Ridículo sin paliativos

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domingo 29 de noviembre de 2015, 19:37h

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Goleada del Barcelona en el Bernabéu que pudo ser histórica. Falló el Madrid en todas sus líneas. Impotencia y malos modos de unos jugadores sin sitio en el campo, sin moral y sin ideas. Ganó Luis Enrique a Benítez, ganaron Neymar y Luis Suárez a Cristiano y Benzema. Ganó Bravo a Navas. Ganó Iniesta a todos.

Poner a todo volumen el himno del Real Madrid para esconder la pitada y las peticiones de dimisión por parte de los asistentes al partido en el Bernabéu no pueden ocultar una cruel realidad: el Barcelona es muy superior al Madrid y lo demostró desde el minuto uno del choque. Fueron cuatro goles muy buenos, diferentes pero lproducto de grandes jugadas, del entendimiento y frescura de ideas que tienen los jugadores blaugranas.

Vayamos línea por línea: en la portería, Bravo hizo tres paradas de mucho mérito, la última a un cabezazo de Cristiano, que es lo más a lo que llegó el jugador luso y que demuestra que quiere irse, que tiene sus aspiraciones lejos del Bernabéu y que apenas coopera con el equipo. En el otro lado, Keylor Navas no tuvo su noche. Sus defensas le dejaron vendido en los cuatro goles y la fortuna y las prisas de algunos jugadores del Barça le evitaron otros cuatro más, el último, en tiempo añadido pudo ser la broma macabra del encuentro: si Munir, que ya había fallado una gran ocasión hubiese dejado que Piqué - solo con la portería vacía - rematase a gol el central del Barcelona sería la estrella de la semana.

En la defensa, Sergio Ramos evitó un gol de espuela, hizo un penalti no pitado pero clarísimo con la misma espuela y se vió superado por Suarez a lo largo y ancho de todo el partido. Fuera de sitio no conseguía acoplarse con el medio campo y naufragaba cada vez que se lanzaba al ataque. Varane se descentró y los huecos por el centro eran clamorosos, sin que Benítez acertara a cambiar el sistema ante las sucesivas avalanchas y disparos de los rivales. Marcelo se lesionó y Carvajal tuvo que ver cómo le sacaban la amarilla tras una tarascada a Neymar, una pesadilla que hizo lo que quiso y cuando quiso. De Danilo mejor no hablar, aún no sé qué hace en este equipo.

En el otro lado, Alves, al que le sigue sobrando el teatro, ganó en todas sus subidas y en controlar a Cristiano. Piqué, sólido durante setenta minutos hasta se permitió al final buscar el gol y a punto estuvo de conseguirlo pese a las pitadas que le acompañaron durante todo el encuentro. Y Mascherano demostró hasta su lesión , al igual que lo hizo sus sustituto, Mathieu, que los delanteros del Madrid no eran peligrosos, que se limitaban a correr detrás del balón - cuando lo hacían - perdidos en su propio campo. Jordi Alba no necesita elogios. Hizo lo que mejor sabe: cerrar una de las alas de la defensa y llevar el balón en ataque hasta la portería contraria, tan generoso en el esfuerzo.

Sergio Roberto, Rakitic y Busquet se comieron a Kroos, a Modric y a James. Dominaron el medio campo defensivo y apoyaron a un magistral Iniesta que, además de repartir juego, marcó el tercer gol del Barcelona de un disparo seco y a la escuadra tras una dejada en el centro de la defensa blanca por parte de Neymar. Control del balón, ritmo, espectáculo, una orquesta de no desafinaba.

Y llegamos a la delantera. Benzema no está en forma, con o sin lesión y sus problemas extra futbolísticos le impiden centrarse en lo suyo, hacer y cumplir como delantero centro. Bale sigue tan individualista como siempre sin que se sepa muy bien a lo que quiere jugar y a lo que sus entrenadores quieren que juegue. y Cristiano no se compromete con nadie, ni con sus compañeros, ni con el club, ni con el entrenador y ni con el presidente. Está preparando su marcha y cada vez se le nota más. Nulos en ataque, sin presionar en la defensa, el famoso tridente se mostró en el Bernabéu como un tenedor de postre.

Dos encuentros más como el de este sábado y Benítez no termina la temporada. Lo de Florentino es otra cosa. El presidente y los suyos están blindados con los nuevos estatutos que aprobaron tras la vuelta al poder blanco. Se necesitan unos cuantos miles de millones para disputar el palco presidencial. A lo mejor, hasta la alcaldesa Carmena ayuda.
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