La geometría variable de Albert Rivera
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La geometría variable de Albert Rivera

miércoles 18 de abril de 2018, 20:59h

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Para entender la política que practica Ciudadanos hay que recurrir a las matemáticas y rescatar y aplicar un término que utilizó José Luís Rodríguez Zapatero para explicar las posiciones que adoptaba el PSOE como partido de cara a garantizar la viabilidad de las medidas de su gobierno

No era un concepto novedoso, pero sí lo era su paso y aplicación a la esfera política desde las matemáticas y la física. La geometría variable venía dando vueltas desde la II Guerra Mundial, cuando los alemanes la aplicaron a la variación de las alas de sus Messerschmit. Perdieron la guerra y los planos y avances de la aeronática de Hitler terminaron en las mesas del Pentágono y las empresas norteamericanas.

Cambió la aviación y luego ha cambiado la política. Se enterraron casi 30 siglos de Euclides - al que algunos historiadores le hacen sirio, que ironía - y sus teoremas y postulados de cara a la industria; y se enterraron las negociaciones y acuerdos de una única dirección y con unos únicos interlocutores. Primero se colocó el interés y luego se miró a la ética. La estética, por supuesto, se dejó para los desfiles de moda.

Con Zapatero en el poder la Europa de las dos velocidades dió paso a la Europa de la geometría variable o lo que es lo mismo, una Europa en la que los acuerdos entre los distintos estados se sometían a reglas cambiantes, interpretaciones cambiantes y controles cambiantes. Y si estos podía pasar y pasa entre países, cómo no lo iba a hacer entre partidos. Abierto el baile nadie quiso quedarse a mirar. Los términos derecha e izquierda se empezaron a diluir con mayor rapidez y fuerza que nunca. Se mezclaron, acoplaron, fusionaron y anularon en pro del pragmatismo y los intereses puntuales y coyunturales de los que debían interpretar las ideas y postulados políticos.

Ya pasó con Felipe Gonzaéz y volvió a pasar con José María Aznar pero han sido Zapatero y Mariano Rajoy los que consagraron la aplicación de la geometría variable a nuestra política actual. Y el auténtico mago, el mejor de los alumnos, el más aplicado, el que mejor la interpreta no es Pedro Sánchez, ni Pablo Iglesias, es Albert Rivera, capaz de pactar y apoyar a gobiernos de todo tipo sin que ello se vea como una desmérito sino todo lo contrario, sin que sus “tesis políticas” se vean alteradas y logrando que sus apoyos electorales suban sin parar. Un genio de la coyuntura que cuenta con la pérdida de referencias ideológicas en la que han caído los dos principales partidos de nuestra reciente democracia.

En la crisis de principios - que tiene lugar en toda Europa - la geometría variable sucede a la euclediana con enorme facilidad. Sin fronteras ideológicas y ofertas creibles y mantenibles cuando se llega al poder, la capacidad de negociación con todos y en todo momento se toma como una virtud, cuando hace años se ponía como ejemplo de poca firmeza y hasta como un motivo de fuerte desconfianza.

Rivera y los suyos son capaces ( y lo hacen ) de pactar con el PSOE en Andalucía y mantener sus apoyos por más desaires que Susana Díaz le haga a Juan Marín. Y lo mismo hacen en La Rioja gobernada por el PP entre el presidente Ceniceros y Diego Ubis. Algo extensible a la actual Murcia de Miguel Sánchez y Fernasndo López Miras, el mejor de los ejemplos para explicar la conducta en la Comunidad madrileña de Ignacio Aguado respecto a Cristina Cifuentes.

Ciudadanos ha conseguido convertirse en la primera fuerza política de Cataluña a nivel de voto por su capacidad para encarnar la oposición más directa y dura frente al independentismo, superando por la derecha al PP y sin las connotaciones ultras que arrastra el partido de Rajoy en esa autonomía. Incluso ha “cogido” fuerza de un PSC al que su indefinición ideológica y abandono de los viejos principios de universalidad del socialismo le está costando su regreso al poder, algo que hubiera sucedido de forma casi natural sin la presencia de Ciudadanos y de Podemos, que es otro núcleo de geometría variable si hacemos caso a la ideología que defiende Pablo Iglesias, tras su aparente abandono del marxismo por las “ideas del 15-M”.

Si es capaz de pactar con el PP por un lado y con el PSOE por otro defendiendo una unidad española y unas medidas liberales en lo económico que le hubieran llevado a representar al más duro de los capitalismos hace unos años, su flexibilidad le hace pactar con el regionalista Migel Angel Revilla a través de Rubén Gómez sin que se le mueva ni un pelo. Bien es verdad que dos no pactan si uno de ellos no quiere, pero la necesidad y la ambición de gobernar mueve montañas y de forma mucho más fácil ideologías. Lo de “extraños compañeros de cama” aplicable de la política dejó de ser una crítica hace años. Hoy no hay extraños, se conocen unos a otros a la perfección.

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