Una eternidad
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Una eternidad

jueves 14 de julio de 2022, 01:13h

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La ruptura de la paridad en la relación del euro con el dólar tiene más valor simbólico que económico, pero la apreciación del dólar es un factor desestabilizador añadido sobre la economía mundial.

Desafortunadamente no. No estamos ante un movimiento de capitulación final clásica de la última fase de un movimiento.

Aquellos cuya posición es estructuralmente corta de dólares solo pueden esperar que les alivie disponer de una buena gestión defensiva, que nunca puede ser eterna, pero si adaptativa; o que se materialice el milagro de que el BCE, cansado de ver como los informativos europeos abren sus secciones económicas destacando que el euro se hunde, muestren su disconformidad y eso sirva de excusa al mercado para cubrir sus posiciones largas de dólares y le concedan al euro un respiro. Nunca será definitivo y se volverá de nuevo a la carga, de modo que todos están en lo mismo, cada vez que se deprecia un poco, ¡ZAS!, lo compran.

La ruptura de la relación de paridad, algo de muy poco valor real, tiene sin embargo mucha carga simbólica y sirve de excusa a muchos para revisar sus concepciones y a los medios de comunicación para abrir sus informativos. Es difícil saber cómo la población general interpreta el evento, pero no es arriesgar mucho decir que a pocos gustará, y que lo considerarán un síntoma más de que las cosas empeoran.

¿ALGUNA MEJOR QUE EL DÓLAR?

Que el dólar se aprecie de esta manera, siempre tiene beneficiarios, pero en el saldo neto, son muchos más los perjudicados. De lejos. Pocas veces es tan evidente. Las consecuencias negativas de un dólar en su actual estado, y más por su velocidad y volatilidad que por el nivel en sí mismo, se extienden a muchos ámbitos y con carácter global. La fortaleza del dólar no es un factor estabilizador, al contrario. Daña al comercio mundial, dificulta los movimientos de capital entre países, acentúa la presión sobre las economías emergentes endeudadas en dólar, se convierte en causa de más inflación y actúa como factor restrictivo en las condiciones financieras. Un dólar fuerte es una mala noticia para la economía global.

Eso debería de ser suficiente para que más pronto que tarde, las consecuencias y la amenaza de más apreciación llevase a los bancos centrales a tratar de trazar una línea roja. La historia está llena de episodios así. Pero las circunstancias son ahora extremas, las apuestas por un dólar fuerte en 2022 eran inexistentes en la práctica, lo que significa que las carteras no están con sobreabundancia de dólares, y la restricción monetaria reciente y la represión financiera de mucho tiempo, aconsejan tener efectivo y, ¿en qué divisa mejor que en el dólar?

UN VERANO DIFÍCIL

La única sombra real del dólar es el euro. Para bien y para mal. Si se lograse detener la escalada, muchos emergentes respirarían más tranquilos. Los compradores de materias primas también, pero como estas están depreciándose…, la urgencia lo es menos. No para los emergentes, en cuyas balanzas de capital hay mucha deuda en dólares, que es más y más cara, tanto por la carga de unos tipos de interés que suben, como por la relación cambiaria que incrementa la base de deuda.

ada bueno sale de todo esto, pero si es poco lo que se puede hacer, cuanto menos se hable de ello, mejor. Por eso que es muy poco probable que se levanten voces realmente importantes. Para los cortos en dólar, siguen “pintando bastos” y han de prepararse para un verano difícil. Y si leer los pronósticos puede ofrecer algo de consuelo, porque a pesar de todo no abandonan su sesgo modesto a favor del euro a 6-12 meses vista, en el mundo en que vivimos, mejor ser descreído. Un semestre es una eternidad.

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