Cosa de tres

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Esta carrera por el título de los pesos pesados del fútbol nacional la van a disputar en un apretado final ( salvo desfallecimiento de alguno de los aspirantes a la corona liguera) los tres equipos que marchan en cabeza. Y los tres tienen en sus goleadores sus esperanzas.

El tercero en discordia, el Real Madrid, puede presumir de su "bota de oro" y de ver como Cristiano Ronaldo lleva 21 goles en 19 partidos, cinco de ellos de penalti, con una media de un gol cada ochenta minutos, camino de un nuevo récord que eleve el "valor" del jugador portugués para bien de su club y suyo propio, haciendo bueno los cien millones de euros que Florentino Pérez ha pagado por sus servicios.

Los otros dos que marchan por delante, empatados a puntos, vienen de historias muy diferentes: el Barcelona lleva años ganando títulos y peleando con el Madrid por ellos. Es un fijo en las quinielas anuales por los trofeos, tanto en España como en Europa. Ha tenido la mala suerte de que su jugador estrella, Leo Messi haya estado. Unas semanas lesionado y que, frente a sus competidores por el Pichicho, sólo lleve 8 goles conseguidos en doce partidos. Ha vuelto se Argentina con muchas, muchas ganas como lo ha demostrado en los dos partidos de la Copa del Rey, y lo lógico es que se coloque rápidamente en tercer lugar tras el rojiblanco Diego Costa, que es la sorpresa de la temporada y que tiene en el mundial de Brasil su meta, sabiendo que sus compatriotas no le van a perdonar el haber elegido la camiseta roja en lugar de la canarinha.

El presidente del Barcelona tiene un sueño y una pesadilla, al mismo tiempo. El sueño es múltiple y tiene que ver con los títulos de Liga, Copa de Rey y Copa de Europa. La pesadilla se le aparece en forma de investigación judicial por el fichaje de su otra estrella, el brasileño Neymar. Se siente perseguido y pone en marcha la vieja teoría de las disputas entre el centro y la periferia, en la misma línea que Artur Más, tal vez por aquello de que el Barça es más que un club.

Algo parecido le ocurre a Enrique Cerezo, que vive la mejor temporada del Atlético desde hace muchos años gracias a la constancia, la paciencia y el buen hacer de su entrenador. Simeone, que tiene la inteligencia de los que se han pateado muchos campos y muchos despachos, ha conseguido que con un presupuesto mucho más pequeño que sus otros dos adversarios principales pueda plantarles cara en la lucha por los trofeos. Gracias en parte a ese Diego Costa que a punto estuvo de ser enviado a otros lares por lo especial de su temperamento. Se quedó en la Rivera del Manzanares y ha triunfado con sus 19 goles en 19 partidos, casi los mismos que el " dorado" jugador del club blanco.

Los tres goleadores y los tres clubs van a luchar hasta el final, tal vez en busca de esos cien puntos ligueros de los que habla el entrenador del Barcelona como frontera para ser campeón. Estamos en la mitad del calendario y los aficionados y hasta los menos apasionados por esa droga social que es el fútbol tenemos la emoción asegurada. Luego vendrá el  Mundial, será la hora de España y las filias y fobias cambiaran de aires, lo mismo que los problemas para esa especie de santo budista que es Del Bosque.

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