Representación teatral en el Parlamento del Clavileño judicial
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Representación teatral en el Parlamento del Clavileño judicial

jueves 22 de noviembre de 2018, 16:32h

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Si uno mira a Pedro Sánchez y a José Luís Abalos, presidente y ministro de Fomento, secretario general y secretario de organización del PSOE, puede imaginarse a Don Quijote y a Sancho cabalgando el primero a lomos de un imaginario Rocinante mientras caga contra los molinos de viento que confunde con gigantes.Tienen a su peculiar bachiller Carrasco en versión Ivan Redondo, que pugna por introducir cordura electoral y mediática al igual que entonces procuró la criatura literaria de don Miguel para el hidalgo manchego; y que en este nuestro hoy se aplica el asesor vasco con el político madrileño.

Este miércoles de llanto y hasta crujir de entredientes en el hemiciclo del Congreso, hemos visto al jefe del Ejecutivo y a su fiel segundo subirse al Clavileño judicial mientras con antorchas encendidas los dos líderes de la oposición - leales caballeros de un pasado glorioso que sueña con linajes y escudos nobiliarios con los que demostrar su inquebrantable fe en los grandes valores del Reino - les intentan hacer creer que van surcando los cielos por obra y gracia de la sabiduría del gran Malambruno - tengo para mí que existe una auténtica pugna dentro de la Esquerra Republica entre Gabriel Rufian y Joan Tarda por representar ese papel - mientras las lágrimas asoman a los ojos de la condesa Trifaldi, encarnada para la ocasión por doña Ana Pastor, que sufre tanto entre los suyos como bajo los epítetos cariñosos de la amplia gama de izquierdas que asienta sus posaderas en los escaños del Parlamento nacional.

Para no condenar a galeras al indiscreto pero veraz Ignacio Cosidó, cual poético Merlín que recitara versos de un oculto encantamiento judicial, el duque Casado recurre a uno de sus iguales, el también aristócrata Rivera - travestido ideológico para tan grande ocasión como señalan las urnas - para juntos enredar a la pareja protagonista aprovechando que la reina Maguncia del Fondo Monetario vuelve a convertirse en la mejor aliada de la teutónica princesa Antonomasia. Ambas dos obsesionadas con el control de los salarios, la baja en el nivel de las pensiones, la libertad monetaria y el susto en el cuerpo que llevan, desde hace meses, por esa afición tan italiana de recordar que allá por los inicios del siglo XVI un compañero suyo de aficiones políticas y escritura fácil y complaciente convirtió sus consejos a un Príncipe en todo un tratado de gobierno.

Falta en estos días de referencias jurídicas y malos hábitos en la vida pública, que amenazan con trasladar al santuario de la palabra y la representación ciudadana los cuadriláteros del catch a cuatro que hacen las delicias de otros Parlamentos del Orbe, la intervención con dejes cordobeses- que siempre son de agradecer - de la que en la segunda parte de El Quijote coloca Cervantes como Doña Rodríguez, dueña gerencial de ese palacio madrileño, que durante cuatro siglos fue territorio de condes y duques de distintos linajes y alcurnias hasta que la guerra convirtió en paisaje destruido, y que la democracia convirtió en residencia oficial de cinco presidentes. Carmen Calvo no esconde sus virtudes y ha emulado con largueza las virtudes de sus dos predecesoras que hoy comparten asiento en el Consejo de Estado.

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