El ministro José Luis Escrivá.
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El ministro José Luis Escrivá.

Escrivá, el coche escoba de Sánchez

martes 10 de noviembre de 2020, 20:31h

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El tecnócrata del gobierno recoge todos aquellos problemas sin solución de los que el Consejo de Ministro rehuye tratar: inmigración, pensiones y pobreza

Cuando Pedro Sánchez eligió a un tecnócrata como José Luis Escrivá para dirigir un departamento tan político como el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones seguramente estaba pensando en la mejor manera de poner coto a las exigencias de su compañero de gobierno, Pablo Iglesias, que en su programa llevaba propuestas muy radicales tanto en la distribución de la riqueza, las pensiones o la acogida a los inmigrantes.

Nacido hace casi 60 años en Albacete, su carrera profesional le ha especializado en econometría, una rama que trata de conformar mediante medios matemáticos las variaciones de los sistemas económicos.

Desde el Banco de España donde trabajó en sus primeros años pasó era 1999, todavía bajo la presidencia del gobierno de Felipe González, al Banco Central Europeo en Frankfurt, como jefe de la División de Política Monetaria donde estuvo hasta 2004 en que le fichó el BBVA como director del Servicio de Estudios. Sus informes económico se convirtieron en un clásico que todos los políticos alababan.

Del banco español pasó en 2012 a convertirse en director para las Américas del Banco Internacional de Pagos de Basilea. Y allí le ficharon Mariano Rajoy y su vicepresidente económico, Rodrigo Rato, en febrero de 2014 para fundar y dirigir la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), órgano creado a instancias de la Unión Europea para la fiscalización de las cuentas públicas, el cual presidió hasta enero de 2020 tras su nombramiento como ministro en el gobierno de coalición PSOE-Podemos.

Su carácter apolítico permite a Escrivá marcar su propia política, valga la contradicción, y enfrentarse a los problemas de su departamento con cierto desprecio a lo que los socios de Sánchez consideran correcto.

Eso quedó claro el día en que el vicepresidente Pablo Iglesias intentó marcar las pautas del Ingreso Vital Mínimo. A las pocas horas Escriba dejó claro que él lo resolvería como le estimase oportuno.

Seis meses después de su entrada en funcionamiento, el IMV solo ha llegado a un 10% de los solicitantes. Menos de 134000 hogares están recibiendo o tienen aprobada la ayuda, frente a los 192.000 a los que se les ha denegado, según datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social.

Ni Pablo Iglesias ni ninguno de los dirigentes de Podemos o de Izquierda Unida ha vuelto a sacar a colación el IMV y mucho menos a criticar a Escrivá.

Pero no es ese el único problema que se oculta bajo el sillón del ministro. Está el problema de la inmigración, otra de las estrellas del programa de Podemos y también de Pedro Sánchez que nada más llegar a La Moncloa en junio de 2018 se convirtió en el adalid de los africanos y asiáticos que intentaban llegar a Europa, poniendo a disposición de los barcos de salvación fletados por varias ONGs los puertos españoles.

Dos años después los puertos españoles están tan cerrados a esas ONGs como los italianos o griegos y en todo sur de España y sobre todo en Canarias se acumulan los refugiados sin que el ministro Escrivá reciba la más mínima crítica ni por parte de los socios del gobierno ni por parte de una oposición, la del PP, que considera al albaceteño casi como uno de los ministros más cercanos, junto a la de Economía, Nadia Calviño.

En otro tema polémico, el de las pensiones, Escrivá ha vuelto a conseguir una renovación de los Pactos de Toledo que, hoy por hoy, nadie conoce con exactitud pero que indefectiblemente irán por Elk mismos camino que Lois últimos que consiguió el Pp de Mariano Rajoy, retraso en la edad de jubilación y trasladar a los Presupuestos los déficits que se produzcan en las cuentas de la Seguridad Social.
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