Si en 2015 era el PSOE el que cayó en picado tras la irrupción de Podemos y Ciudadanos, es ahora el PP el que puede desmoronarse por la subida electoral de Vox que el propio Feijóo, que logró que el partido de extrema derecha no consiguiera entrar en el Parlamento gallego, no se ve capaz de tapar el agujero por el que se le han ido en los últimos meses casi un millón de votos que van a engordar al partido de Abascal.
La situación de la dirección del PP no es fácil, como tampoco la tuvieron Alfredo Pérez Rubalcaba en los comicios de 2011, donde Rajoy (PP) ganó por mayoría absoluta, o Pedro Sánchez en 2015 cuando el PSOE bajó hasta los 90 diputados a punto de ser sobrepasado por los 69 de Pablo Iglesias y los 40 de Albert Rivera, que sumados hacían 109. Entonces Sánchez no concebía la idea de gobernar en coalición con las dos fuerzas nuevas y eso le costó perder su puesto de secretario general socialista y hasta su acta de diputado cuando el PSOE le defenestró para darles los votos suficientes a Rajoy para gobernar y no tener que repetir los comicios.
A Feijóo le está costando aceptar que si no puede con Vox tendrá que aceptar como compañero de viaje a Abascal de la misma forma que Sánchez tuvo que plegarse a hacer un gobierno de coalición con Iglesias tras las elecciones de 2019. No tendrá otro remedio y si no quiere hacerlo enseguida saldrán otros que se ofrezcan como la misma presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, a quien no le duelen prendas de que la acusen de aliarse con el demonio si hace falta.
El problema de gobernar en las democracias europeas se reduce a una cuestión de números: o consigues mayoría absoluta en el Parlamento o tienes que pactar Copn otras fuerzas. Descartada en España la solución del pacto PP-PSOE –que usan los alemanes, por ejemplo- solo queda sumar partidos, uno a uno, hasta lograr los ansiados 176 escaños en el Congreso.
Si Feijóo quiere gobernar a partir de las elecciones de 2027 tendrá que hacerlo con Vox lo que le aleja de cualquier acuerdo con los nacionalistas y las tensiones políticas se agravarán a medida de que la extrema derecha reclame medidas más duras en todos los campos. A su favor tiene el líder del PP que una vez en el poder a Vox le pasará algo parecido a lo que ha provocado primero la división de Podemos y luego su hundimiento.
En contra tiene la mala experiencia que le supuso perder los comicios de 2023 por no poder o no saber explicar sus pactos con Vox en varias Comunidades Autónomas, lo que le valió a Sánchez para seguir en La Moncloa aunque sea a costa de pactar con el derechista catalán, Carles Puigdemont.