Una recesión diferente
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Una recesión diferente

miércoles 17 de mayo de 2023, 20:47h

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Las recesiones modernas normalmente arraigadas en un profundo desequilibrio financiero macroeconómico suelen causar daños significativos. Afortunadamente, la próxima aparenta ser diferente. Existe un amplio consenso respecto a que el mundo ha de enfrentar una recesión. No se trata tanto de si se produce o no, como de situarla en el tiempo. Aunque se lleva anunciando mucho, los datos se resisten a dar la razón a los economistas, que no por ello abandonan su pronóstico.

CARACTERISTICAS SINGULARES

A lo largo de la historia, la mayoría de las recesiones se han originado por una crisis financiera, o por graves desequilibrios macroeconómicos. El estallido de la crisis marcaba su inicio, y se desataban las consecuencias sobre la demanda agregada. Se reducía el valor de los activos al mermar los beneficios, se restringía el crédito, caían los precios, y se destruía empleo. Cuando el equilibrio se reestablecía, la recesión se superaba y el ciclo expansivo comenzaba de nuevo.

La situación actual no tiene esas características. Más que a consecuencia de un evento, el pronóstico de recesión se inscribe en las consecuencias de un proceso, en el que el papel protagonista corresponde a los bancos centrales y a la celeridad con la que han llevado a cabo las subidas de los tipos de interés. La inflación, desatada consecutivamente por la crisis de la pandemia y la guerra en Ucrania, irrumpe de forma intensa e inesperada, y la tardía respuesta de los bancos centrales les obliga a intensificar el ajuste. La recesión reviste pues características singulares y se genera como consecuencia de una veloz restricción monetaria.

UN PRECIO MODESTO

Si aceptamos esto, el camino de regreso a una nueva fase expansiva estaría igualmente en manos de los bancos centrales, y el solo hecho de que se esté moderando la inflación, ya hace a los mercados descontar que los tipos deben de estar en su máximo o muy cerca. Así, en un tiempo prudencial, la moderación de la actividad económica (la recesión), consolidará un retorno de la inflación a sus niveles objetivo y los tipos de interés podrán entonces recortarse.

Nada que aparente muy grave y en todo caso, algo que está en manos de los bancos centrales. La confianza en que el proceso puede ser revertido cuando se den las condiciones, o las circunstancias lo exijan, hace que la confianza en los mercados financieros se mantenga relativamente alta. El fuerte ajuste que registraron el año pasado ya recoge mucho de la expectativa de una recesión que, aunque se resiste a llegar, nadie deja de adivinar en camino.

Una condición crítica para que se dé este tipo de recesión leve y controlada, es precisamente la moderación de los precios, algo que se está evidenciando globalmente, en parte por el efecto base, pero también por las consecuencias de la restricción monetaria. Las dudas aparecen cuando se trata de estimar hasta dónde puede llegar la moderación de precios, si es realmente posible retornar a inflaciones del 2% o si, por el contrario, las economías pasan a una fase en la que se aceptan niveles estables de inflación más alta, y como consecuencia tipos de interés más altos, y no los recortes que ahora se anticipan.

Estamos ante el momento de más incertidumbre, entre la pausa de las subidas y la manifestación de su efecto sobre la economía. Tiene riesgos, pero no está tan mal. Lo que no es posible es volver al punto de partida. No existe el mundo de antes de la guerra y la pandemia, de modo que volver al 2% de inflación va a ser muy difícil, y por lo tanto habrá que contar con tipos de interés más altos. Es el precio más modesto que puede pagarse por una recesión distinta, más leve y controlada. Con permiso del techo de deuda de EEUU.

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