Ante el riesgo de incendio
Ampliar

Ante el riesgo de incendio

martes 11 de octubre de 2022, 19:52h

google+

linkedin

Comentar

Imprimir

Enviar

Que la OPEP haya decido recortar su oferta en 2 Mill de barriles (se producen diariamente 100 Mill), es una mala noticia para los precios cuando el mundo se encuentra embarcado en el propósito de reducir la inflación.

Para aislar el componente volátil de los precios, excluimos energía y alimentos, pero la energía es un insumo imprescindible para producir otros bienes de modo que aislarlos para conocer la tendencia subyacente no deja de ser un ejercicio que elimina volatilidad, pero no evita que se consolide el nivel de precios.

CONTRADICCIÓN Y CONTRACIÓN

Los precios del petróleo han retrocedido un 25% desde sus máximos de junio, y los de alimentos cerca de un 10%, de modo que es previsible que los índices generales se moderen, pero resultará menos probable en los índices subyacentes lo hagan, de modo que pensar en un pronto alivio de la inflación descansa más que en otra cosa en el efecto estadístico, pues al fin y al cabo la inflación no refleja otra cosa que la variación relativa de los precios.
Atajar la inflación subyacente precisa de tratamientos más allá de lo que permite la política monetaria, y rara vez se ha conseguido si no es con el concurso simultaneo de la política fiscal, algo que a cualquier gobierno no suena sino a sinónimo de sacrificios que no están en absoluto dispuestos a plantear.

Lo que ha explotado en la cara de los británicos es una versión acentuada de esa contradicción, pero versiones menos agresivas están siendo norma en otras economías desarrolladas. Podría haber, al menos, en las políticas fiscales propuestas de reformas estructurales destinadas a mejorar la productividad, pero se está fiando el éxito del control de precios a las políticas de los bancos centrales, que sin apoyo fiscal se van a ver obligados a endurecer, más allá de lo que ahora se descuenta, los tipos de interés, y es que por sí solos no pueden aspirar a ganar la batalla a la inflación si no es a cambio de forzar una fuerte caída de la demanda, y por tanto sin provocar una contracción más profunda de la que se está utilizando como base para construir los presupuestos.

UN FOGONAZO

En la tentación de evitar dolor pueden caer también los bancos centrales, y hemos visto como el Banco de Inglaterra ha tenido que salir a los mercados y dotar un fondo de hasta 100.000 Mill de libras para comprar deuda.

Consuela saber que 3.500 Mill han sido suficientes para amainar lo que no es más que la primera tormenta, pero con el efecto perverso de hacer creer que, si las cosas se ponen difíciles, la monetización de deuda volverá. De ahí el fogonazo de recuperación de los mercados en los últimos días, y que ya se está apagando.

Pero ni los 100.000 millones del Banco de Inglaterra, ni los 54.000 millones de reservas que ha empleado el Banco de Japón para sostener el yen, convierten en buenas las malas políticas. Tampoco la propaganda. Si cómo advirtió el presidente francés, la era de la abundancia ha tocado a su fin, las políticas fiscales que se están desplegando en poco se alinean con ese discurso.

Quizá no sea más que una prédica, pero habría que preguntarse hasta donde los inversores estarían dispuestos a financiar a algunas economías del euro sin ese paraguas. Hubo un tiempo en el que se decía que un déficit corriente del 10% del PIB no era un problema, para años después reconocer el error. La deuda pública era entonces del 40% del PIB.

Han tardado menos los bancos centrales en hacer autocrítica, pero su papel no puede ser el de meros bomberos. Si lo ven, que lo ven, tienen que advertir del riesgo de incendio.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios