Arrimadas: negociar con Feijóo o ver morir a Ciudadanos
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Arrimadas: negociar con Feijóo o ver morir a Ciudadanos

jueves 23 de junio de 2022, 17:08h

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Estaba con respiración asistida desde la debacle de las últimas elecciones generales. Ciudadanos no tenía futuro tras intenar lo imposible: moverse de derecha a izquierda y mantener el pequeño poder político que le quedaba. Albert Rivera abandonó el barco naranja y dejó a la “contramaestre“ Arrimadas para que intentara llevar el barco liberal hasta la siguiente cita con las urnas. No ha podido y los “arrecifes” de Madrid y Andalucía han dañado el casco de forma irreparable.

Dos enormes agujeros producidos en su costado derecho por los cañones de Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno, a los que se sumarán los que se produzcan el 25 de mayo de 2023 le harán imposible la navegación electoral. Las palabras de Juan Marín desde el desengaño, al igual que los ataques de Ignacio Aguado desde el rencor, apenas son escopetazos que pasan desapercibidos ante la contundencia de los cañones populares.
Ines Arrimadas y su “Estado mayor” pueden navegar hacia el abismo y hundirse desde el puente de mando de Ciudadanos o aceptar la oferta del presidente del Partido Popular e negociar una integración bajo la nueva bandera azul. Reivindicar puestos en las listas y puntos en los programas electorales. Salvar a una parte de los suyos y salvar se ellos mismos. La negativa a hacerlo es comprobar cómo en doce Autonomías y una gran parte de los grandes Ayuntamientos españoles su partido desaparece engullido por el voto útil de la derecha “centrada” de Alberto Núñez Feijóo.
Su presencia en unas listas únicas, bajo un color único y una dirección única, le permitirá al político gallego insistir en su imagen de centro liberal e dar un paso más en la recreación de la derecha política y económica que consiguió José María Aznar y que le llevó a la presidencia del Gobierno en 1996. Es lo que Feijóo ha hecho en Galicia, lo que Ayuso hizo en madrid y lo que Moreno Bonilla acaba de hacer en Andalucía por más que desde la izquierda socialista y comunista se empeñan en negar la evidencia que ha salido de las urnas.
Con los mismos datos de votación que en diciembre de 2018, lo que los ciudadanos andaluces han dicho en todas las fragmentos de edad y en las ocho provincias de la autonomía es que desean volver al bipartidismo y que prefieren moverse en el centro conservador y en el centro socialdemócrata antes que en los extremos. Ha sido muy mala la campaña de Macarena Olona desde Vox; ha sido muy mala la campaña de Juan Espadas desde el PSOE, y han sido malas las campañas de las “hermanas fratricidas” que hace cuatro años fueron juntas denrtro de Podemos y de Izquierda Unida, pero por encima de todas esas realidades que se pueden analizar hay un dato que resalta: los votantes de hoy sienten nostalgia del pasado, ese pasado de dos grandes formaciones que les daba seguridad y claridad en sus votos.
Ciudadanos ha sido un experimento fallido. Otro más que se suma a los de Adolfo Suárez, Antonio Garriguez y Rosa Díez. Los tres nacieron desde su presencia en otras formaciones, más por deseos personales que por discrepancias programáticas y los tres desaparecieron. Apuestas que apoyaron una parte del poder económico y financiero que encontró un “beneficio” posterior en forma de concesiones y ayudas. Volvemos a estar en el mismo punto de partida.
Si Arrimadas no negocia a nivel nacional lo harán otros dirigentes de Ciudadanos a nivel autonómico y local. La política es, desde hace muchos años, una profesión y a ningún dirigente, por pequeño que sea, le gusta quedarse en el paro. Mejor sentarse con el “asaltante” de la OPA hostil que comprobar como se lleva, en el momento de las urnas, la mayoría de las acciones y “pagando” mucho menos por ellas.
La lucha política es más cruel que la lucha financiera. No son tan lejanas y diferentes unas y otras. Basta para comprobarlo lo que está pasando en los bancos españoles, grandes y pequeños, y lo que está pasando en las grandes empresas estratégicas. Influencias que se ejercen en las dos direcciones. Si en el renacido PP ya han puesto en marcha la maquinaria de absorción, en el PSOE no van a tardar mucho. La izquierda dividida es el prólogo de una derrota segura.
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