Los socialistas dominan de forma rotunda la media España de izquierdas. Y los populares se mantienen como líderes de la otra media de derechas. Un primer paso hacia lo que puede convertirse en un regreso al bipartidismo imperfecto que ha existido durante 40 años.
El presidente del Gobierno estaba triste. Su partido había ganado en las elecciones europeas de forma clara. Había ganado en la mayor parte de los grandes Ayuntamientos y de las doce Comunidades autónomas en las que se celebraron elecciones había ganado en diez, pero la alianza de las tres derechas le dejará sin gobernar en más de la mitad de todo ello.
El presidente del PP estaba alegre. Su partido había perdido en Europa, había perdido en los grandes Ayuntamientos, había perdido en diez Autonomías, pero la obligada alianza con sus dos compañeros de viaje en la derecha le permitirá mantener gobiernos e incluso ampliar su presencia en algunas de las plazas que estaban en juego. Y sobre todo, Ciudadanos se ha quedado por detrás. Sigue en cabeza de la derecha española de forma clara.
El presidente de Ciudadanos quería sonreír y hasta lo consiguió. Su partido no ha conseguido ninguna victoria. No ha conseguido colocarse por delante del PP, y tendrá que formar parte de los pactos que se establezcan con Vox y ya no desde el exterior, con presencia en los gobiernos de la por él denostada ultraderecha.
El presidente de Vox estaba contento. Tiene mucho menos peso del que creía en la política española, pero lo tiene y es decisivo para que la derecha en su conjunto mantenga el poder y gobierne en lugares tan claves como Madrid, Castilla y León o Murcia.
Pedro Sánchez, desde su arriesgada y ganadora moción de censura contra Mariano Rajoy va de victoria en victoria. Ha sacado al PSOE del pozo en el que estaba pero sabe que le espera una Legislatura muy difícil y aspera. Amargas victorias las conseguidas este domingo 26 de mayo en muchos lugares. Y Madrid, siempre Madrid. La joya de la corona electoral seguirá en manos de la derecha.
Pablo Casado se salva. Desde el miedo de las primeras horas del recuento a una euforia mal justificada pero real. El PP sigue siendo el primer partido de la derecha y a distancia de Ciudadanos. Ha perdido escaños y concejales en una sangría que en otras circunstancias le habrían obligado a dimitir, pero está Madrid, el bálsamo de Fierabrás para sus heridas. El PP podrá gobernar en la autonomía y en el Ayuntamiento de la capital con sus dos personas de confianza. Los milagros, aunque se apelliden Vox, existen.
Albert Rivera ha fracasado en su triple apuesta. Sigue por detrás del PP en todos los lugares y podrá participar en los gobiernos siempre que acepte la presencia de Vox. El modelo de Andalucía corregido. Sin exclusiones y bajo la mirada de sus compañeros europeos que no ven con buenos ojos los pactos con las formaciones de la ultraderecha pero que no tendrán más remedio que aceptar, sobre todo con la vita puesta en los resultados de esas mismas fuerzas en Italia, en Gran Bretaña, en Francia o en Hungría.
Santiago Abascal lo ha logrado, con menos fuerza de lo que parecía pero su presencia en la política española y europea es real. Puede exigir presencia en el poder autonómico y municipal. Para empezar en Madrid, el gran escaparate. Y no le podrán decir que no. Sus votos y sus diputados y concejales son imprescindibles para que la derecha gobierne. No puede negar los apoyos, si puede ponerles un precio.
Pablo Iglesias puede y debe estar triste, muy triste. Las peleas entre “hermanos” siempre terminan muy mal, y la suya con Iñigo Errejón les ha “matado” a los dos. La ruptura interna de Podemos es la causa de que hayan desaparecido en casi todos los sitios, con especial incidencia en Galicia, arrasadas las Mareas por los socialistas. Y de nuevo y como gran escaparate del desastre, Madrid, tanto la Comunidad como el Ayuntamiento capitalino.
Iñigo Errejón se marchó con Manuela Carmena y seis de los suyos para crear una plataforma, Más Madrid, que ha ganado pero ha perdido. La última estocada al viejo proyecto “morado” ha venido de otro de los inventos electorales, éste desde el área de los anticapitalistas, como ha sido Madrid en Pie. Votos perdidos y llamada a la abstención para una parte de sus antiguos votantes, cansados y desilusionados por tantras luchas internas y tantas descalificaciones sin sentido.
Incluso en la Comunidad de Madrid, con enorme distancia entre Errejón e Isabel Serra, el desastre ha estado a punto de ser mayor. Podemos ha rozado el cinco por ciento, unas décimas menos y se habría quedado sin representación. Debería llevarles a una autocrítica muy severa. La misma que tienen que hacer dentro de Izquierda Unida.
Si la derecha ya sabe que en los próximos años tiene que caminar con seis piernas y seis brazos; la izquierda va a tener dos piernas y dos brazos tan largos y grandes que el resto va camino de volver a lo que representó durante veinte años el antiguo PCE y la antigua IU. Se lo habrán ganado a pulso.
Quedan dos grandes ganadores, el PNV, que se muestra hegemónico en todo el País Vasco, pero que contará con un Bildu crecido pese a la derrota en Navarra merced a la unión de todas las derechas. Y la Esquerra de Oriol Junqueras y Ernest Maragall. Han ganado en Barcelona y han logrado que su líder sea ya europarlamentario. Eran sus dos objetivos. Se tratará a partir de ahora de presionar desde Estrasburgo y de pactar en Cataluña. Más problemas para el gobierno de Sánchez en particular y para España en general.
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