el valor más importante para ellos, por encima de la coherencia o la dignidad como personajes públicos, está en el grito legionario de “ A la voz de a mí la legión, acudirán todos y, con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio, que en este caso se llama Pedro”

Por eso nunca fui legionario ni milité en ningún partido político, porque la obediencia debida es la dignidad perdida y no envidio ni admiro a nadie que milite en una organización que prohíbe disentir del líder a costa de ceder un ápice de vergüenza y autoestima.

Pero no quiero que la gente se lleve a engaño. Estoy hablando bien de Pedro Sánchez. Es un profesional al que no le tiembla el pulso a la hora de cortar la cabeza de un fiel servidor, porque no siente ni padece al dar esa orden.

Si supiese tocar la lira, su referente podría ser Nerón y no el Dios de la Biblia que estaba dispuesto a no arrasar Sodoma y Gomorra si encontraban a diez hombres buenos. Pedro Sánchez no los necesita, les basta con que estén cagaos o que piensen como él que la ética y la coherencia solo son dos palabras del diccionario.

De la clá no hablo porque le apoyan a cambio de nada o por la pura satisfacción de impedir que la mitad de los españoles – que evidentemente son fascistas – eviten salvar al soldado Ryan Sánchez.