Cien horas para volver a empezar
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Cien horas para volver a empezar

lunes 18 de diciembre de 2017, 15:40h

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Si esta carrera de fondo que termina el día 21 y a la que le quedan cien horas para saber quién es el ganador se corriera en términos de derecha e izquierda, este última ganaría con comodidad con diez u once escaños de ventaja. No es así pero la relación entre independentistas y constitucionalistas no cambia el escenario. El secreto, que no es tal, está en Podemos o en Los Comunes o en ese magma que han articulado en Cataluña Pablo Iglesias y Ada Colau con Xavier Domenech, el hombre del “beso socialista” junto a los escaños del gobierno en el Congreso, como mascarón de proa.

La Esquerra del encarcelado Oriol Junqueras llega agotada y a punto de perder el primer puesto por el avance impetuoso en cuatro idiomas de Carles Puigdemont desde Bruselas, y de la incansable y audaz Ines Arrimadas desde los cuatro puntos cardinales de Cataluña. Puede que hasta se produzca un triple empate a diputados en torno al número treinta, lo cual les permitirá a los líderes asegurar que han ganado mirando los cortos reales en las cuatro provincias.

Fuera de ese podio imaginario están Miquel Iceta y el PSC, a quien por mucho que empujen los sondeos y los compañeros de Madrid reconciliados, como son Pedro Sánchez y José Luís Rodríguez Zapatero, sueña con la renuncia o la imposibilidad de los tres anteriores para formar gobierno y que le dejen a él esa solución tan democrática de que el que no gana, ni es segundo, ni tercero, es capaz de gobernar por ser el único al que los demás aceptarían. Puede que sea un pensamiento difícil pero válido para Cataluña pero imposible para España, que es lo que están mirando en el futuro los jefes nacionales de sus colores.

Si El PSC está en medio con su moderada subida de escaños, el Podemos catalán está en ese mismo lugar de la carrera pero tan cansado como lo que van por delante y con tendencia a llegar a la meta con los mismos escaños que poseía hasta la disolución del Parlament. Mientras que los socialistas se mueven entre las ocurrencias de su candidato y las correcciones que les hacen desde la sede central de Ferraz; los dirigentes de Podemos han tenido que dar un paso hacia el independentismo y la radicalidad de la CUP sin caer en el mismo saco, y otro hacia el llamado socialismo democrático del PSC para evitar que se le fueran por ese lado los votos conseguidos hace un año. Unos y otros corren a la pata coja y se les nota.

Los últimos van a llegar a la meta dándose codazos para evitar el papel de farolillo rojo que todas las encuestas - incluida la del Periodico de Andorra del fin de semana - les asignan. Son la CUP de Carles Riera, y el PPC de Xavier Albiol. Los primeros no quieren bajar de ocho escaños y los defienden con uñas y dientes pese a la ANC de los Jordis y sus mensajes de apoyo a Puigdemont; y los segundos han contado con todo el peso de Rajoy, Santamaría, Cospedal... la “Take Force” de los populares que, en un último esfuerzo, intentan evitar quedarse fuera del Parlament ante la amenaza del 5% y, como mal menor y dando por perdidos los tres escaños que poseen entre Gerona, Lérida y Tarragona, conseguir cuatro o cinco por Barcelona. Pase lo que pase y con el cansancio en el rostro, Riera y los suyos seguirán peleando por la República independiente que nunca ha sido Cataluña. Y Albiol verá como la escuadra de sus compañeros de militancia se aleja de regreso a Madrid con la satisfacción del deber de auxilio cumplido.

Cien días para que las batallas busquen causar más bajas al adversario, para que desde las aguas de los medios de comunicación se lancen más torpedos a las líneas de flotación de las siete candidaturas con capacidad de representación parlamentaria, para que desde Bruselas a Estremera pasando por el territorio catalán en toda su extensión los clarines del miedo - piel de toro de esta España - resuenen en las cabezas de los líderes con el mismo mensaje: el ”hemos ganado” del día 22 como una letanía para consolar a los fieles.

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