Nueve presidentes con mucho miedo en el cuerpo
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Nueve presidentes con mucho miedo en el cuerpo

lunes 20 de junio de 2022, 19:28h

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Ya lo tenían tras lo sucedido en de Madrid y en Castilla y León pero ahora el miedo electoral en sus propios cuerpos se ha agudizado tras los resultados andaluces. Son los nueve presidentes autonómicos del PSOE que llegaron o conservaron el poder tras los comicios de 2019. El temor es desigual pero a todos les une una mismo pensamiento: si no se alejan de las decisiones y comportamientos del Gobierno central de Pedro Sánchez se arriesgan a perder el suyo.
En Aragón, con 67 escaños en juego, la mayoría para gobernar está en 34 parlamentarios. El PSOE logró 24 hace tres años, los otros diez se los proporcionaron una mezcla de Podemos, la Chunta, el PAR e Izquierda Unida. El problema para Javier Lambán está en que el Partido Popular consiguió 16, Ciudadanos 12 y Vox 3. Con esos datos y la previsible desaparición del partido naranja, más las ventajas que da la Ley D´Hont, el PP se puede convertir en la formación más votada y con el apoyo de Vox llegar a esa mitad más uno que exige la investidura. Se encuentra en el límite y el contagio de lo sucedido hasta ahora en las urnas le hace temer lo peor. Alejarse de Sánchez va a ser su decisión y lo comprobaremos de forma rápida.
En Asturias, con un Parlamento de 42 escaños, al actual presidente socialista, Adrián Barbón, le ocurre algo muy parecido a su compañero aragonés. Logró 20 asientos en su Cámara Legislativa, rozando la mayoría absoluta, pero la dinámica política y social está cambiando tan rápidamente que los 10 asientos logrados por el PP y los 5 conseguidos por Ciudadanos, de unirse en una única papeleta le puede llevar a la derecha asturiana a subir hasta 16 0 17 escaños. Y si Vox y Foro Asturias mantuvieran los 4 ( dos y dos ) que consiguieron en mayo de 2019, el Gobierno de Oviedo cambiaría de color.
En Baleares, la socialista Francina Armengol, que se ha vuelto más nacionalista que los propios nacionalistas, ya es consciente de que su sillón en la capital de las islas pende de un hilo. Los 19 diputados que consiguió hace tres años están muy lejos de la mayoría absoluta ( 30 ) mientras que si los votos y escaños conseguidos por Ciudadanos ( 5) se traspasaran al PP ( 16 ) esa ventaja se iría hacia el partido azul. Aquí entrarían en juego los resultados que consiguieran el resto de formaciones, esa ensalada de siglas que van desde Unidas Podemos a Mes, Ciudadanos por Formentera, el PI. Si los pactos de 2019 fueron difíciles, los de 2023 pueden convertirse en una auténtica tortura.
En Canarias, con sus 70 escaños en su Parlamento, los 36 asientos que proporcionan el Gobierno pueden llevar a que un posible empate entre PSOE ( 25 actualmente ) y la suma de PP (11) y Coalición Canaria ( 20), más los réditos de un desaparecido Ciudadanos ( 2 desde 2019 ) dejen el poder en manos de la derecha nacionalista, sin que los apoyos desde la izquierda con Podemos ( 4), Nueva Canarias ( 5) y ASG ( 3 ) se mantengan en esas proporciones en un voto más polarizado y que castigue con la Lay D´Hont a las formaciones más pequeñas y locales.
En Castilla La Mancha su actual presidente, el socialista Emiliano García Page ya lleva muchos meses distanciándose del Gobierno de Pedro Sánchez. En su Cámara de tan sólo 33 escaños tras el recorte que hizo su antecesora en el cargo, María Dolores Cospedal, goza de una cómoda mayoría absoluta; 19 asientos frente a los 10 del Partido Popular y los 4 de Ciudadanos. Una concentración del voto en la derecha y un castigo por la izquierda pueden ajustar y mucho el resultado. Lo previsible es que desde el palacio de Fuensalida, sede de la presidencia, se siga el proceso de alejamiento del Ejecutivo central y lo que representa la coalición de Sánchez.
En la Comunidad Valenciana, metido de lleno el Gobierno de Ximo Puig en la crisis judicial de su vicepresidenta, Mónica Oltra, las posibilidades de un cambio y el regreso al poder del PP que representaron Eduardo Zaplana y Francisco Camps - el primero alejado de la política y el segundo con ganas de volver tras sus diferentes absoluciones judiciales - son muchas.
Con 50 escaños se consigue el Gobierno de la Generalitat valenciana. En 2019 el PSOE consiguió 27, que sumados a los 17 de Compromís y los 8 de Unidas Podemos le dieron la mayoría de 52 frente a los 19 del PP, los 18 de Ciudadanos y los 10 de Vox. Todo ha cambiado y un desplome o desaparición del partido que dirige Inés Arrimadas, más la inevitable crisis de Compromís, le pueden proporcionar a la formación de Núñez Feijóo - si no se equivoca con la candidatura autonómica - los 40- 42 escaños que le hacen falta para alcanzar el poder. La ayuda de Vox parece en este territorio indispensable.
En Extremadura, su actual presidente, Guillermo Fernández Vara, cuenta con un cómodo colchón de 34 escaños sobre un total de 65 asientos en su Parlamento. Aún sumando los 7 de Ciudadanos a los 20 del Partido Popular y las ventajas adicionales de los restos que da la aplicación de la tantas veces mencionada Ley D´Hont, siempre podría contar con los que consiga la confluencia de Podemos ( hoy con 4 escaños ), que siempre pueden irse en un voto útil a las papeletas socialistas. Con todo, el propio Fernández Vara no oculta su preocupación, la misma que le lleva a “navegar” entre su rechazo partidista al Gobierno de Sánchez y su miedo a enfrentarse al inquilino de La Moncloa de la misma forma abierta y directa que lo hace su compañero toledano García Page.
En La Rioja, la exigua minoría que tiene Concha Andreu con los 15 escaños del PSOE y los 2 de Unidas Podemos, frente a los 12 del PP y los 4 de Ciudadanos, puede que lleven a un cambio de color en el Gobierno de Logroño. Izquierda y derecha van a depender del último o los últimos restos que salgan de las urnas. Diecisiete asientos dan la mayoría, dieciséis llevan a la oposición. Hoy, es más probable el cambio que la permanencia de la dirigente socialista. La necesidad que ya tiene de distanciarse del poder central es de las que no pueden permitirse dudas y demoras.
En Navarra, la socialista María Chivite, depende de lo que consigan las izquierdas más que de los 11 escaños que consiguió el PSOE. Cualquier caída en ese nacionalismo radical de izquierdas de Bildu y de Unidas Podemos ( algo bastante posible ) produciría el cambio en el Gobierno de Pamplona y, por contagio, en los futuros resultados de Euskadi con el PNV pensando y mucho en sus actuales relaciones con el Gobierno de Pedro Sánchez. En la Comunidad Foral , en mayo de 2023, se va a jugar el futuro de alianzas que ahora mismo son esenciales para el palacio de La Moncloa y para el Ejecutivo de Vitoria. Los equilibrios dentro del propio nacionalismo vasco y sus no resueltas pretensiones de “unión” con la Navarra de los fueros históricos van a estar presentes.
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