Primer balance de Sánchez

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Hay que reconocer que Pedro Sánchez se ha empleado a fondo. Ni un solo día ha estado fuera de foco. Su equipo negociador, como el de Ciudadanos, tienen sueño acumulado y han entrado tanto en nuestras casas que ha habido momentos en los que el semblante era tan locuaz como las palabras.

Mucho esfuerzo, mucho papel y finalmente un acuerdo con Ciudadanos al que se le dio una desmedida solemnidad. Se habló de la transición, de acuerdo "histórico". Que ha habido esfuerzo por ambas partes es algo indiscutible, pero no menos indiscutible es que ambos no suman.
A día de hoy y como en política hasta que no se llega al último minuto es difícil realizar un diagnóstico final, habrá que hablar del primer balance de Pedro Sánchez. Primero porque aún queda tiempo para que cambien las tornas. Pero mientras ocurra, si es que ocurre, el primer balance del papel de Pedro Sánchez como candidato a la Presidencia del Gobierno no es especialmente alentador ni para él ni para el PSOE.
El acuerdo firmado con Rivera, presentado con una desmesurada solemnidad, no ha sido inocente. Sabía perfectamente a lo que se arriesgaba. Sabía que Podemos iba a poner el grito en el cielo exactamente igual que hubiera hecho él si hubiera estado en su lugar. A Podemos no conviene tomarle a broma. Es verdad que hoy dicen, en algunas cuestiones, cosas que no decían hace unas semanas, pero el fondo de su estrategia se ha mantenido inamovible: somos incompatibles con Ciudadanos. No sé si el PSOE no se lo creyó o simplemente intentó devolver el golpe que para Sánchez ha supuesto la indudable altanería con la que Pablo Iglesias que ha venido tratando al líder socialista.
Pedro Sánchez no puede presentar a su partido un acuerdo cierto y todo apunta a que su investidura va a ser una investidura fallida. Al día siguiente, Podemos le tenderá la mano y de acuerdo con lo dicho por el PP, también Rajoy va a intentar su gran coalición. Lo cierto es que ni Rajoy va a ser investido Presidente y si Rivera espera convencer a los populares para una eventual abstención, es que espera demasiado porque no se va a producir.
Podemos ha tratado con poca consideración al PSOE en un innecesario alarde de compromiso con un eventual gobierno de izquierda. El PSOE, como es natural, ha tratado de dar "respuesta". Lo terrible es que los socialistas no han tratado mejor al partido que ha ganado las elecciones, hasta el punto de ni entregar el documento de negociación y colocarle a la misma altura que Bildu. Ha habido una fiereza innecesaria.
A la espera de la jornada de investidura, algunos nos preguntamos como es posible que al PSOE le sorprenda que Podemos se levante de la mesa si formaliza un pacto con Ciudadanos. Como es posible que Podemos creyera ni por un segundo que podía tratar al PSOE como le ha tratado y como es posible que el mantra que circula sea que Iglesias lo que quiere es un gobierno de Rajoy. Sorprende aún más que alguien piense que el PP "por generosidad" vaya a apoyar a quien, como Pedro Sánchez, le ha despreciado más allá de lo necesario.
De este primer balance de Sánchez se desprende que ha interiorizado que el PP es su "enemigo" y no su "adversario". El error es mayúsculo. Si en política hay "enemigos" -no debe haberlos- Podemos es el "enemigo" cierto del socialismo español. Bien colonizando un eventual Gobierno de izquierdas, bien situándose como único partido que representa a la izquierda verdadera, es obvio desde el minuto uno que Podemos desea tanto entrar en el Gobierno como devorar al PSOE. Entre PP y PSOE, históricamente, ha habido únicamente una democrática competencia. Podemos no ha tratado al PSOE peor que el PSOE lo ha hecho con el PP.
Lo cierto, no obstante, es que Pedro Sánchez ha ganado terreno dentro de su partido pero alguien debería aconsejarle que no se sintiera, por el momento, a salvo de cualquier riesgo. La pregunta que ha lanzado a los militantes y que algunos califican "de broma", le resta fortaleza. Son los propios socialistas, al menos muchos de ellos, los que creen que "esto no tiene arreglo" y que no hay más horizonte que el de las elecciones.
Pero vamos a esperar. Cuando alguien siente que tiene el poder a un tiro de piedra es difícil imaginar que no tienda la mano para acertar con la pedrada. Y Sánchez tenderá la mano a Podemos y Podemos al PSOE, pero como se aparque la fiereza nada será posible. Si Sánchez quiere llegar a Moncloa será con Podemos. No hay otra opción como bien se desprende de este su primer balance. Hasta mayo aun nos quedan muchas ruedas de prensa.
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