Garrido, un presidente con triple vigilancia
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Garrido, un presidente con triple vigilancia

miércoles 09 de mayo de 2018, 06:00h

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El PP necesita el escaño de Cristina Cifuentes para que Angel Garrido pueda ser elegido nuevo presidente de la Comunidad, siempre, claro está que Ignacio Aguado y el resto de representantes de Ciudadanos mantengan su apoyo. Salvo sorpresas será así y el antiguo concejal de Pinto y de Madrid, rescatado del anonimato por Ana Botella y elevado a los puestos de honor del gobierno regional por la dimitada Cifuentes, llegará al sillón de mando para estar en él durante doce meses.

Mandará poco y bajo triple vigilancia: la que ejercerán Pio García Escudero y Juan Carlos Vera desde su propio partido como encargados de “dirigir” al PP madrileño hasta que se elija la nueva Ejecutiva y la persona que ocupe la presidencia que será, con toda seguridad, la que encabece en junio del año que viene la lista electoral. Y ahí encontramos el otro problema que tienen los populares: la elección de un líder que pueda enfrentarse al pujante Ciudadanos y a la estancada izquierda del PSOE y Podemos pero que tan sólo necesitan un escaño más para acceder al poder.

Los nombres que suenen siguen siendo los mismos: Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría y no parece que ninguno de los dos esté diuspuesto a sacrificarse si las perspectivas de derrota son muy grandes, sobre todo la vicepresidenta, que no querrá tener en su curriculum hasta ahora intachable una pérdida de ese calibre. Y el vicesecretario va a tener sobre su cabeza los expedientes académicos que ponen en cuestión sus cursos en las Universidades americanas. No es lo de Cristina Cifuentes pero se le parece demasiado.

Los otros dos vigilantes del presidente Garrido - demos por hecho que tendrá en unos días ese nombre - serán su socio, Ciudadanos, y la izquierda que representan PSOE y Podemos, con Angel Gabilondo esperando su momento aunque la espera se alargue hasta el verano del 2019, y con Iñigo Errejón dispuesto a aglutinar a las diversas confluencias de su grupo con permiso de Ramón Espinar y Lorena Ruíz-Huerta. Muchos ojos para el hombre que ha demostrado poner al partido por encima de sus afectos personales, dejando de pronunciar el nombre de su mentora en todas y cada una de las ocasiones en las que ha tenido la oportunidad de hacerlo.

Dado que el futuro no está escrito,podría ocurrir que si el nuevo presidente lo hace bien, logra un mayor conocimiento entre los ciudadanos, y nadie de su partido con mayores galones quiere arriesgarse a la hoy previsible derrota, se encuentre con que Mariano Rajoy y Dolores Cospedal le dejan que afronte esa batalla. El dice que no aspira a ese puesto pero en política los noes son casi siempre un “depende”, y en estos tiempos convulsos los dependes son multitud.

Lo que nadie le quitará es el haber sido presidente de la Comunidad madrileña, algo a lo que no aspiraba pero que, seguro, aparecía en sus sueños. La ambición es una de las características básicas de cualquier persona que quiera dedicarse a la cosa pública, lejos de esas manidas frases del “servicio a la comunidad”. Y si en junio 2019 deja el cargo, la “gratitud” del PP puede que le lleva en la lista de las elecciones generales en un puesto que le permita sentarse en el Congreso de los Diputados. Si lo mira bien, su carrera política no ha hecho más que comenzar.

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