Nos caímos del guindo

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Primero fue la pandemia, que nos ha trastocado social y económicamente, ahora la invasión de Ucrania. Signos importantes para darnos cuenta de que estamos ante un nuevo escenario.

El café humeante, nuestros amigos deleitándose con el desayuno y el marino comenta:

—Ver las imágenes que nos llegan de Ucrania no solamente nos horrorizan y nos remueven, sino que nos han obligado a repensar algunos principios y políticas por las que nos estábamos conduciendo. Algunas de esas políticas se nos han disuelto como un azucarillo en el café al ver la brutalidad y la maldad tan cerca.

La pandemia obligó a paralizar gran parte de la actividad económica, para inmediatamente encontrarnos con el desabastecimiento de muchos de los productos provenientes de China. A pesar de las advertencias desde diferentes sectores, ahora, de repente pensamos que esa deslocalización y trasladar allí la fabricación de la gran mayoría de productos, nos ha hecho excesivamente dependientes en detrimento de nuestro tejido industrial y de nuestros intereses económicos y laborales.

Hemos desmantelado algunos sectores y dejado de producir por precio, políticas medioambientales o simplemente comodidad, pero eso nos ha hecho muy frágiles y menos competitivos. Aunque esa debilidad también está en materia energética y con el incremento brutal del precio de la electricidad, el gas y los combustibles; subidas en algunos casos inevitables, pero en otros son las consecuencias de una política equivocada y excesivamente «buenista». Estamos ante un escenario preocupante.

La joven profesora interviene:

—Añadamos que, para superar la crisis económica de la pandemia, la receta de la Unión Europea (UE) ha sido poner al Banco Central Europeo (BCE) a darle a la máquina de imprimir billetes e incrementar el gasto de forma frenética para relanzar la economía; lo que nos ha conducido a un incremento excesivo del déficit y a una inflación desproporcionada, veamos que antes de la invasión de Ucrania ya estábamos en el 7,6 %, aunque ahora nos intenten vender que todos nuestros males vienen por esa guerra. En los próximos meses veremos que, para amortiguar esta situación, se reducirá la expansión monetaria, la subida de los tipos de interés y cruzar los dedos para superar deflación o estanflación que suele ir aparejada a este escenario.

Mientras convivimos con el «impuesto a los pobres» y sus nefastas consecuencias; de ahí al descontento social y a una crisis que previsiblemente creara más paro y empobrecimiento general, empezando por las clases más desfavorecidas, solo hay un paso.

Sigue el marino:

—Esperemos que esta maldita invasión de Ucrania acabe pronto. Aunque el ser humano suele ser muy olvidadizo, previsiblemente, muchas cosas ya no van a ser igual. La única esperanza es que nos hayamos «caído del guindo», diseñemos políticas más realistas, pragmáticas y desprovistas de ideología y que sepamos primar los intereses nacionales para aumentar nuestra autosuficiencia y desarrollar fuentes de energía más económicas.

Aunque este escenario inflacionario está generalizado en todos los países de nuestro entorno, unos están demostrando estar más preparados que otros o están sabiendo aplicar mejor las medidas para amortiguar estas consecuencias.

Ahora se ha hecho más palpable que España debe mejorar su seguridad y su defensa; que tenemos una excesiva dependencia de terceros en detrimento de nuestra industria. A lo mejor sería el momento de corregir esos déficits y crear un nuevo modelo laboral que nos aleje de la mayor tasa de desempleo dentro de UE, duplicando a muchos países.

Tenemos que preservar el medioambiente, pero mientras seguimos comprando y dependiendo de China el mayor contaminador mundial y mirando para otro lado. Lo mismo podríamos decir de los integrantes de la UE, como Alemania, que cuando se tocan sus intereses, cambia las reglas del juego sobre la marcha —como hemos visto recientemente con el carbón y el gas— y no dudan en olvidarse de los niveles de Co2, mientras nosotros no somos capaces de anteponer nuestros intereses.

Interviene la joven profesora:

—Habría que repensar ese papel que nos adjudicó la UE para España, con el beneplácito de nuestros gobernantes, de ser un país de servicios. Pasados los años, y con una cierta perspectiva, constatamos que nuestra política energética, industrial y laboral, a la vista de los resultados, ha resultado un fiasco, cuando nuestro potencial es mayor que sus resultados.

Aunque esto no se ha producido en un día, ha sido a lo largo de los años, pero no se ha sabido o querido cambiar el modelo porque no es fácil, porque habría que innovar e investigar más, favorecer el talento y la meritocracia, modernizar nuestras industrias y enfrentarse a los lobbies medioambientales, sindicatos y algunos sectores de la patronal.

La experiencia nos debería conducir a un análisis profundo de nuestros errores. A un análisis desapasionado, exento de ideologías, con absoluto pragmatismo y anteponiendo los intereses generales del país, como hacen el resto de los países de la UE. Mientras nosotros jugamos a las «muñecas» o a las «casitas».

Comenta el marino:

—Algo parecido podríamos decir del anunciado incremento del gasto en defensa, anunciado por Pedro Sánchez, un presidente que, no hace tanto, afirmaba que, si llegaba al gobierno, reduciría ese ministerio. Aunque ese cambio de postura parece un brindis al sol, pero no se trata de que aportemos más efectivos a la OTAN, el objetivo debe ser que este país piense en su seguridad y en la protección de sus fronteras.

Añade nuestra amiga:

—Todo ello nos ratifica que debemos tener claro que nuestros gobiernos deben centrarse en la defensa de los españoles, por delante de las doctrinas de la UE sin complejos, sin sacralizar todo lo que venga de allí; no olvidemos que ese «club» lo componemos 27 países de tamaños, capacidades económicas y sensibilidades culturales e ideológicas diversas y, a lo largo de los años, tenemos muchos ejemplos de cómo los países más importantes han cambiado las reglas del juego cuando han visto que algo afectaba a sus intereses.

Concluye el marino:

—Vaya, ¡Ya hemos arreglado el mundo en un rato! Parece que será mejor que nos acabemos el desayuno y demos un paseo por la playa. ¡Eso todavía es gratis!

Risas mientras inician su caminata.

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