Cercados por los impuestos

El Gobierno insiste en justificar todo por el "futuro de España"

martes 21 de octubre de 2014, 21:41h

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Nos quieren salvar a base de impuestos y golpes, como si la vieja frase de que la letra, con sangre entra, fuera la justificación de un fracaso consumado en apenas seis meses. Si todo es distinto de lo esperado, si la equivocación sobre lo que había que hacer es tan grande, lo democrático, lo honesto, es consultar a los españoles para que decidan sobre su destino. Lo del sacrificio en bien de todos suena a franquismo.
Con machacona insistencia todos los miembros del Gobierno y la secretaria general del partido defienden que las medidas de ajuste anunciadas, con su batería de impuestos al frente, son las única salida para nuestro país. Que o eso - la contrarevolución que se han impuesto a sí mismos y a todos los españoles - o el caos. Da lo mismo que hable Mariano Rajoy, que lo haga Sáenz de Santamaría, Guindos o Montoro: no se puede hacer otra cosa, estamos obligados a hacer lo que ya estamos haciendo, y un mucho más que vendrá en los próximos meses con cuentagotas y a traición como ha pasado con la subida del IVA a los autónomos. Con un cierre de slogan tan poco democrático como el que sigue: los españoles no tenemos libertad para elegir, que podría continuar con la frase que Lenin le dijo a Fernando de los Rios: "libertad, para qué". Tal vez para pensar, para decidir soberanamente, para exigir el cumplimiento del contrato electoral de hace seis meses, para encontrar otras soluciones, otros caminos, incluso para aceptar que no hay otra salida. Pero libertad como la gran enseña, la gran bandera de la sociedad occidental y democrática, construida sobre veinte siglos de historia y unos cuantos más de noticias de la humanidad
El Gobierno se ha propuesto salvarnos a golpes, cada vez más duros y más sorprendentes. Y lo que es peor, lo hace no como el "dueño por poderes" de esta finca llamada España, lo hace como el capataz de un triunvirato que se benefició de nuestro crecimiento de la década pasada, cuando crecíamos al 4 por ciento mientras que Alemania lo hacía al uno y por eso podíamos comprar sus productos, por un lado, y sus bancos nos prestaban el dinero pues obtenían mejor rentabilidad que en su país, y sin que nadie le pida cuentas por ello, ni les exija a sus entidades financieras que paguen la parte correspondiente de lo que llaman la "fiesta del mediterráneo". Y lo evitan, además, por el estrangulamiento que han hecho sobre nuestra economía, nuestros bancos y nuestras empresas de cara a captar miles de millones de dinero cobarde y nada solidario.

No es lo que querían hacer, no es lo que plantearon hacer, no es en lo que creen, no es lo que les gusta... pero se sacrifican por nosotros. Son frases, son palabras que resuenan en mis oídos con la música de la vieja dictadura franquista. Los distintos equipos del general, desde que terminara la guerra civil hasta su muerte en 1975 siempre se estaban sacrificando por España y los españoles. A los de hoy nadie les ha pedido que se sacrifiquen por el resto de ciudadanos, lo que les pidieron los que les votaron hasta la mayoría absoluta, y luego el resto, es que cumplieran con lo prometido, con el contrato que suscribieron de forma pública y reiterada, y que si no pueden hacerlo que dejen paso a otros. En Portugal y en Grecia ha habido elecciones que no tocaban para que portugueses y griegos tuvieran la oportunidad de volver a elegir sabiendo lo que se les ofrecía y a cambio de qué. En Italia, con un Berlusconi sobrepasado por todos los ángulos, se llegó al pacto de elegir un técnico de consenso para que realizara los cambios que la clase política no sabía o no quería hacer. Aquí, con mayorías absolutas en la nación, en la mayoría de las autonomías y municipios, con un poder democrático y electoral como no ha habido antes, el gobierno de Mariano Rajoy y la oposición de Alfredo Pérez Rubalcaba, Cayo Lara, Artur Mas e Iñigo Urkullu deberían tener la decencia de hacer lo mismo.

Si todo ha cambiado y no se supo ver, si la "herencia recibida" es peor de lo esperado, si los mercados siguen por sus fueros y no valoran el cambio de color político en la gobernanza de nuestro país, si el euro está peor que nunca y Europa va dando tumbos estrellando contra sus viejas paredes a los más débiles, lo que deben hacer los que salieron electos es pedir perdón a los ciudadanos por equivocarse tanto, ofrecerles un nuevo contrato de gestión y dejar que sean las urnas las que decidan.
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