Kissinger, cien años de historia
Ampliar

Kissinger, cien años de historia

Diego Carcedo / Atalayar

google+

linkedin

Comentar

Imprimir

Enviar

Cumplir cien años ya no es por fortuna una noticia relevante. Pero cuando la efeméride va vinculada al nombre de Henry Kissinger, el político y sobre todo diplomático, una figura clave como muy pocas en la historia contemporánea, su aniversario no puede por menos que despertar especiales recuerdos. Sin duda ha sido uno de los artífices más relevantes de esta etapa compleja, y a menudo dramática, que nos tocó vivir en las últimas décadas y de manera especial en la evolución y solución final de la Guerra Fría.

Tuve la suerte de conocerle, aunque superficialmente, por supuesto, cuando sólo su presencia y no digamos sus opiniones imponían atención y respeto para los medios y para los interesados en la realidad internacional. Una fue durante las negociaciones de paz celebradas en Ginebra a finales de 1973, precisamente el día en que se produjo en Madrid el atentado mortal contra Carrero Blanco, en su condición de secretario de Estado del presidente Richard Nixon, con su colega de Vietnam del Norte, Le Duc Tho, cuando pactaron la retirada progresiva de las tropas norteamericanas de Vietnam del Sur.

La segunda vez, y la primera y única en la que tuve la oportunidad de hablar con él directamente unos minutos, fue en un hotel de Nueva York, a la entrada a una cena, cuando coincidimos en el guardarropa donde me apresuré a ayudarle a desprenderse del grueso abrigo que vestía para protegerse de una gran nevada que estaba cayendo fuera. Aproveché para preguntarle algo sobre la Perestroika que estaba llevando a cabo Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética y, sin conocerme y apenas tras identificarme como español, me sintetizó una opinión realmente premonitoria. Lamento no recordar sus palabras textuales.

La reunión de Ginebra fue el principio del final de aquella guerra que después de once años se había cobrado más de tres millones de víctimas en Vietnam. Desde entonces, el protagonismo de Kissinger en las relaciones internacionales se ha mantenido prácticamente hasta el presente. Aunque la retirada todavía se demoró dos años, siempre se reconoció que era la capacidad de Kissinger para convencer al belicoso Nixon y a los gobernantes de Hanoi de que había que poner fin a aquella sangría constante y más cuando la estratagema de la partida de ping pong había abierto las relaciones con la China de Mao.

Pero al aprovechar la efeméride de su cumpleaños, nada me viene tanto a la cabeza como la lectura de su grueso libro “Diplomacia”, quizás el mejor que recuerdo, en el que demuestra su clarividencia sobre los conflictos presentes y futuros y exponía las mejores lecciones sobre diplomacia internacional que personalmente he leído y sobre el que más referencias y elogios he escuchado en mi etapa como corresponsal en el extranjero y especialmente en los Estados Unidos. Han pasado años, pero su vigencia no ha terminado, se sigue leyendo con interés y citando en tesis doctorales y artículos.

Naturalmente que una persona de semejante relieve no se ha librado de críticas e incluso acusaciones tanto por sus ideas como por sus actuaciones públicas. Se le reconoce, faltaría más, como un personaje astuto y hasta maquiavélico, el mejor negociador de su etapa activa y el estratega que, partiendo del poder que ejercen los Estados Unidos en el resto del mundo y del respeto que despertaba su nombre, es considerado como uno de los principales artífices del orden mundial que evolucionó desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la situación de la URSS que supuso la expansión del comunismo que ejercía desde Moscú con gran capacidad de extenderse.

Ya alejado del poder continuó ejerciendo hasta nuestros días su influencia y contribuyendo a afrontar los nuevos problemas que fueron sustituyendo a los que ahora nos a amenazan. Kissinger sabía muy bien que la paz mundial es un sueño imposible.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios