Consecuencias políticas de perder con Japón y ganar a Marruecos
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Consecuencias políticas de perder con Japón y ganar a Marruecos

lunes 05 de diciembre de 2022, 21:28h

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El jueves, uno de diciembre, fue un muy mal día para España. Estuvo a punto de ser eliminada del Mundial de Qatar tras perder con Japón. Se tenía que conformar con un segundo puesto, mientras que Marruecos ganaba a Canada y se convertía en primera de su Grupo. Salvados por los pelos en lo deportivo y condenadas a sufrir como país en lo político. Si este martes, seis de diciembre, nos gana Marruecos volveremos con la moral por los suelos; malo pero soportable, se cambia a José Enrique como entrenador y vueta a empezar.

Lo peor llegará si es España quien gana a Marruecos. Asomarán los peores fantasmas sobre Ceuta y Melilla, la valla se convertirá en un ejercicio de alpinismo doméstico para todos los refugiados que suben desd el Sahel, y los 800.000 ciudadanos de origen marroquí que viven en nuestro país sentirán que se les ha herido en su orgullo patrio, sobre todo para el tercio de los mismos que tienen su residencia en Cataluña.
Unos milímetros de balón sobre la línea del fondo y dos fallos clamorosos del portero y la defensa española han tenido la culpa de la tensión geoestratégica que vamos a vivir este martes. Para el futbol, mejor ganar; para la política, mejor perder. Las consecuencias de la derrota se olvidarán de forma rápida y sin mayores consecuencias; las de la victoria se mantendrán durante meses y hasta años, en ambos lados del Estrecho y en el interior de nuestras ciudades. No debería ser así, pero lo va a ser. Puestos a buscar soluciones alternativas: si Costa Rica hubiese ganado a Alemania, eliminación y problema resuelto, pero no sucedió y “ Moncloa, tenemos un problema”.
Sin la renta matemáticas de los siete goles a Costa Rica, la selección española estaría en Madrid. Sin el esfuerzo de Alemania para remontar ante Costa Rica y terminar ganando el partido, la selección española habría cogido el avión para regresar a Madrid. El eufórico, divertido y twitero entrenador Luis Enrique, si no se hubiera encontrado con la suerte en la tarde noche del jueves, 1 de diciembre de 2022, se habría despedido de Qatar y de la selección y buscando un nuevo trabajo. La ilusión convertida en realidad.
El entrenador español se equivocó al principio, se equivocó en la mitad del encuentro y se equivocó a lo grande en el final. Los siete goles fueron un espejismo. Ante Costa Rica Alvaro Morata metió un gil, ante Alemania Alvaro Morata metió otro gol y ante Japón Alvaro Morata metió el tercero. Lo mejor que podía hacer Luis Enrique, tras los dos goles de Japón y la obsesión por los centros al área, como única forma de romper y superar la doble muralla de nueve jugadores de la selección nipona, era mantener al delantero, pero decidió lo contrario.
Todo un genio de la estrategia global del partido, tras los antecedentes vividos y observados, primero con Alemania y más tarde en el encuentro de Alemania y Japón, y todo un genio de la táctica a emplear para superar esa muralla. Resultado: durante quince minutos España estuvo eliminada. Se salvó de milagro en lo deportivo, veremos lo que ocurre en lo político y en lo social.
Es pasado pero conviene recordarle al dicharachero entrenador que ninguno de los cambios que introdujo fueron acertados, ni por las bandas, ni por el centro. España debió seguir atacando con decisión y velocidad tras el gol de Morata en el inicio del encuentro. En lugar de ello y sin que Luís Enrique hiciera reacción al conjunto, se limitaron los jugadores a un tuya-mía de países verticales y parsimoniósos que mo llevaban a ninguna parte. Para más desgracias, el portero tan alabado, Unai Simón estuvo francamente mal, al igual que la defensa en su conjunto. No saben gestionar la presión y los nervios se van acumulando en sus piernas y en su cerebro mientras pasan los minutos y ven acercarse el desastre.
Con lo visto y analizando lo que viene es más que posible que España se quede en octavos, y que de vencer a Marruecos se tenga que enfrentar a Portugal. Los rivales ya saben cómo anular nuestras supuestas virtudes, que parten de la anulación del centro del campo, en el que ni Pedri, ni Busquet, ni Gavi dan más de sí, los dos más jóvenes por la demostrada inexperiencia ante unos adversarios que les anulan, y el veterano por la lentitud en la que ha caído.
Ahora se juega y juegan todos los adversarios con enorme velocidad y mucho poderio físico. La hablidad que tiene España para controlar el balón, en interminables países laterales, no basta, se vuelve esteril. Lo que cuenta con los goles que dan la victoria y el equipo español, salvo ese milagro inesperado de los siete goles iniciales, no hace goles, n consigue victorias. Alemania y Japón lo han demostrado.
Los optimistas amantes del futbol verán siempre el vaso del Mundial medio lleno y los pesimistas medio vacio. Puede que ante Marruecos cambie la suerte o la mala suerte. Si nos quedamos dentro del deporte el camino que espera a la selección española es más bien un camino de espinas: Marruecos, Portugal, Francia o Inglaterra para, en el más optimista de los casos, enfrentarnos cara a cara con Argentina o Brasil. Mientras todo eso ocurre, si es que ocurre, en Rabat y en Madrid, Mohamed VI y Pedro Sánchez estarán jugando al ajedrez político.
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