La teoría del abanico y la hora de las rubias
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La teoría del abanico y la hora de las rubias

lunes 23 de julio de 2018, 02:42h

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Muchos debían ser los calores que asaltaron a la candidata Santamaría y a sus estrategas en la recta final de la lucha por el poder interno del PP pasa sacar a pasear a un objeto tan castizo como el abanico. Quería ser la metáfora hispana de la apertura política y no se dieron cuenta que representaba justamente lo contrario. El abanico se cierra cuando ha cumplido su objetivo y Soraya quería mantenerlo abierto, que era como decir que nunca iba a conseguirlo.

Los augurios tampoco eran buenos para el artilugio pensado para airerar el aire. El PP necesita cerrar heridas y pasado reciente, para nada mantener abierta esa agitación incontrolada. Si algún grupo lo manejó con elegancia y atrevimiento fue Locomía, y dos de sus integrantes han muerto en apenas unas semanas. Los oráculos antiguos no se lo hubieran recomendado a la exvicepresienta, pero ya se sabe que los nuevos visionarios utilizan la inteligencia artificial, y les falta oficio.

En el Congreso, el abanico de los últimos días se transformó en el abanico de España y llegó tarde. El único político que siempre lo manejó con soltura era “Pepote” Rodríguez de la Borbolla, sevillano, con toda la gracia e intención para mensajearse con él y a través de él, que los abanicos son como el morse entre enamorados. Los abanicos tienen un sitio especial en los tendidos taurinosy puede que hasta el capote, en algunos lances, se asemeje a ellos. Nunca el torero pierde de vista al astado, que es lo que hizo Soraya sin que nadie en su cuadrilla le avisara de que el morlaco de su compañero, entre sonrisa y sonrisa, le había tomado la medida y derrotaba por su derecha. Revolcón y a la enfermería a negociar con la taleguilla rota.

El abanico, para brillar de verdad, exige de compañía y sin duda es la hora de las cómplicas escuderas fieles y rubias. Ninguna usa abanico y por algo será. Ni Melania Trump. Ni Brigitte Macron, ni Kolinda Grabar ( presidenta de Croacia para los menos versados ), ni Begoña Gómez, ni Isabel Torres. Y la más actual de las rubias mundiales, Corinna Larson, alias Corinna zu Sayn-Wittgenstein. A ninguna se les ha visto agitar las manos de forma compulsiva para aliviar el verano. Sonrerir a casi todas, y a las españolas de forma abierta, sin esconder sus fuertes y peligrosas dentaduras. El invisible Ivan Rosa no podía competir.
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