Después de las uvas

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Aquí estamos, con las uvas comidas a la espera de advenimiento de un pacto que posibilite un Gobierno. No existe el más mínimo indicio tangible de que eso vaya a ocurrir. Mas bien lo contrario. Cada vez son más, sobre todo en el PSOE que ya hablan de elecciones anticipadas sin pudor.

Hasta hace nada era una incorreción política porque lo que se imponía _y así debe ser_ era el diálogo, el tender puentes... Pero los números, en ocasiones, son irrefutables y tal y como están las posiciones de partida, no hay suma posible.
El PP está convencido _aunque no en su totalidad_ de que todavía pueden cambiar mucho las cosas. Han dejado la gestión de lo casi imposible en quien califican "un buen negociador" como es Rajoy. Sus esperanzas, en principio, mal calculadas es que el PSOE puede modificar sus posiciones iniciales. Sabido es que en política el lenguaje se convierte en plastilina, en algo moldeable según la coyuntura. Sin embargo la contundencia del rechazo a cualquier pacto con el PP y con Rajoy _no quieren su cabeza, quieren que el PP se vaya_ requeriría de tal ejercicio de funambulismo que resultaría imperdonable. Realmente, lo único que de verdad une a los socialistas es su negativa al PP y a veces da la impresión de que el partido liderado por Mariano Rajoy no se lo quiere creer. Pero es verdad.
En este contexto, habría que preguntar a Susana Díaz a quien se dirige cuando en su discurso habla de diálogo, de grandeza de miras, de generosidad comparando la actual situación con la de la Transición. Quienes la vivimos sabemos bien que, afortunadamente, se parece poco. No estaría mal, de todos modos, que esa receta, que es imposible no compartir, se aplicara en el seno de su partido. Tiene razón Patxi López. Están dando un espectáculo lamentable que me temo va a acabar de manera bien dolorosa para el propio PSOE. Pedro Sánchez está acosado por los suyos. Ha cometido errores y le ha sobrado altanería en la propia noche electoral. Se cebó en marcar distancias con el PP, cosa lógica, olvidándose de que quien le estaba mordiendo el camino era Pablo Iglesias. Mal haría el PP en esperar nada de un partido en profunda crisis. Los barones, que si lo son es por el apoyo de Podemos, ya se enredan en sus propias palabras. Un desatino, se mire por donde se mire.
Nada hace predecir que Rajoy vaya a seguir en La Moncloa, pero Pedro Sánchez debería también ir abandonando toda esperanza. Ada Colau ya ha marcado sus líneas rojas a Pablo Iglesias, que si se llega a sentar con el PSOE será para herirle aún más. Iglesias no tiene prisa. No le pasa nada si no llega a acuerdos con el PSOE y además, como bien recordó Eduardo Madia, no suman.
El panorama es el que es. Lo único que hay que pedir es que no dejen pudrir la situación, que no nos tomen el pelo, que no nos vendan acuerdos a los que no están dispuestos y que, por supuesto, no se produzcan investiduras condenadas al fracaso. Dos meses apenas es nada en la historia de un país. España puede soportar un período de incertidumbre, pero los españoles pueden, podemos acabar muy aburridos.
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