Por si éramos pocos...
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martes 27 de abril de 2021, 23:27h

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Cuatro de cada cinco materias primas ya se negocian a niveles superiores a los que cotizaban antes de la pandemia

El sector industrial se está viendo sacudido por un fuerte incremento en el precio de las materias primas que acumulan muchos meses de alzas sostenidas y que llevan a los analistas a preguntarse si no estamos en un nuevo super ciclo alcista a semejanza del registrado en el periodo 2002-2008 donde los índices globales se incrementaron más de un 300% y del que no se bajaron hasta 2014.

Los incrementos son ahora menores, sin embargo, en ningún momento en los últimos 30 años su precio se ha incrementado a la velocidad con la que lo ha hecho en los últimos 10 meses. No solo esto, sino que cuatro de cada cinco materias primas ya se negocian a niveles superiores a los que cotizaban antes de la pandemia.

MOVIMIENTO EN LOS FONDOS

Para una economía que, según el Banco Mundial, puede acabar 2021 con un PIB 10 billones por debajo de donde hubiese estado sin la pandemia, estimación que el FMI eleva a 22 billones hasta 2025, este comportamiento de los precios no parece responder a factores fundamentales, de ahí que el dinero esté evaporándose de los fondos macro, basados en la aplicación del análisis de las condiciones económicas, por su pobre evolución.
Por el contrario, los fondos que protegen de la amenaza de inflación viven un periodo dulce y registran su racha de entradas de capital sostenida más larga en más de una década.

El universo de las materias primas es enorme y complejo, y las claves en las que se rigen sus precios son muy diferentes. Se asocia al alza de precios en los metales a la fluctuación de la demanda, a la oferta en el caso de las materias primas agrícolas, y al equilibrio entre oferta y demanda el precio de las relacionadas con la energía.

Al registrarse un alza tan general, y a similitud de lo que ocurrió en 2002 con el fuerte crecimiento de la demanda de China, ha de haber algún factor que en este caso actúe como dinamizador y que permita explicar un incremento tan generalizado y, aparentemente al margen del juego de reequilibrios entre oferta y demanda.

UNOS MESES DE TRANSICIÓN

La explicación más compartida radica en el optimismo generado por las vacunas que se suma al enorme estímulo fiscal y monetario puesto en marcha de forma simultánea en el mundo.
Ya había elementos tractores previos a la pandemia y que esta ha ayudado a acelerar, como el tránsito hacia una economía “verde” donde predomina la electrificación y que puede ser consistente con el incremento de la demanda de algunos metales como el cobre.

Otros como el oro responden a la incertidumbre vinculada al incremento global de la deuda, y otros a la suma de factores accidentales con una estimación de fuerte incremento de la demanda en alimentación y construcción como puede ocurrir en el caso de los plásticos. No en vano, el contrato de futuros del polipropileno está en estos momentos entre los 20 más negociados del mundo.

Afrontamos unos meses de transición en el que la euforia de las expectativas ha de ser testada. China ofrece síntomas de preocupación y habla de regular precios, poco se ha hecho aun para incrementar el PIB potencial, y la recuperación de la libertad de movimientos llevará el consumo desde bienes a servicios.

Los precios suben y acaban por trasladarle al final de la cadena. Eso llevará de nuevo a cuestionarse la intensidad de las políticas monetarias expansivas.

Las subidas de precios tardan en corregirse y muchas se quedan. Aunque se pare, la cuestión es si esta subida tiene potencial, o no, para desencadenar movimientos en otros ámbitos, geopolíticos, económicos o financieros. Por si éramos pocos...

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